La lucha por el catal¨¢n en un barrio de Santa Coloma: ¡°Lo aprend¨ª en el cole, pero no lo necesito¡±
El contexto social, la falta de alicientes y la dificultad de acceder a cursos hacen retroceder el uso de la lengua en las zonas con m¨¢s inmigrantes del ¨¢rea metropolitana de Barcelona, como el Fondo
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Una madre abronca en chino a su hijo, que avanza con una moto correpasillos azul celeste, obstinado y sin mirar atr¨¢s, hacia el paso de peatones. Un vendedor de frutas y verduras bromea en urdu con un ni?o que ha detenido su bicicleta frente a la tienda. Un padre charla en ¨¢rabe con su hija mientras sostiene su mochila a la salida del colegio. Un jubilado comenta en castellano con un amigo, los dos sentados en un banco de la plaza del Reloj, lo apretada que est¨¢ LaLiga. En el barrio del Fondo, en la frontera sur de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) conviene afinar el o¨ªdo: es un territorio pluriling¨¹e, y tal vez el ¨²nico idioma que apenas se escucha es el catal¨¢n.
Barrio de acogida de la inmigraci¨®n andaluza y extreme?a durante el franquismo (¡°a los catalanes les llamaban ¡®forasteros¡±, apunta la historiadora Isabel Mart¨ªnez en un libro sobre el Fondo), hoy el 43% de la poblaci¨®n que lo habita es de origen extranjero, casi el doble que la media catalana (21,5%). Es uno de esos lugares vibrantes, abigarrados y llenos de vida del ¨¢rea metropolitana de Barcelona donde est¨¢n en juego muchas cosas (el problema de la vivienda, el futuro de la inmigraci¨®n) y, tambi¨¦n, la funci¨®n del catal¨¢n como factor de cohesi¨®n social.
La impresi¨®n al pasear por estas calles, donde siempre hay acci¨®n, es que el catal¨¢n no est¨¢ ganando su batalla. Y eso que el Fondo ha sido hist¨®ricamente, por su composici¨®n demogr¨¢fica, experimento y basti¨®n en la defensa de esta lengua. Fue en una escuela de este barrio, la Rosell¨® P¨°rcel, donde comenz¨® el modelo de inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica en la educaci¨®n despu¨¦s de que, en 1982, un grupo de padres exigiera al president Jordi Pujol cursos de catal¨¢n para, entre otras cosas, ayudar a sus hijos a hacer los deberes. Y fue aqu¨ª tambi¨¦n donde se instal¨® uno de los primeros centros de normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica (CNL), L¡¯Heura, para hacer que el catal¨¢n creciera como una hiedra (esa es su traducci¨®n) por las paredes del edificio social.
Rongjun, un joven de origen chino de 23 a?os y adem¨¢n tranquilo, aparece de entre los pasillos repletos de objetos del bazar familiar. Acude en auxilio de su madre, que no entiende por qu¨¦ le est¨¢n preguntando si habla catal¨¢n. La Generalitat acaba de presentar la Encuesta de Usos Ling¨¹¨ªsticos, una especie de term¨®metro que, cada cinco a?os, mide la buena (o mala) salud del idioma. El informe constata que el uso social del catal¨¢n pierde peso, y que un factor determinante en esa ca¨ªda es la baja natalidad aut¨®ctona y la elevada inmigraci¨®n, que ni lo tiene f¨¢cil para aprender el idioma (las listas de espera de los cursos oficiales supera las 8.000 personas), ni est¨¢ en un contexto social propicio, ni percibe a veces alicientes para hacerlo. ¡°Aqu¨ª la gente ya no es que no hable catal¨¢n, es que casi ni habla castellano¡±, r¨ªe Rongjun sobre un rinc¨®n del extrarradio donde conviven m¨¢s de cien nacionalidades.
Dos cr¨ªos interrumpen con una sonrisa la charla para vender papeletas para un viaje de fin de curso por un euro. La madre de Rongjun pregunta, en un castellano precario, si es gratis. Los ni?os no entienden que est¨¢ bromeando. Visten el ch¨¢ndal de la escuela cooperativa Les Neus, justo enfrente de la tienda. All¨ª estudi¨® Rongjun. ¡°Aprend¨ª catal¨¢n en el cole, pero no lo necesito y lo he ido olvidando. Ahora me cuesta mucho hablarlo. Voy al cine y tengo amigos de aqu¨ª, pero todo eso lo hago en castellano¡±.

La escuela no es suficiente
La escolarizaci¨®n es clave para aprender la lengua, y eso se aprecia al comparar las generaciones que llegaron de adultas y las que han estudiado aqu¨ª. Aun as¨ª, parece que con eso no es suficiente para garantizar el uso social del catal¨¢n. Yuxiang, de 15 a?os, estudia en el instituto, pero solo lo emplea ¡°con los profesores¡± y no tiene demasiado inter¨¦s en profundizar. ¡°Es que yo ya hablo muchos idiomas: castellano, ingl¨¦s y japon¨¦s, y algo de catal¨¢n¡±. La encuesta del Govern, que recoge datos de 2023, constata que el 33% de los ciudadanos (ocho millones en total) tiene el catal¨¢n como primera lengua y que el 24% de la poblaci¨®n no lo usa nunca. Se?ala adem¨¢s que los extranjeros se expresan habitualmente en ¡°otras lenguas¡± (ninguna de las oficiales) en el 17% de los casos. Un estudio del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) de 2021, se?alaba que el 70% de los extranjeros no habla catal¨¢n o lo hace con dificultad.
M¨¢s all¨¢ de la voluntad y el esfuerzo de cada individuo por aprender un nuevo idioma, la clave es el contexto. La vida en barrios como el Fondo, con una s¨®lida base de partida castellana, tiene un per¨ªmetro limitado que convierte el uso del catal¨¢n en algo secundario, casi irrelevante. Las familias, se constata en calles y comercios, priorizan el idioma materno, lo que ocurre tambi¨¦n en las relaciones entre amigos. El Fondo explica, en dosis demasiado concentradas, lo que ocurre en el ¨¢rea metropolitana de Barcelona, donde m¨¢s all¨¢ de la escuela o la administraci¨®n, faltan anclajes para que los extranjeros se agarren al catal¨¢n.
Elisa Encarnaci¨®n, 38 a?os, charla en un parque infantil con una amiga, frente al mercado del Fondo, mientras la hija sube y baja del columpio. Luce un pa?uelo que le recoge el pelo negro con los colores de su pa¨ªs, Rep¨²blica Dominicana, de donde lleg¨® a los nueve a?os. Estudi¨® la ESO en catal¨¢n. ¡°S¨¦ hablarlo, pero no lo uso porque mira, aqu¨ª en el barrio nadie lo habla¡±. Madre de una hija ¡°y de otra que est¨¢ en camino, gracias a Dios¡±, trabaja en la cocina de un hospital y solo habla catal¨¢n con una enfermera amiga suya. Por eso lo tiene, como Rongjun, oxidado. Es como el ingl¨¦s, dice: si no se habla, se pierde. Y en el barrio no hay oportunidad de hacerlo. Su exposici¨®n al idioma se limita a los caf¨¦s con la enfermera y a las reuniones escolares. ¡°Otra cosa son los pueblos peque?os. Pas¨¦ una temporada en Sitges, y all¨ª s¨ª ten¨ªa que hablarlo m¨¢s¡±.

¡°Ha de ser necesario y atractivo¡±
Si Elisa puede ayudar a su hija a hacer los deberes, a Katia Ulloa, hondure?a de 26 a?os, le gustar¨ªa hacer lo mismo con su sobrina. Mientras limpia la barra de El Mes¨®n de Guady, cuyo r¨®tulo promete a sus clientes ¡°el aut¨¦ntico sabor latino¡±, Katia admite que, aparte de eso, no necesita el catal¨¢n en su d¨ªa a d¨ªa. Pese a ello, ha hecho el esfuerzo de sacarse, online, el t¨ªtulo B1 que ofrece el Consorcio para la Normalizaci¨®n Ling¨¹¨ªstica (CPNL). Seg¨²n la encuesta del Govern, dos millones de personas tendr¨ªan inter¨¦s en aprender o mejorar su nivel de catal¨¢n; la mitad de ellas son extranjeros. Uno de los obst¨¢culos son las elevadas listas de espera para acceder a unos cursos oficiales que, entre otras cosas, necesitan los extranjeros en situaci¨®n irregular para obtener el informe de arraigo (se exige un curso de 45 horas de catal¨¢n) y optar al permiso de residencia.
El colapso de los cursos fue denunciado por el Sindicat de Manters, que pide evitar culpar a los inmigrantes del retroceso del catal¨¢n en la calle porque ser¨ªa dar alas a los discursos de odio. En un v¨ªdeo grabado, en catal¨¢n, por diversos inmigrantes, la entidad denuncia las dificultades para acceder a los cursos, los horarios poco compatibles con la vida laboral y familiar y el hecho de que los centros est¨¦n demasiado lejos de sus hogares.
Noem¨ª Ubach lleva tres d¨¦cadas palpando la realidad socioling¨¹¨ªstica de Santa Coloma. Es la directora de L¡¯Heura, por cuyas aulas han pasado, desde 1984, m¨¢s de 50.000 personas. Ubach admite que puede haber un primer motivo ¡°m¨¢s instrumental¡± para los extranjeros (obtener los certificados) pero, a partir de ah¨ª, los cursos son tambi¨¦n ¡°una v¨ªa para acercarse a la cultura y la sociedad catalanas¡±. ¡°Hay padres, ahora como antes, que quieren poder ayudar a sus hijos a hacer los deberes¡±, dice la directora, que destaca ¡°la buena predisposici¨®n¡± de los inmigrantes por aprender el idioma. Ubach pide a los ciudadanos que se involucren y ¡°se acostumbren a escuchar catal¨¢n con diferentes acentos¡± para facilitar el tr¨¢nsito. Y apuesta por la seducci¨®n. ¡°Debemos hacer del catal¨¢n algo necesario, s¨ª, pero tambi¨¦n simb¨®licamente atractivo¡±.
Un cartel publicitario de L¡¯Heura, escrito en catal¨¢n y urdu, est¨¢ enganchado en el interior de Fondo M¨°bils, una tienda de venta y reparaci¨®n de tel¨¦fonos en la plaza del Reloj, el coraz¨®n del barrio. La regenta Ali, un pakistan¨ª de Lahore de 32 a?os, que lleva ocho a?os en Catalu?a pero no habla nada de catal¨¢n y solo chapurrea el castellano. Explica, en ingl¨¦s, que tarde o temprano se apuntar¨¢ a uno de esos cursos. Si no ha dado el paso es porque no lo ha necesitado (se apa?a con los clientes) y porque tiene otras urgencias, como reunir a su familia, instalada en Alicante. Ali ha desarrollado cierto sentimiento de pertenencia y considera aprender la lengua casi un deber moral. ¡°Me gusta mucho Catalu?a. Aqu¨ª me siento seguro, estoy a gusto y quiero desarrollar mi vida. Aprender el idioma me parece b¨¢sico¡±.
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