El miedo
Nuestros Gobiernos, tenemos dos, carecen de la capacidad para analizar lo que est¨¢n pasando
En las ¨²ltimas semanas he ido a varias charlas de usuarios del 15-M. Ah¨ª he podido observar varias generaciones no previstas ¡ªalgunas, con m¨¢s de tres idiomas, licenciadas en ciencias duras o sociales, muy cualificadas, y con unos conocimientos sorprendentes y en red sobre la realidad¡ª, y que, fen¨®meno llamativo, hablan, en cuanto pueden, del miedo. Tienen miedo. Un miedo que viene de la observaci¨®n de los cambios estructurales producidos. Brutales y que presagian una brutalidad extra a medio plazo.
El presente art¨ªculo parte de ese miedo e intenta ampliarlo. El miedo no solo existe en las personas que est¨¢n poniendo palabras al cambio estructural que nos cae. Existe tambi¨¦n en las personas que lo est¨¢n traduciendo en leyes. La clase gubernamental tiene miedo. Posiblemente, mucho m¨¢s de lo que parece.
Es un miedo perceptible: el grueso de las ¨²ltimas fotograf¨ªas en prensa de Rajoy y Mas son casi las mismas y en el mismo interior. Implican miedo al exterior. ?De qu¨¦ tienen miedo? En primera instancia, posiblemente, de su formaci¨®n. Nuestros Gobiernos ¡ªtenemos dos¡ª, carecen de la capacidad para analizar lo que est¨¢n pasando. Un indicativo de que, tal vez, los autores materiales de lo que pasa no son los autores intelectuales de lo que pasa. Ese miedo y esa formaci¨®n precaria se observan en las descripciones de la realidad que utilizan. Rajoy utiliza paralelismos entre la econom¨ªa dom¨¦stica y la del Estado ¡ªmuy propios de un curso del hogar en la Secci¨®n Femenina¡ª, y Mas opta por la par¨¢bola marinera. Muy propios de Popeye. El miedo se observa tambi¨¦n en la soledad gubernamental. En Twitter, han desaparecido los ultrasur del PP y de CiU. En el caso de CiU, los homenots que hace unos meses aplaud¨ªan cualquier medida y denunciaban incivismos de los comandos de la FAI, ahora se limitan a arrastrarse por las redes pidiendo ancho europeo. Tambi¨¦n han desaparecido los consejeros, hace un a?o muy activos, y que tienen poco que decir desde que han descubierto que las redes no son declaraciones, sino intercambio de conocimiento. Que no poseen. El ¨²nico conocimiento gubernamental, la gesti¨®n cultural de las declaraciones, hace un a?o que no pita. Cuando Rajoy y Mas hablan ¡ªpor ejemplo, Rajoy pidiendo intervenci¨®n que luego niega, o Mas pidiendo ayuda al Estado que luego deben negar los chicos de la Pastoret Medi¨¤tica¡ª, sube el pan. Cosas como la pitada al himno y el pacto fiscal, sobre las que, con las debidas construcciones l¨¦xicas, anta?o se hubieran edificado una o dos legislaturas, no ofrecen ahora abrigo. La otra especialidad gubernamental peninsular ¡ªel saqueo del Estado, disciplina que se ha ido renovando con cierto genio desde 1939¡ª, ya no se podr¨¢ realizar con protecci¨®n cultural. Lo que puede implicar, llegado el hipot¨¦tico caso de la focalizaci¨®n del asunto en otro edifico modernista, m¨¢s miedo.
Desde 2008 el Estado est¨¢ recapitalizando la banca con dinero p¨²blico, lo que obliga a cambiar la funci¨®n del Estado. La recapitalizaci¨®n de Bankia, por ejemplo, obliga a disponer de cerca del 30% de la recaudaci¨®n del IRPF. O de una cantidad superior a la recaudada por el impuesto de sociedades en 2010. Recapitalizar la banca es una opci¨®n pol¨ªtica. No es la ¨²nica posible. Es la m¨¢s traum¨¢tica y la ¨²nica que implica un cambio de ¨¦poca. Mas y Rajoy niegan el cambio de ¨¦poca. En el ¨²ltimo recorte, Mas asegur¨®, incluso, que la Generalitat no est¨¢ conculcando ning¨²n derecho. Omitiendo, por incapacidad formativa o de la otra, que el bienestar son derechos, no servicios. Es m¨¢s, esos derechos son la forma de democracia en Europa. Cargarse el bienestar es cargarse la democracia. Es cargarse esa Constituci¨®n con la que nos han estado dando la brasa durante tres d¨¦cadas.
El 15-M ha iniciado las acciones para llevar a juicio a Rato. Es previsible que tras esta primera iniciativa que pretende realizar, seg¨²n sus promotores, un N¨²remberg financiero, vengan otras y m¨¢s altas. Hacen bien en tener miedo.
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