Nostalgia a ritmo fren¨¦tico
El Expreso de La Robla convierte en experiencia viajera la ruta que se traz¨® entre Le¨®n y Bilbao para abastecer de carb¨®n a la siderurgia
En Mataporquera, nudo de v¨ªas y nido ferroviario a medio camino entre Le¨®n y Bilbao, dos maquinistas de distintas generaciones charlan apasionadamente. El anfitri¨®n, Salustiano, conduce la locomotora que remolca los ocho vagones del Expreso de La Robla; el visitante, ?ngel Garc¨ªa, maquinista de Renfe durante 40 a?os y jubilado hace 20, conserva a los 83 una vitalidad y una energ¨ªa por la que muchos firmar¨ªan. Entonces suena el silbato que evoca en el viajero los ecos de las viejas locomotoras de vapor. El Expreso de La Robla, uno de los trenes tur¨ªsticos de Feve, se pone en marcha a una cadencia sosegada: 50 kil¨®metros por hora.
El recorrido condensa arte, paisaje, tradici¨®n y gastronom¨ªa en tres d¨ªas de viaje
Hay tantas razones como cambios de agujas para subirse a bordo de un tren de ¨¦poca que recorre un trazado nacido en plena revoluci¨®n industrial. El maquinista jubilado viaja con su hijo Javier, que le regal¨® el billete y para quien el fren¨¦tico ritmo que impone el viaje organizado es lo de menos. Lo importante es estrechar lazos y pasar m¨¢s tiempo con ?ngel, que comenz¨® a conducir trenes con solo 23 a?os, en el 49, cuando la l¨ªnea de La Robla ya llevaba medio siglo funcionando.
Todav¨ªa puede olerse el carb¨®n, el mismo que uni¨® las minas leonesas con la emergente industria sider¨²rgica vizca¨ªna de principios del siglo XX, el que todav¨ªa alimenta la olla ferroviaria. El declive minero arrastr¨® consigo la ruta en los 60, pero hoy el Expreso de La Robla se ha reinventado y sobran los reclamos tur¨ªsticos. Entre los pasajeros est¨¢n Nuria y Toni, que llegan desde Ibiza,?¨¢vidos de excursiones, para conocer la franja norte peninsular; Margaret y Pamela, las incombustibles chicas de oro australianas, empiezan en ¨¦l su periplo mochilero por Espa?a con sed de aventuras; Elaine, escritora, est¨¢ fascinada con la magia del Camino de Santiago franc¨¦s, cuyo trazado se superpone al del tren en Palencia y Le¨®n. Para el matrimonio de daneses, en cambio, el mayor aliciente es el abanico gastron¨®mico de las distintas regiones.
Se trata de la l¨ªnea de v¨ªa estrecha m¨¢s larga de Europa Occidental con 335 kil¨®metros que pasan por Bizkaia, Burgos, Cantabria, Palencia y Le¨®n
Se trata de la l¨ªnea de v¨ªa estrecha m¨¢s larga de Europa Occidental, con 335 kil¨®metros que conforman un itinerario con vistas espectaculares. Los cl¨¢sicos vagones verdes y rojos devoran con su traqueteo el corredor cant¨¢brico, se camuflan en los recodos verdes del norte de Le¨®n y Burgos y serpentean entre los campos de cereal y las laderas calizas y boscosas. La ruta atraviesa el coraz¨®n del Arte Rom¨¢nico palentino, acompa?a por tramos el paso fatigado de los peregrinos y espanta con sigilo a la fauna voladora a lo largo de los 18 kil¨®metros de v¨ªa que bordean el Embalse del Ebro.
Tres d¨ªas de viaje fren¨¦tico que condensan paisajes, gastronom¨ªa, tradici¨®n y arte. Entre excursi¨®n y excursi¨®n, el tren acuna, adormece y sirve de poso para que el viajero asimile el cronometrado comp¨¢s tur¨ªstico. Pero no faltan los momentos de paz, que ?ngel personifica fumando su pipa a contraluz mientras escucha embelesado los sonidos del crep¨²sculo: ¡°No hay nada mejor que ver al mirlo despedir el d¨ªa, ?lo ves, hijo?¡±.
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