El S¨®nar nocturno corona las excepciones
Lana del Rey abraza un sonido de c¨¢mara marcado por violines, piano ac¨²stico y guitarra
Las caras, las expresiones. El term¨®metro de los conciertos suele situarse all¨ª, donde los sentimientos se hacen gesto. Y si hay que atender a alg¨²n bar¨®metro que patente lo ocurrido en la primera jornada nocturna del S¨®nar fue en las caras de las mujeres durante la actuaci¨®n de Lana del Rey, el reclamo comercial al que ha recurrido el S¨®nar para volver a decir que en su agenda cabe todo, incluso artistas que para actuar abandonan expresamente la electr¨®nica. La cantante norteamericana, junto al brasile?o Amon Tobin y a Richie Hawtin, fueron algunos de los protagonistas de una noche exitosa en la afluencia de p¨²blico aunque escasamente productiva en t¨¦rminos art¨ªsticos.
Las caras. ?Qu¨¦ ve¨ªan en Lana del Rey la multitud de mujeres que la miraban con los ojos extasiados, las manos unidas bajo la barbilla y el suspiro a punto de brotar de la boca? ?Qu¨¦ atrae del modelo propuesto por esta vocalista que regurgita a la mujer m¨¢s cl¨¢sica? Era la del p¨²blico femenino una imagen poderos¨ªsima y hermosa repetida hasta la saciedad entre las primeras filas del gent¨ªo que se situ¨® frente a su escenario. Sobre ¨¦l, Lana no pos¨® como una pin-up de los a?os cincuenta, ic¨®nica imagen reconstruida por ella, sino como una princesita de Desembarco del Rey. Reforzando su aire inocente con un peinado suelto y na?f, y ganando altura con unos zapatos desde los que podr¨ªa precipitarse, Lana fij¨® su imagen entre los l¨ªmites marcados por la mujer que sabe a lo que juega y decide en consecuencia y la que se deja querer, fr¨¢gil e inocente toda ella.
Pero la decisi¨®n m¨¢s determinante de Lana del Rey fue en el S¨®nar prescindir, como muy probablemente viene haciendo, de la producci¨®n electr¨®nica presente en su disco y abrazar un sonido de c¨¢mara marcado por violines,? piano ac¨²stico y guitarra. No hubo pues pulsi¨®n r¨ªtmica, lo que perjudic¨® a canciones como Lolita, amansada por los violines y sin el tono picante de su estribillo, y reivindic¨® el car¨¢cter calmo de otras, caso de Video games, cuya toma en directo no difiri¨® en exceso de la del disco. El repertorio, formado por temas como Blue jeans, Born to die, Without you o National anthem entre otros, result¨® una demostraci¨®n de que Lana se quiere reivindicar como artista arreglando sus canciones de manera sorprendente, atenta siempre a la pirueta. La pregunta es ?quien necesitaba m¨¢s esos arreglos, las canciones o la construcci¨®n ic¨®nica de Lana?
Sea como fuere, como entre los observadores se tem¨ªa un fiasco de proporciones fara¨®nicas, al resultar que Lana no desafina, canta con solvencia y construye caligr¨¢ficamente el personaje de ni?a bien cuyo carisma estriba en la aparente timidez, el concierto se salv¨®. Que resultase aburrido a causa de unos arreglos ins¨ªpidos pas¨® a ser circunstancial. Que en 45 escasos minutos despachase su entrega casi hasta se agradeci¨®, s¨ªntomas evidentes de los tiempos que corren: lo que no es un fracaso ya es un ¨¦xito. Poco m¨¢s o menos lo que pas¨® con New Order el jueves. Sin t¨¦rminos medios.
El resto de la noche dej¨® para la retina la actuaci¨®n de Amon Tobin, refugiado en lo que Superman hubiese denominado bloques de kriptonita, blanca superficie de formas cuadrangulares sobre las que se proyectaban im¨¢genes de car¨¢cter mayormente geom¨¦trico que reconstru¨ªan las tres dimensiones. Con el acompa?amiento de una m¨²sica que simultaneaba ruidos y patrones r¨ªtmicos pausados, la secuenciaci¨®n de m¨²sica e imagen produjo momento de gran belleza. En el cap¨ªtulo de disc jockeys de la primera franja horaria, Richie Hawtin protagoniz¨® una sesi¨®n nada excitante, muy pausada, previsible y carente de ¨¢ngel. El p¨²blico, dispuesto a enarbolar pu?os a la primera de cambio, tuvo que esperar a otros disc jockeys para hacerlo. Pero estuvo peor James Blake, cuya t¨¦cnica como disc jockey es simplemente inexistente. Su sesi¨®n quiso se ecl¨¦ctica, pero result¨® estr¨¢bica, incapaz de mantener una l¨ªnea, pele¨¢ndose por cuadrar los temas y limit¨¢ndose al final a dar entrada a las canciones por corte, una tras otra. Los mejores momentos fueron los autoreferenciales, cuando se pinch¨® a s¨ª mismo.
Y en medio de todo esto, resaltar la importancia de programar de forma adecuada, atendiendo a horarios y parrilla. La aparici¨®n de Friendly Fires tras el set de James Blake dimension¨® al alza al grupo brit¨¢nico de dance-pop. Su descaro, el poder arm¨®nico de sus canciones, la entrega f¨ªsica de todo el grupo, la exhuberancia de su corta pero efectiva secci¨®n de metal, las prestaciones de su cantante y la alegr¨ªa general que desprendieron les dieron un inopinado papel protagonista. Como Lana del Rey, dos excepciones de la noche.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.