Navegando en aguas de torpedos
Cuatro son las reformas que apuntan a una mutaci¨®n del modelo de democracia que nos hemos dado y la Constituci¨®n consagra
A cuatro meses del inicio de la gesti¨®n de gobierno conservador del sr. Rajoy cada vez aparece con mayor claridad que estamos en presencia de una operaci¨®n pol¨ªtica de gran calado, que, so capa de mediadas necesarias de ajuste para hacer frente a los compromisos con la UE, esta introduciendo cambios sustantivos en la configuraci¨®n del r¨¦gimen que comportan nada menos que la sustituci¨®n, silenciosa, del modelo social y pol¨ªtico acu?ado en la transici¨®n por otro. En la terminolog¨ªa de los polit¨®logos el paso de una democracia de consenso a una democracia de mayor¨ªas. Con ello no se quiere significar que todas las medidas adoptadas obedecen a la procura de dicho resultado, as¨ª, por ejemplo, es claro que la subida de impuestos operada el ¨²ltimo d¨ªa del pasado a?o es respuesta al hundimiento de la recaudaci¨®n, hundimiento que por si s¨®lo explica la pr¨¢ctica totalidad de la desviaci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico el pasado a?o, y dise?ada para hacer frente a la aguda insuficiencia fiscal de nuestro Estado que la crisis ha sacado a la luz, del mismo modo las medidas de contenci¨®n del gasto farmac¨¦utico responde a ese fin, y lo mismo cabe decir de la subida de las tasas universitarias. Pero, por molesto que sea, lo sustancial no es nada de eso.
Si no me equivoco son hasta la fecha cuatro las reformas que apuntan inequ¨ªvocamente en el sentido de una mutaci¨®n del modelo de democracia que nos hemos dado y la Constituci¨®n consagra: la anunciada liquidaci¨®n de los supervisores, la reversi¨®n de la reforma Zapatero de los media p¨²blicos, y determinados aspectos de las reforma laboral y sanitaria. La primera busca la liquidaci¨®n de la supervisi¨®n de los mercados mediante el expediente de sustituir los supervisores especializados por uno solo, a la vez reducido y generalista, que, por la naturaleza de las cosas, esta condenado a ser mucho menos eficiente, y, de paso, conservar la poco envidiable situaci¨®n de ser el ¨²nico pa¨ªs de la Uni¨®n en el que es muy dif¨ªcil que existan disciplina en las TV,s e imparcialidad en las p¨²blicas al no existir un Consejo del Audiovisual ( que, por cierto, tambi¨¦n es una exigencia de la UE), lo que se busca es una econom¨ªa de menor regulaci¨®n, lo que a todos los efectos, no supone otra cosa que reducci¨®n de la competencia bajo el creciente dominio de las grandes empresas. El ejemplo de libro: la ordenaci¨®n del comercio. La jungla sustituye al mercado porque a este le es constitutiva la regulaci¨®n. El siguiente paso pasa por la destrucci¨®n de uno de los escasos logros de la anterior administraci¨®n: una RTVE presentable, su finalidad no es tanto esa, que tambi¨¦n, como cambiar las reglas del juego del sistema comunicativo a favor de los actuales gobernantes y de los medios que difunden el discurso ideol¨®gico inspirador de las pol¨ªticas p¨²blicas que operan los populares, cerrando ,en la medida de lo posible, los canales para la difusi¨®n de otros discursos y, a ser posible, minorizar las oposiciones. Con ser importantes los se?alados, los fundamentales son los otros dos.
La reforma laboral consiste sencillamente en la facilitaci¨®n y abaratamiento del despido al efecto de procurar una ¡°devaluaci¨®n interior¡±, esto es presionar a la baja los salarios, so capa de aumento de la competitividad. Que entre sus fines no es prioritaria la procura del empleo lo pone de relieve el programa de estabilidad remitido a la Comisi¨®n, que prev¨¦ un paro por encima de los cinco millones cuanto menos durante los pr¨®ximos cuatro a?os. A servir ese fin inmediato se destruye en casi su totalidad la protecci¨®n que la ley y los tribunales dan al trabajador singular .Con todo lo m¨¢s grave y serio no es eso: es el desguace de la negociaci¨®n colectiva v¨ªa ¡°descuelgue¡± de los convenios en virtud de la mera voluntad del empresario a trav¨¦s de una calificaci¨®n que de ¨¦l depende. El objetivo que se persigue es un sistema a la inglesa: sindicatos fr¨¢giles y debilitados, asociaciones empresariales asimismo debilitadas y, mediante el debilitamiento de sus actores, minimizar el recurso a la concertaci¨®n social , un sistema que al vaciar de la mayor parte de su contenido a la negociaci¨®n porque previamente debilita a las partes negociadoras, favorece la discrecionalidad tanto del empresario singular como de la mayor¨ªa parlamentaria, a la que deja de estorbarle la concertaci¨®n social.
Por ¨²ltimo la reforma sanitaria busca abiertamente la privatizaci¨®n progresiva del sistema nacional de salud, preferentemente en favor no de actores privados sin ¨¢nimo de lucro ( como sucede en buena medida en Catalu?a), sino de empresas privadas orientadas a la obtenci¨®n de beneficios, lo que, a su vez, facilita la segmentaci¨®n de los servicios en raz¨®n de la posici¨®n social del usuario, cosa que, a su vez, favorece y refuerza el copago. Y ello aunque la experiencia comparada acredita que la privatizaci¨®n aumenta el coste de la sanidad, sobre todo por el aumento de los ¡°costes administrativos¡± de la misma, como muestra el caso holand¨¦s.
Naturalmente como la Constituci¨®n est¨¢ dise?ada para procurar una democracia de consenso y el modelo mayoritario que se persigue no es compatible con el que subyace a la ley fundamental no tiene nada de extra?o que piezas claves de ese proyecto ( como el despido sin causa o el descuelgue de convenios) sean inconstitucionales, ni que se este usando para instrumentar aquella una herramienta jur¨ªdica ( el Decreto-Ley) cuyas limitaciones constitucionales se est¨¢n ignorando de forma poco menos que sistem¨¢tica, cosa que no debe extra?ar: los gobiernos de la democracia han venido a usar el Decreto-Ley del mismo modo que Franco, es decir colocar a los parlamentarios adictos ante el hecho consumado al efecto de prevenir discordancias en el seno de la mayor¨ªa.
Que el proyecto vaya a contrapelo de la Constituci¨®n, exija la cuidadosa evitaci¨®n de compromisos con las formaciones de oposici¨®n que no sean contratos de adhesi¨®n (raz¨®n por la cual en situaci¨®n cr¨ªtica no hay segunda edici¨®n de los ¡°pactos de la Moncloa¡±), carezca de base social suficiente ( es inaceptable hasta para una buena parte del electorado fiel del PP), etc. ya es de por s¨ª pernicioso. Que se instrumente con un sistema institucional debilitado, con apoyos decrecientes y en un escenario de retroceso conjunto de los dos mayores partidos, sin ofrecer a la poblaci¨®n un horizonte de esperanza hace veros¨ªmil la posibilidad de la ¡°insurrecci¨®n pol¨ªtica¡± de que hablaba hace unas semanas un diario de referencia americano. Si alguien cree que el sistema actual puede aguantar un lustro adicional con cuatro o cinco millones de parados, sue?a. Navegamos en aguas de torpedos.
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