La soldadesca intelectual
Un seminario analiza el reclutamiento de cuadros pol¨ªticos y culturales por el r¨¦gimen franquista en los primeros a?os tras la Guerra Civil
Primer d¨ªa de octubre de 1936: el general Franco asume la jefatura del Estado. Por la noche, desde los micr¨®fonos de Radio Castilla, en la que parece la difusi¨®n de su particular programa de la nueva Espa?a, no se olvida de algo que no se intu¨ªa urgente en ese inicio b¨¦lico, pero al que destina unos buenos minutos: el papel de los faros culturales y la denuncia de una ¡°intelectualidad equivocada¡± que era en buena parte causante de los males de Espa?a y del estallido de la guerra.
Recog¨ªa el dictador reflexiones, que Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n hab¨ªa destacado ya en 1932, sobre un aspecto tan importante como los fusiles: reclutar la soldadesca intelectual. Y, en una derivada, en lugares tan refractarios como Catalu?a, construir una nueva clase pol¨ªtica, especialmente a nivel municipal.
Catalu?a era diferente. Falangistas a principios de 1939 hab¨ªa pocos, y entre estos, muchas diferencias y tensiones, am¨¦n de la ¡°dificultad de controlar qui¨¦n era qui¨¦n en el alud de solicitudes para ingresar que se da desde ese momento¡±, recuerda el historiador de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona (UAB) Mart¨ª Mar¨ªn, que constata que el r¨¦gimen se vio parcialmente obligado a ¡°reclutar gente con poco pasado pol¨ªtico, trabajaron con personal muy nuevo porque tampoco hubo mucho reaprovechamiento de pol¨ªticos que participaran en la dictadura de Primo de Rivera¡±.
Mar¨ªn ha buceado en las trayectorias de unos 800 concejales y alcaldes, y ha expuesto sus conclusiones en el seminario Intelectuales para los nuevos tiempos. El franquismo pol¨ªtico-cultural catal¨¢n de los a?os 40, organizado en Barcelona por la UAB, la Universitat Oberta de Catalunya y la Fundaci¨®n Carles Pi i Sunyer.
La Lliga Regionalista
As¨ª, los miembros de los Consistorios urbanos catalanes de 1939 a 1951 que hubieran tenido militancia pol¨ªtica anterior a 1936 eran poco m¨¢s de una tercera parte (35,5%), mientras que los que no formaron parte de partido pol¨ªtico alguno ascend¨ªan al 47,2% y el 17,2% manten¨ªa alguna militancia social. Los tradicionalistas fueron los que inicialmente aportaron m¨¢s miembros a los Consistorios. Falange, en una proporci¨®n cuatro veces inferior a la del resto de Espa?a, ocupaba casi siempre la alcald¨ªa.
El gran elemento distintivo es la presencia de la Lliga Regionalista, el segundo partido que m¨¢s gente aport¨® en una primera fase, especialmente en Tarragona. ¡°No es la c¨²pula, claro, sino los antiguos militantes de base que lo dejan de ser¡±, apunta Mar¨ªn, que hace hincapi¨¦ en la ¡°autenticidad de origen y trayectoria¡± que piden las nuevas autoridades a los aspirantes; el 18% eran excombatientes.
El proyecto de sustituci¨®n de las clases intelectuales no le fue f¨¢cil al r¨¦gimen. La tipolog¨ªa del intelectual era muy distinta: los hubo relativamente j¨®venes que aprovecharon la desaparici¨®n de entidades como el Institut d¡¯Estudis Catalans o la purga universitaria para colocarse. Es el caso de Guillermo D¨ªaz-Plaja, que fue de los que apostaron por ¡°la espa?olizaci¨®n de la cultura catalana a trav¨¦s de restablecer el imperio occitano, algo siempre m¨¢s acorde con las veleidades imperialistas y los mitos latinizantes del discurso franquista¡±, apunta la historiadora Ol¨ªvia Gassol. Tambi¨¦n estaba el ¡°converso¡±, versi¨®n que ten¨ªa su paradigma en Fernando Valls y Taberner; una tercera pata estar¨ªa en aquellos que no hab¨ªan encontrado un lugar en los a?os treinta y aprovechaban el exilio de quienes les superaron para ocupar su lugar.
El Ateneo Barcelon¨¦s (bajo control falangista) fue de 1939 a 1941 el centro de mando m¨¢s activo de esta intelectualidad en el erial cultural de posguerra. Los altavoces fueron varios, pero sobre todo la revista Destino y el diario La Vanguardia Espa?ola. En el semanario creado por catalanes de Burgos y que al llegar a Barcelona en 1939 llevaba como subt¨ªtulo Pol¨ªtica de unidad destac¨® el periodista Manuel Brunet, Romano, que tras pasar por el centro izquierda catalanista de Acci¨® Catalana ya en 1932 se decant¨® por la Lliga y recuper¨® sus fuertes convicciones cat¨®licas, que se exacerbaron tras la persecuci¨®n que sufri¨® en 1936. Quien ya en 1933 contrapon¨ªa las virtudes del fascismo italiano a la izquierda espa?ola acab¨® siendo ¡°un antirrepublicano y anticomunista furibundo, inspirado m¨¢s por sus convicciones religiosas que por las directrices del r¨¦gimen¡±, apunta Francesc Montero, autor de una tesis doctoral sobre el personaje. El investigador ha hallado unas notas personales, escritas en catal¨¢n, donde recriminaba a Falange ¡ª¡°una especie de FAI con procesi¨®n de Corpus¡±¡ª, que al serle dada ¡°como bot¨ªn de guerra la facultad de restringir todo tipo de equipos profesionales¡± su labor se tradujo en "la estraperlizaci¨®n de la cultura".
Los grandes
Destino ir¨ªa introduciendo, seg¨²n la fil¨®loga Eul¨¤lia P¨¦rez Vallverd¨², los nuevos referentes culturales (Quevedo, Graci¨¢n, Isabel la Cat¨®lica¡) y reelaborando el catalanismo, viendo en el modernismo la corriente ¡°precursora del desastre¡± y en el novecentismo ¡°el gran enemigo, por portador del catalanismo¡±. Bajo esa bandera, Josep Pla, por ejemplo, recuperar¨¢ a Santiago Rusi?ol ¡°como el pintor de Aranjuez¡±; Joan Teixidor y Joan Estelrich, al poeta Maragall con relaci¨®n a ¡°la Generaci¨®n del 98 como enlace con Espa?a¡±, y Mart¨ª de Riquer se encargar¨¢ del ¨²nico vestigio tolerable de literatura catalana: el del periodo medieval.
Para el historiador Francesc Vilanova, el diario La Vanguardia Espa?ola, bajo la direcci¨®n del ex responsable del ABC de Sevilla cuando la guerra, Luis de Galinsoga, ser¨ªa entre 1939 y 1945 la gran plataforma franquista institucional. Su objetivo era ¡°construir y expandir la nueva memoria hist¨®rica del franquismo dando voz a la nueva intelectualidad¡±. Con un lenguaje muchas veces amenazador y con un tono de aviso a la ciudadan¨ªa si no se segu¨ªan las nuevas directrices en sus art¨ªculos, Galinsoga apost¨® por sustituir a los intelectuales catalanes por los provenientes de Madrid. La gran culminaci¨®n fue en enero de 1942, cuando la primera visita de Franco a Barcelona desde 1939: Manuel Machado, Enrique Montes, Wenceslao Fern¨¢ndez Fl¨®rez, Francisco de Coss¨ªo y Ernesto Gim¨¦nez Caballero, entre otros, se dedicaron a ¡°recordar y recalcar la Catalu?a espa?ola¡± y ratificaron su condici¨®n de plumas asiduas. Las armas primero, pero despu¨¦s las letras.
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