Vuelven a las andadas
La involuci¨®n del Estado auton¨®mico solo saldr¨ªa adelante si se conciertan los dos grandes partidos
Desde que el PP lleg¨® por primera vez al poder, sobre todo desde que consigui¨® mayor¨ªa absoluta en el a?o 2000, no hubo un solo momento en que no pusiera en cuesti¨®n la continuidad del consenso y del bloque pol¨ªtico que dio vida a nuestra Constituci¨®n. En una primera etapa intent¨® patrimonializar la Carta Magna. Para ello desempolv¨® y tergivers¨® el concepto de patriotismo constitucional que Habermas hab¨ªa desarrollado con el fin de dotar a Alemania de una nueva identidad democr¨¢tica, aquella que, antit¨¦tica del ¡°patriotismo nazi¡±, no pudo consolidarse durante la Rep¨²blica de Weimar.
Pero el PP pronto comprendi¨® que el verdadero n¨²cleo constitucional no se pod¨ªa utilizar como arma arrojadiza contra sus adversarios (la izquierda y los nacionalistas), pues ¨¦stos ten¨ªan mucho m¨¢s cr¨¦dito y antig¨¹edad en la defensa de los valores constitucionales que los dirigentes conservadores, tard¨ªos defensores de la Constituci¨®n unos, dem¨®cratas sobrevenidos otros. Por eso el Partido Popular decidi¨® centrar su atenci¨®n exclusivamente en el art¨ªculo 2 de la Constituci¨®n (¡°la indisoluble unidad de la Naci¨®n espa?ola, patria com¨²n e indivisible de todos los espa?oles¡±), present¨¢ndose como su ¨²nico garante, relanzando la confrontaci¨®n con los nacionalistas, tan rentable electoralmente, e intentando establecer un inaceptable principio, seg¨²n el cual cualquier discrepancia con su particular concepci¨®n de Espa?a era presentado como una debilidad o una claudicaci¨®n. Todo ello con el ¨²nico fin de subordinar al resto de las fuerzas democr¨¢ticas a la estrategia pol¨ªtica y electoral del Gobierno que entonces presid¨ªa Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
Esta es la raz¨®n por la que el PP se neg¨® siempre a abordar la necesaria redefinici¨®n que necesita el Estado de las autonom¨ªas. Esta es la raz¨®n por la que el PP bloque¨® la imprescindible reforma para convertir al Senado en una C¨¢mara de representaci¨®n territorial, tal como contempla el art¨ªculo 69 de la Constituci¨®n y tal como reclamaron en numerosas ocasiones constituyentes tan destacados y diferentes como Sol¨¦ Tura, Fraga Iribarne, Peces-Barba, Herrero de Mi?¨®n o Roca Junyent. Este es el motivo por el que los sucesivos dirigentes del PP se opusieron a la participaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas en la planificaci¨®n de la econom¨ªa, como indica el art¨ªculo 131.2. Y tambi¨¦n esta es la raz¨®n por la que el PP impidi¨® que las comunidades aut¨®nomas participaran en el proceso de construcci¨®n europea, tanto en la formaci¨®n de la voluntad del Estado ad extra como en la ejecuci¨®n de la normativa comunitaria ad intra.
Ahora, al calor de la crisis econ¨®mica que atraviesa el pa¨ªs, el PP vuelve a las andadas. En efecto, el Gobierno ha desatado una dura y persistente campa?a para desacreditar el Estado auton¨®mico, estigmatizar a las comunidades aut¨®nomas atribuy¨¦ndoles, contra toda evidencia, la responsabilidad del d¨¦ficit p¨²blico y presentando como alternativa las viejas recetas centralistas, precisamente aquellas que se hab¨ªan superado con la vigente Constituci¨®n. Pero esta estrategia involucionista solo puede prosperar a trav¨¦s de una acci¨®n concertada, uniformizadora y jerarquizada de los dos grandes partidos de ¨¢mbito estatal. Esperemos que el PSOE no cometa semejante error y que los gobiernos aut¨®nomos comprendan que no son simples terminales pol¨ªticas de sus partidos sino poderes democr¨¢ticos emanados del mandato constitucional y de la voluntad de sus pueblos. Las reacciones de los Ejecutivos de Euskadi, Catalu?a y Andaluc¨ªa a los recortes que quiere imponer el Gobierno en sanidad y educaci¨®n, invadiendo sus competencias, as¨ª parecen indicarlo.
En uno de los debates producidos en el Parlamento de Galicia, Feij¨®o acus¨® a Pachi V¨¢zquez de actuar como simple delegado de Ferraz en vez de hacerlo como secretario general del PSdeG. Con mucha mayor raz¨®n es preciso que el presidente de la Xunta aclare si est¨¢ dispuesto a comparecer en el actual proceso como representante de Galicia, tomando en consideraci¨®n las opiniones del Parlamento, o, por el contrario, como viene haciendo hasta ahora, volver¨¢ a asumir el papel de portavoz y ariete del PP, subordinando los intereses de Galicia a la estrategia de su partido y a sus intereses personales. Feij¨®o debe aclararse cuanto antes, porque si no despeja esta inc¨®gnita, cualquiera podr¨ªa pensar, ateni¨¦ndose a sus propias palabras, que el debate en Galicia se reduce a una confrontaci¨®n entre el delegado del Gobierno y el representante de Ferraz. Es decir, entre mandadi?os.
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