Mil rostros a una nariz pegados
Pere Arquillu¨¦ nos sedujo a todos la noche del estreno de 'Cyrano', el nuevo montaje de Oriol Broggi
Poderoso, ingenioso, ir¨®nico, honesto, modesto, caballeroso, inseguro, tierno y rom¨¢ntico. Cyrano es feo pero adorable. Todos estos atributos en un poeta, m¨²sico y fil¨®sofo que adem¨¢s es un gran espadach¨ªn y un esteta tan imprudente como fiel a sus principios hacen del protagonista de la pieza de Rostand un personaje muy atractivo que cae bien a todo el mundo, Conde de Guiche incluido al final de la obra. Y Pere Arquillu¨¦, el nuevo Cyrano catal¨¢n, nos sedujo a todos la noche del estreno del nuevo montaje de Oriol Broggi mostrando, tras su enorme y bulbosa nariz, todos los registros de este conmovedor y exquisito ser sublunar, que es como le definen los suyos. Le secundan una maravillosa y luminosa Rosaura (Marta Betriu), un Christian estupendo en su pobreza de esp¨ªritu (Bernat Quintana) y un Conde de Guiche muy eficaz en su rid¨ªcula afectaci¨®n (Jordi Figueras). El entusiasmo del resto, los recursos para pasar de una localizaci¨®n a otra, el matiz de la luz, el ritmo agitado en las luchas y pausado en las escenas de amor, y desde luego, el entorno ¨²nico que ofrece la Biblioteca de Catalu?a, con su suelo de arena y sus b¨®vedas g¨®ticas y esa profundidad de campo con la que todo va m¨¢s all¨¢, har¨¢n, me atrevo a aventurar, que este Cyrano sea tan recordado como lo fue el que protagoniz¨® Flotats hace casi 30 a?os.
CYRANO DE BERGERAC
De Edmond Rostand. Traducci¨®n: Xavier Bru de Sala. Direcci¨®n: Oriol Broggi. Int¨¦rpretes: Pere Arquillu¨¦, Marta Betriu, Bernat Quintana, Ramon Vila, Jordi Figueras, Babor Cham, Isaac Morera, Pau Vinyals, Andrea Portella, Emma Arquillu¨¦. Escenograf¨ªa: Max Glaenzel. Iluminaci¨®n: Guillem Gelabert. Vestuario: Berta Riera. Sonido: Damien Bazin. Biblioteca de Catalunya. Barcelona, 23 de mayo.
Lo grotesco y lo sublime, las dos bazas de todo h¨¦roe rom¨¢ntico que se dan en el protagonista, se dan tambi¨¦n en las dos partes del montaje. En la primera se concentra lo m¨¢s l¨²dico: las machadas de Cyrano, los equ¨ªvocos, el contraste entre Cyrano y el bello Christian, el enga?o de Cyrano a De Guiche, las escenas corales de fiesta y de espada. Arquillu¨¦ aprovecha para hacer un poco el payaso y soltar alg¨²n gui?o a Flotats; y Broggi para ofrecernos alg¨²n que otro gui?o cinematogr¨¢fico que ya ha sido comentado (Scaramouche, Alatristre o El jovencito Frankenstein). Es la mente de Cyrano, ¨¢gil y precisa, lo que sobresale y sobrevuela la acci¨®n que la compone. En la segunda, en cambio, es su coraz¨®n. Tras la pausa, el conjunto deviene poco a poco melanc¨®lico y las rimas bravuconas del Cyrano de antes est¨¢n ahora llenas de dolor. Desde la muerte de Christian hasta la suya propia, cada acci¨®n queda cubierta con un nuevo velo de tristeza que reconocemos en la tenue iluminaci¨®n, especialmente d¨¦bil hacia el final. Arquillu¨¦ y Betriu conmueven en la escena del convento tanto como nos divierten, junto al resto, al inicio de la funci¨®n. Todo queda muy compensado. Un Cyrano redondo, como la luna llena que emerge al fondo. (Lo de las rimas, se pega).
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