La izquierda y la corrupci¨®n
Pere Navarro tiene la oportunidad de encarar el ¡®caso Innova¡¯ de forma distinta de como Artur Mas gestiona el ¡®caso Millet¡¯
?La sociedad catalana est¨¢ para su desgracia acostumbrada desde hace d¨¦cadas al peri¨®dico goteo de casos de corrupci¨®n pol¨ªtico-econ¨®mica, en algunas ocasiones en b¨²squeda de beneficios particulares y en otras como parte de la financiaci¨®n irregular de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU). Desde el caso Casinos de la d¨¦cada de 1990, al caso Millet, todav¨ªa coleante, pasando por el caso Treball de la d¨¦cada de 1990, la lista es larga y solo hay una ocasi¨®n relevante en la que los miembros de CiU implicados en ellos no sean los protagonistas ¨²nicos: el caso Pretoria. Se trata de un asunto de tr¨¢fico de influencias descubierto en 2009 en el que dos destacados excolaboradores de Jordi Pujol, Llu¨ªs Prenafeta y Maci¨¤ Alavedra, comparten protagonismo con un pol¨ªtico socialista, el alcalde de una localidad tan importante como Santa Coloma de Gramenet, Bartomeu Mu?oz.
La izquierda catalana ha gobernado durante d¨¦cadas en los m¨¢s importantes Ayuntamientos y Diputaciones del pa¨ªs y durante siete a?os en la Generalitat, en un apreciable ambiente de honradez, en el que las excepciones han sido r¨¢pidamente acotadas. Sin embargo, ahora ha emergido el caso Innova, que salpica a dos exalcaldes del PSC y a un destacado alto cargo de la Administraci¨®n socialista, Carles Mant¨¦, que fue nada menos que director del Servicio Catal¨¢n de Salud durante la etapa de Gobiernos de izquierda en la Generalitat. El asunto ha surgido casi en el mismo momento en que saltaban tambi¨¦n otros dos casos con tufo de corrupci¨®n econ¨®mica, uno de ellos protagonizado por un exdirectivo del Hospital de Sant Pau, Ricard Guti¨¦rrez, y el otro por el diputado auton¨®mico de CiU Xavier Crespo cuando era alcalde de Lloret y por el empresario Ramon Bag¨®, exalcalde de Calella (Maresme) por CiU.
La trama puesta al descubierto es, desde luego, poca cosa en comparaci¨®n con lo ya conocido sobre los casos G¨¹rtel y Millet, en los que la financiaci¨®n irregular de PP en Madrid y Valencia, y de CiU, respectivamente, llevaba aparejada la obtenci¨®n de ping¨¹es beneficios para sus gestores. En el caso Millet, por ejemplo, se calcula en 32 millones de euros. De Mant¨¦ se habla de que habr¨ªa percibido unos 700.000 euros por trabajos dudosos.
La trama puesta al descubierto es, desde luego, poca cosa en comparaci¨®n con lo ya conocido sobre los casos G¨¹rtel y Millet
La diferencia es grande, pero las cifras no son lo m¨¢s importante en este asunto. Lo que le da relevancia es que viene a romper el espejo de la honestidad en la gesti¨®n de los asuntos p¨²blicos en el que se mira la izquierda all¨ª donde gobierna.
La direcci¨®n del PSC parece haber comprendido que debe encarar el caso Innova de forma distinta, incluso contraria, a como la c¨²pula de CiU ¡ªen cuyo v¨¦rtice se halla el presidente de la Generalitat, Artur Mas¡ª afronta el caso Millet, que, por otra parte, es la de siempre en los numerosos esc¨¢ndalos del mismo tipo que han afectado a su partido desde 1980: ocultaci¨®n, disimulo, negaci¨®n de obviedades. Y vuelta a empezar.
De ah¨ª que deba ser acogida positivamente la decisi¨®n del primer secretario socialista, Pere Navarro, de impulsar una investigaci¨®n del Parlament para llegar al fondo del asunto, aunque probablemente quede al descubierto que alguno de los suyos actu¨® como no deb¨ªa. Ello es as¨ª porque una de las primeras obligaciones de los dirigentes de la izquierda es, precisamente, dejar bien claro que no persiguen el poder para obtener beneficios particulares y que en el siempre posible supuesto de que alguno de sus militantes caiga en la tentaci¨®n de obtenerlos, su partido no reaccionar¨¢ como los de la derecha. Es decir, que no negar¨¢ lo ocurrido, no disimular¨¢ como si la cosa fuera con otro, no rehuir¨¢ responsabilidades y tampoco mezclar¨¢ imp¨²dicamente la responsabilidad pol¨ªtica y moral p¨²blica con la responsabilidad penal a la espera de que un largo proceso judicial diluya el esc¨¢ndalo. Eso es lo que hacen Artur Mas y Mariano Rajoy.
El peligro es que la aparici¨®n de una supuesta corrupci¨®n econ¨®mica en la izquierda sea interpretada con el gran argumento del populismo derechista: el de que todos son iguales. Pere Navarro y los socialistas tienen la oportunidad de dejar claro que no, que la izquierda no tolera la corrupci¨®n y que, cuando se da entre los suyos, tampoco la digiere como si nada ocurriera, como hace la derecha.
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