Objetivo: las nuevas clases medias
Por tanto, batir electoralmente al PP pasa siempre por ganar el coraz¨®n pol¨ªtico de las nuevas clases medias en mayor medida de lo que actualmente ocurre
Aun existiendo en Galicia una relaci¨®n importante entre el partido al que se vota y el estatus social o la clase de cada uno, esta relaci¨®n no es simple o lineal (tal clase, tal voto), sino compleja, de tal manera que el PP, a¨²n siendo el partido con m¨¢s apoyo absoluto en las clases altas y muy altas, no lo es en t¨¦rminos relativos a la composici¨®n interior de su voto, pues tanto el PSdG como el BNG, e incluso IU/EU, lo superan en esa presencia interna.
El PP es un partido de viejas clases medias (nombre muy intuitivo usado para un concepto complejo) y de trabajadores cualificados, sobre todo: un partido conservador por el lado de las viejas clases medias y populista por el de los trabajadores cualificados, a los que se dirige como objetivo preferente cuando comunica. Conservador y populista, esos son sus principales rasgos. Pero es un partido mal implantado en las nuevas clases medias (los sectores productivos nuevos y m¨¢s din¨¢micos), que son las que comienzan a decidir elecciones en Galicia, y su presencia tambi¨¦n es relativamente menor, como le ocurre al BNG o IU/EU, entre los trabajadores no cualificados. Por tanto, batir electoralmente al PP pasa siempre por ganar el coraz¨®n pol¨ªtico de las nuevas clases medias en mayor medida de lo que actualmente ocurre.
Cualquier movimiento pol¨ªtico inteligente de la izquierda debe ir encaminado a eso, de la misma manera que cualquier movimiento electoral de la derecha debe ir encaminado a lo mismo, a incrementar su apoyo en esas nuevas clases medias, que son ya el presente y anuncian un futuro, aunque la crisis las haya parado en seco. Estas clases medias, luchadoras y emprendedoras, no le hacen ascos, por citar un tema complicado, a la recuperaci¨®n del gallego en sus ciudades, pues ya han superado, en parte, los antiguos estigmas post-rurales de las viejas clases medias llegadas a la ciudad hace ya siglos, y se muestran proclives a esa recuperaci¨®n, de la misma forma que se consideran emprendedoras y necesitadas de cr¨¦ditos y est¨ªmulos. Muchos de entre los suyos han emigrado o lo est¨¢n haciendo. Si los perdemos, este pa¨ªs tender¨¢ a desaparecer a¨²n m¨¢s.
Si la izquierda cl¨¢sica, nacionalista o no, y los neonacionalismos emergentes desde los nuevos grupos magm¨¢ticos que los nutren, consiguen impactar en esas nuevas clases medias de forma significativa, la Galicia no conservadora habr¨¢ puesto una pica en Flandes. Pero si ocurre lo contrario, la Galicia conservadora se habr¨¢ adue?ado de buena parte del futuro inmediato y a medio plazo. Es, por tanto, una batalla electoral de gran inter¨¦s cuyo objetivo son esas clases din¨¢micas. Si es que a¨²n no se han ido de Galicia para cuando sean las elecciones.
En principio, la Galicia conservadora parte con ventaja en las encuestas, pese a la crisis (le falta ese punto eficiente en la comunicaci¨®n pol¨ªtica, que es siempre complicada en un contexto tambi¨¦n complejo como el gallego). La comunicaci¨®n progresista en general, con las excepciones de rigor, no tiene esa pegada incontenida que lleva a la liquidaci¨®n moral y pol¨ªtica del adversario, como ocurri¨® en el Reino de Espa?a tantas veces. Faltando esa pegada, la comunicaci¨®n ha de ser especialmente inteligente para suplir as¨ª el efecto de los golpes morales, digamos. Pero hay mucha rutina in¨²til en ese oficio de comunicar la pol¨ªtica y las pol¨ªticas. Es tan complicado hacerlo que hoy d¨ªa esa materia de trabajo es, nada menos, que una ciencia aut¨®noma, la Comunicaci¨®n Pol¨ªtica.
Si los grupos electorales cl¨¢sicos tienden a conservar sus apoyos, y los grupos nacionalistas de nueva marca consiguen ganar voto en esos sectores de estatus, Galicia cambiar¨¢ la orientaci¨®n de sus pol¨ªticas. Ese es el ¨²nico camino que la izquierda parece tener en este momento. No es imposible, ni mucho menos, pero es dif¨ªcil, sobre todo porque exige una disciplina pol¨ªtica general y comunicacional que, de momento, aun no ha llegado a esta cita. Tiene ya poco tiempo para hacerlo.
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