El evangelio seg¨²n Lenny
El neoyorquino se dej¨® de pamplinas para edificar, qui¨¦n lo dir¨ªa, un competente espect¨¢culo de rock para toda la familia.
Es de agradecer que Lenny Kravitz se presentase en Valencia con el ego bien amarrado, tan seguro de s¨ª mismo como siempre pero sin m¨¢s desbarres de los necesarios. S¨ª, cierto es que presentar su historia personal como modelo de integraci¨®n racial (b¨¢sicamente, lo que ilustran la letra y las im¨¢genes proyectadas en pantalla al ritmo de Black & White America) no es propio de alguien con problemas de autoestima. Pero tampoco le pidamos peras al olmo.
Su discograf¨ªa propia siempre ser¨¢ infinitamente peor que su colecci¨®n privada de discos (ante la duda, h¨¢ganse con los originales), ya que su batido de soul, funk, rock espinado de la escuela Hendrix y psicodelia de estirpe beatleiana, todos convenientemente licuados al gusto de un p¨²blico mayoritario, no va a granjearle a estas alturas m¨¢s adeptos de los que ya ten¨ªa. Y menos con ¨¢lbumes tan previsiblemente formulistas como Black & White America, un discreto m¨¢s de lo mismo, del que apenas dispers¨® cuatro temas, convenientemente diseminados.
Lenny Kravitz: voz y guitarra; Craig Ross: guitarra; George Laks: teclados; Gail Ann Dorsey: bajo; Franklin Vanderbilt: bater¨ªa; Ludovic Louis: trompeta; Troy Andrews: tromb¨®n; Harold Todd: saxo. Vel¨®dromo Luis Puig. Valencia, martes 29 de mayo de 2012.
Quiz¨¢ sea la edad, quiz¨¢ sea que el horno no est¨¢ ya para exhibiciones vacuas: el caso es que el neoyorquino se dej¨® de pamplinas (los injustificados y plomizos solos instrumentales se vieron muy reducidos) para edificar, qui¨¦n lo dir¨ªa, un competente espect¨¢culo rock (de hecho, esta vez ni se sent¨® al piano) para toda la familia. Es evidente que cualquiera de sus hits (porque su concierto fue una colecci¨®n de ellos) busca siempre el marchamo de cl¨¢sico por el atajo m¨¢s corto. El que marcan unos riffs, unas melod¨ªas y unas letras que, de tan obvias, no podr¨ªan nunca escapar al t¨®pico. Pero hay que reconocer que, a diferencia de lo de hace tres a?os, su actuaci¨®n tuvo nervio y ligaz¨®n, rematada con la el¨¦ctrica secuencia Where Are We Running?, Fly Away y Are You Gonna Go My Way (su mejor tema). Hasta ah¨ª, el mejor Kravitz posible. Porque en el bis se dedic¨® a evangelizar al mismo p¨²blico al que hab¨ªa compadecido minutos antes (qu¨¦ mala es la crisis, sobre todo si has de desembolsar casi 50 euros), dej¨¢ndose agasajar por la masa durante un cuarto de hora al ritmo de una interminable Let Love Rule. Que reine el amor.
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