Una tarde de ausencias
Fandi?o se va de vac¨ªo de su encerrona con seis toros en Vista Alegre Un ¡®torrestrella¡¯, la res m¨¢s brava de una insulsa corrida concurso
Fue una tarde de ausencias, empezando por el sol, que apunt¨® a primeras horas de la ma?ana y cedi¨® paso a una lluvia que enfri¨® los proleg¨®menos del festejo. Los toros no son una fiesta para chubasqueros, y ayud¨® a la ausencia de buen n¨²mero de aficionados en los tendidos, que s¨®lo cubrieron un tercio del aforo de Vista Alegre, con un buen n¨²mero de fieles protegidos en la lejan¨ªa de las gradas cubiertas.
Pero faltaron varios aspectos a?adidos, como el tan anunciado concurso de bravura. Las normas entregadas en la entrada a los espectadores se fueron incumpliendo de principio a fin. Con todo, hubo instantes en los que se vibr¨® con las arrancadas al caballo. Hasta 17 puyazos entre los astados que optaban al premio, puesto que el manso sobrero de El Cortijillo, remiendo del quinto, no entraba en liza. El de La Quinta abri¨® la pelea con tres acometidas, desiguales; el de Partido de Resina fue tres veces con alegr¨ªa y el picador puso tres buenas varas.
Mereci¨® la oreja ante el ¡®victorino, el toro al que mejor entendi¨® con la muleta
Manse¨® el de Victorino y el inv¨¢lido de Torrealta, a la postre devuelto a los corrales, no aguant¨® m¨¢s de dos varitas. Fue pronto y bravo el de Torrestrella, que mereci¨® haber recibido un cuarto encuentro, algo que s¨ª logr¨® el de Alcurruc¨¦n, alegre y vibrante antes de apagarse en la muleta. As¨ª, el trofeo cay¨® en manos de Alvarito Domecq, propietario de Pocosue?o con el hierro de Torrestrella
Pero faltaron los alicientes para tener una tarde grande, como debe ser una encerrona en Bilbao. La tarde no arrancaba nunca; en cada toro parec¨ªa que se volv¨ªa a iniciar las intenciones de vivir algo diferente, pero el festejo estaba metido en un bucle que no sal¨ªa de un pretendido tercio de varas lucido y una labor discreta en el resto; sin brillo con el capote, sin lucimiento en las banderillas y con solvencia en la muleta, aunque llegar a pisar lo fuerte que cabe esperar en una gran cita. El de Ordu?a s¨®lo hizo un quite, por chicuelinas, ning¨²n subalterno se desmonter¨® con los palos y tampoco hubo prontitud con los aceros.
Las normas del concurso de bravura se fueron incumpliendo de principio a fin
Mereci¨® la oreja Fandi?o ante el victorino, el toro al que mejor entendi¨® con la muleta, pero la presidencia no consider¨® mayoritaria la petici¨®n.
El resto de su labor se sald¨® con saludos en el primero y quinto, mientras que hubo silencio en el segundo y el cuarto. No fue el Fandi?o arrollador, el bravo, ese torero que rebosa torer¨ªa y est¨¢ llamado a escribir p¨¢ginas importantes del toreo. Dio la sensaci¨®n de que varios toros, lejos de lucir en un concurso de bravura, podr¨ªan haber roto en manos del Fandi?o habitual, a quien se ech¨® en falta ayer. El protagonista de la tarde fue, de forma parad¨®jica, el principal ausente.
La gente lleg¨® fr¨ªa, sin el fervor de una encerrona, y las faenas siempre apuntaban, pero nunca romp¨ªan. ?Maldito bucle! Las tardes grandes tienen que desprender ilusi¨®n y ayer en Bilbao esta brill¨® por su ausencia.
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