El Roto, a la intemperie
La Universidad de Santiago acoge una muestra de 25 vi?etas de ?ndr¨¦s Rabago La exposici¨®n trata de llamar la atenci¨®n a estudiantes y turistas sobre el desarrollo sostenible
La idea era aprovechar la luz natural en el mes de los d¨ªas m¨¢s largos y el espacio abierto del claustro en el Pazo de Fonseca, lugar de paso de universitarios hacia la Biblioteca Xeral de Santiago en plena ¨¦poca de ex¨¢menes, para llamar la atenci¨®n sobre el rumbo del planeta y sin consumir un solo megavatio. Pero son las siete, llueve a c¨¢ntaros y la tarde a mediados de junio pinta un color gris negruzco, muy a tono con las 25 vi?etas de la exposici¨®n.
Peregrinos en todos los idiomas que acuden a resguardarse de la lluvia reciben el chaparr¨®n de realidad que es Inmersi¨®n, Inmersi¨®n, la muestra de El Roto sobre econom¨ªa y desarrollo sostenible que organiza la Universidad de Santiago. Saluda al visitante una silueta en ca¨ªda libre que se autoconvence desde el aire: ¡°Vamos en la buena direcci¨®n, vamos en la buena direcci¨®n, vamos en la buena...¡±. Lo retrata con su m¨®vil Herminio, vendedor de cupones de la ONCE: ¡°Los dibujos son muy reales y las frases impactan. Aqu¨ª est¨¢ nuestro pasado y nuestro futuro¡±.
¡°Se trata de buscar una correflexi¨®n, de pensar con el espectador"
¡°Es lo que hay, para que luego dig¨¢is que exagero, echadle un vistazo a esto¡±, invita David a entrar ¡ªcalado hasta los huesos¡ª a sus compa?eros de camino. El grupo se para ante una fila de se?ores, todos iguales y trajeados que se apremian unos a otros para seguir avanzando. ¡°Antes de empujar todos en la misma direcci¨®n convendr¨ªa averiguar ad¨®nde vamos¡±, pregunta uno de los hombres dibujados. ¡°T¨² empuja y calla¡±, le replica la muchedumbre.
David interpreta en voz alta los trazos negros de rotulador para sus colegas: ¡°Es cierto, parecemos ovejas, es lo que quieren, nos dicen que les votemos para legitimar sus pol¨ªticas y nos dicen que si no votamos, no podemos protestar, cuando deber¨ªa ser al rev¨¦s¡±.
La muestra son 25 zarpazos con todo el bestiario de El Roto: los poderosos y sus inseparables pajaritas, los habituales desamparados, un monte en llamas que pide m¨¢s madera y hasta una pescantina con la basura de la playa sobre un cesto en la cabeza.
Elena Gonz¨¢lez, jubilada de 75 a?os que ya no sue?a con ver una Espa?a como la que conoci¨®, se para ante ella: ¡°Es la triste realidad, podr¨ªa ser una mariscadora gallega con su cesto en una playa de aqu¨ª¡±.
Al otro lado del tel¨¦fono, Andr¨¦s R¨¢bago, el dibujante que se esconde detr¨¢s de El Roto, aclara que la imagen parti¨® de una postal de un pueblo vasco pero que podr¨ªa ser gallega o de cualquier sitio. Como la mayor¨ªa de sus vi?etas que tratan de ¡°trasponer espacio y tiempo¡± sin concretar mucho m¨¢s. ¡°Se trata de buscar una correflexi¨®n con el lector, pensar con el espectador, ayudarle a parir esas ideas y buscar tambi¨¦n que espabile. Mi trabajo tiene un componente de servicio p¨²blico¡±.
Lo agradecen Carmen y Carolina, madre e hija reci¨¦n llegadas de Madrid y que se sorprenden al ver tanta ¡°cr¨ªtica¡± en ese v¨¦rtice del claustro. ¡°A veces necesitamos que alguien lo escriba, verlo as¨ª tan clarito para darnos cuenta de lo que est¨¢ pasando¡±, expone la mayor de las dos. ¡°Tiene toda la raz¨®n. La Tierra sigue emitiendo se?ales pero ya no hay indios Sioux que nos las traduzcan¡±, se?ala Carloina la vi?eta que cierra la exposici¨®n.
Del blanco y negro de sus trazos apenas escapan los lodos t¨®xicos de una f¨¢brica, la basura de la playa o el amarillo intenso de unas excavadoras que trabajan para ¡°consolidar lo insostenible¡±. ¡°Tiene una explicaci¨®n, yo el color lo utilizo para acentuar, para remarcar algo sobre lo que quiero llamar la atenci¨®n¡±, explica R¨¢bago, que seleccion¨® personalmente los dibujos y se ofreci¨® a colgar originales entre la piedra de Fonseca.
La Universidad lo descart¨® para no da?ar los dibujos y encarg¨® reproducciones. Ante una de ellas, una bola del mundo que se despedaza debajo de uno de sus amos, se detienen Stephanie y su amiga Anne, dos australianas que llegan a pie tras 27 d¨ªas a pie por el Camino Franc¨¦s. ?Qu¨¦ les parece la muestra? ¡°Triste, como Espa?a¡±. Esa tristeza que llama a reaccionar pender¨¢ del claustro hasta final de mes. En tres idiomas, por m¨¢s que la realidad que denuncia sea universal.
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