Las fincas p¨²blicas no tienen novio

Hace ahora un a?o que la Consejer¨ªa de Agricultura inici¨® las primeras subastas para deshacerse de 20.000 hect¨¢reas de terreno agr¨ªcola que pertenecieron al antiguo Instituto Andaluz de Reforma Agraria (IARA). La subasta ten¨ªa un doble objetivo: por un lado se cumpl¨ªa el decreto ley que daba carpetazo a la reforma agraria de 1984. Por otro, se buscaba aumentar los ingresos de las mermadas arcas auton¨®micas. Sin embargo, en este tiempo la Junta solo ha logrado vender cuatro de las 12 fincas de titularidad p¨²blica, y apenas se ha avanzado en el proceso para que los colonos que gestionaban las tierras en r¨¦gimen de alquiler asumieran su propiedad.

El decreto ley de la Junta fij¨® de plazo hasta el 31 de diciembre pasado para proceder a la venta de este patrimonio de m¨¢s de 20.000 hect¨¢reas de terrenos agr¨ªcolas, con la que se quer¨ªa recaudar unos 75 millones de euros. Sin embargo, la consejer¨ªa se vio forzada a ampliar otros seis meses el plazo para que todos los que hubieran mostrado su inter¨¦s culminaran la operaci¨®n.

Adem¨¢s, hizo m¨¢s atractiva la venta al aprobar una modificaci¨®n de la Ley de Presupuestos donde se establec¨ªa una rebaja en el precio de salida de hasta el 65% a los cultivadores provisionales, es decir, los colonos que lleven m¨¢s de una d¨¦cada trabajando las tierras pero con una concesi¨®n que se les iba prorrogando a?o tras a?o. La reducci¨®n a los colonos oscilaba en funci¨®n de la antig¨¹edad, la generaci¨®n de empleo o la inversi¨®n efectuada en las tierras. Sin embargo, estos incentivos no han servido para aligerar la venta.

Tres de las cuatro fincas cuyo proceso de enajenaci¨®n se ha completado se encuentran en la provincia de Ja¨¦n. Son La Melga y Barruelos, en Chiclana de Segura, y Las Juntas, en Segura de la Sierra. La cuarta finca es una zona regable de la cuenca del r¨ªo Chanza, en Huelva. Por todas ellas apenas se ha ingresado un mill¨®n y medio de euros, un precio muy por debajo del inicialmente previsto, ya que varias de ellas quedaron desiertas y en las subastas posteriores se rebaj¨® el precio de salida.

Otras siete fincas est¨¢n en proceso de subasta p¨²blica: Son las de Chozones, La Parra y Cortijo Vaquero (Granada), otra en el paraje de Barruelos (Ja¨¦n), Atochares y El B¨²ho (Almer¨ªa) y la de Somontes, en Palma del R¨ªo (C¨®rdoba). Finalmente, la Junta ha optado por renunciar a la subasta de la finca Majaramb¨², en Castellar de la Frontera (C¨¢diz).

Pero, adem¨¢s de la venta de las fincas que estaban en poder del IARA, Agricultura ofrece a los colonos la posibilidad de adquirir en propiedad las tierras que han venido trabajando como arrendatarios durante dos d¨¦cadas. Aqu¨ª es donde m¨¢s expectativas hab¨ªa para ingresar, pues buena parte de los 547 concesionarios de fincas r¨²sticas hab¨ªan mostrado su disposici¨®n de asumir su propiedad.

Sin embargo, la crisis econ¨®mica ha rebajado las expectativas de la Consejer¨ªa de Agricultura. En el ¨²ltimo medio a?o tan solo se ha formalizado la resoluci¨®n de venta de cuatro parcelas de la finca Dehesa de Pilas, en el t¨¦rmino municipal de Aznalc¨¢zar (Sevilla), con una superficie de 370 hect¨¢reas y un precio de 433.000 euros. Esta venta, que se concret¨® el pasado mayo, va a posibilitar que los 24 socios que forman parte de la empresa Marismas de Pilas tengan acceso a la propiedad de las tierras en las que han trabajado ininterrumpidamente durante los ¨²ltimos 30 a?os sembrando diversos cultivos como habas y trigo.

Esta venta se une a la formalizada a finales de 2001 de dos fincas con m¨¢s de 1.300 hect¨¢reas ubicadas en Villanueva de los Castillejos y Aroche (Huelva) y cuatro parcelas de invernaderos de flor cortada en Lebrija (Sevilla). La venta super¨® los 1,7 millones de euros. La normativa que aprob¨® la Junta proh¨ªbe la venta, divisi¨®n o segregaci¨®n de los terrenos durante un plazo de 25 a?os, una medida introducida para evitar la especulaci¨®n.

Parece claro que el objetivo de la Junta de ingresar 75 millones de euros por la enajenaci¨®n del patrimonio del antiguo IARA es, de momento, una quimera.