Aqu¨ª no hay playa
Cuando Garc¨ªa Albiol dice que ¡°convivir con los rumanos vulnera el derecho a la dignidad de los vecinos¡±, enfrenta a pobres contra pobres
Deseng¨¢?ate, hermano, la austeridad no es leer a Paul Auster. La austeridad es una hero¨ªna de novela rosa que al final se tira por un barranco. Todo ha terminado, Baby Blue. ?Pod¨ªa ahora tener Dylan m¨¢s raz¨®n? Ahora la libertad es un barco fantasma tripulado por esqueletos y el mar est¨¢ lleno de glaciares como las monta?as de la locura de Lovecraft. Desde all¨¢ arriba, en Marte, los colonos de Bradbury nos contemplan con ojos como platos y se preguntan si realmente se han librado, si todo esto que nos ocurre aqu¨ª no les pasar¨¢ luego a ellos. (Acaba de llegar otro colono con un traje sencillo y una maleta en la mano, con las palmas doloridas por el peso del equipaje, igual que el viajante de Muerte de un viajante, de Arthur Miller.) Venus es un punto en el Sol cada mil a?os y un puntazo cada mil noches. Solo queda el amor y, rendidos a ¨¦l, los jubilados van recitando por esos ambulatorios con presura el C¨¢ntico espiritual de san Juan de la Cruz a la voz de: ?Ay!, ?qui¨¦n podr¨¢ sanarme? La austeridad es una vieja millonaria haciendo punto de cruz, que no sabe c¨®mo van a heredar sus hijos la pasta que ha metido en Liechtenstein.
?Qu¨¦ es la vida?, un Frenadol. De una forma azarosa, y a la vez intencionada, el alcalde de Badalona cita continuamente a Calder¨®n de la Barca, pues ese es el nombre de una de las calles m¨¢s pobres en uno de los barrios m¨¢s depauperados de la ciudad que gobierna. Cuando Xavier Garc¨ªa Albiol declara que ¡°convivir con los gitanos rumanos vulnera el derecho a la dignidad de los vecinos¡±, est¨¢ enfrentando a pobres contra pobres, a los que viven en todos esos barrios de Badalona (La Salut, Sant Roc...), donde el mayor bien siempre es peque?o y el pueblo unido sue?o es. Y cuando a?ade que est¨¢ animado para continuar ¡°amargando legalmente¡± a quienes causen inseguridad, nos ense?a que la austeridad es amargar legalmente al personal.
En su delirio de perseguidor de gitanos rumanos, Garc¨ªa Albiol, el hombre que besa la vara que le da de mandar, recuerda sobre todo a otro rumano, Corneliu Codreanu, tambi¨¦n delirante y tambi¨¦n perseguidor de gitanos rumanos. Ser rumano en la vida es casi peor que ser ciego en Granada o ser de Badalona en tiempos del PP, que resultan lo m¨¢s parecido a los tiempos del c¨®lera. Nadia Comaneci, que llam¨® a su hijo Dylan por Bob Dylan; B¨¦la Lugosi, que era de Transilvania, igual que el conde al que entreg¨® toda su sangre; Cioran, en sus noches l¨²gubres; Johnny Weissm¨¹ller, que fue rey de los monos; Ionesco, convertido en rinoceronte, se le aparecen en sus amargos sue?os a Garc¨ªa Albiol y le anuncian que el fin del mundo llegar¨¢ en 4 meses, 3 semanas y 2 d¨ªas.
La cazadora de b¨¦isbol de Ray Bradbury, sus gafas como dos aparatos de televisi¨®n juntos en el comedor, su sonrisa de tipo de derechas que sabe perfectamente lo que hay que hacer con el mundo y que dec¨ªa, cuando le preguntaban, que Peter Pan era un aut¨¦ntico hijo de puta y que Reagan hab¨ªa sido el mejor presidente de la historia. (En muchos aspectos Bradbury es m¨¢s conservador que el propio Albiol, pero, por otra parte, ha sido de m¨¢s utilidad.) Ray Bradbury explicaba en Zen en el arte de escribir (Minotauro, 2002, su libro de recuerdos literarios), que cada ma?ana al levantarse pisaba una mina y el resto del d¨ªa lo pasaba intentando reconstruirse. Bradbury es un l¨ªrico de la ciencia-ficci¨®n, un melanc¨®lico y a ratos un prosista cursi, un Norman Rockwell de un cine que retumba bajo la Luna. Y ante todo, uno de los mejores escritores del siglo XX. Decir que Ray Bradbury fue uno de los mejores escritores de la ciencia-ficci¨®n habr¨ªa sido tan obsceno como decir que Martin Luther King fue una de las mejores personas la de raza negra.
Si me das a elegir, por citar ahora a Los Chunguitos, entre la corbata rosa de Garc¨ªa Albiol y la chupa de b¨¦isbol de Ray Bradbury, ay, amor, me quedo contigo, cazadora High School, libro en llamas, cuerpo tatuado, efecto mariposa en el ruido de un trueno. Porque a ti te he le¨ªdo boca abajo, en la playa de Badalona, al pie de las tres chimeneas, cuando aquello era mayormente sangre y arena. Y porque todas las cr¨®nicas cuanto m¨¢s marcianas m¨¢s verdaderas. (Hace tiempo que aquella playa creci¨® y se transform¨® en una playa nudista; y ahora Garc¨ªa Albiol quiere echar a los que van ah¨ª porque hicieron unos apartamentos de lujo en primera l¨ªnea de mar y a los nuevos vecinos no les gusta la carne vuelta y vuelta.)
La austeridad es un nudismo a la fuerza; que nos lo vayan quitando todo; que de repente un agujero negro quite de en medio a Ray Bradbury y que otro d¨ªa un alcalde que mide m¨¢s de dos metros de alto quite de donde est¨¢ un tipo de playa por una moralina de pocos cent¨ªmetros. En Espa?a, la austeridad es vivir en zombi, ya desde el siglo del Lazarillo y de aquel escudero, tercer amo suyo, que viv¨ªa en una casa oscura y l¨®brega como una sepultura. Pero nuestra vida zombi actual est¨¢ espl¨¦ndidamente relatada en la novela de Fernando Royuela Cuando L¨¢zaro anduvo (Alfaguara, 2012). Tambi¨¦n lo vio muy claro el Sr. Absence en su Blog Ausente: lo m¨¢s parecido a un mogoll¨®n de zombis, con sus chaquetas rotas y su hambre profunda, es un mogoll¨®n de parados, de los que hac¨ªan cola en la ¨¦poca de la Gran Depresi¨®n. Van a por nosotros, ya lo dijeron los Accidents Polipo¨¨tics. Ray Bradbury ha muerto y el tel¨¦fono de los amos del mundo es el 451.
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