Ponerlo en todas partes
Las noticias tienen, en general, una vida corta. Salvo contadas excepciones, pasan como aviones por el cielo informativo, dejando una estela blanda, hueca, que se borra enseguida. Y sin embargo hay algunas que merecer¨ªan dejar mucha huella, un surco profundo en las conciencias. Estoy pensando, por ejemplo, en esa mujer a la que su compa?ero sentimental agredi¨® brutalmente hace unos d¨ªas en Madrid, roci¨¢ndole la cara con ¨¢cido sulf¨²rico para desfigurarla. ?C¨®mo se encuentra ahora? ?Cu¨¢l es el pron¨®stico de sus heridas? ?Qu¨¦ tratamientos se le est¨¢n aplicando para que recupere poco a poco su rostro? ?Ser¨¢ esto posible? Hay noticias que merecer¨ªan tener una vida larga, que se les dedicara un seguimiento a la altura del drama humano que representan, de la conmoci¨®n ¨¦tica que plantean, de la aver¨ªa social que sugieren.
La violencia contra las mujeres va dejando infinidad de dramas humanos; plantea sin duda interrogaciones ¨¦ticas fundamentales, y es el signo de una profunda aver¨ªa en el coraz¨®n mismo de la sociedad. Y sin embargo, no conmueve ni escandaliza lo suficiente, no activa una consternaci¨®n y una repulsa capaces de atajarla significativa e irreversiblemente. No se ataja, no retrocede. Al contrario, avanza ¡ªla memoria del Instituto Vasco de Medicina Legal presentada hace unos d¨ªas se?ala que en Euskadi, en el ¨²ltimo a?o, han aumentado un 54% los expedientes por violencia machista y un 42% por agresiones sexuales¡ª; y adem¨¢s alcanza a las nuevas generaciones. Y sabemos tambi¨¦n que estos datos reflejan s¨®lo una m¨ªnima parte del problema, que el 75% de las v¨ªctimas de agresiones machistas no las denuncian; y que hay formas invisibles de violencia ¡ªcomo el maltrato psicol¨®gico, el control, el aislamiento o el menosprecio¡ª que ni siquiera son percibidas como tales por las numeros¨ªsimas mujeres que las sufren.
Que hay que hacer m¨¢s y mejores esfuerzos para combatir la violencia de g¨¦nero deja poco margen para la duda. Y el primero de ellos podr¨ªa ser visibilizar las verdaderas dimensiones del problema, present¨¢ndolo en su escala real, con datos y estimaciones ajustados. Y ensayar as¨ª, en estos tiempos tan familiarizados con lo cuantitativo, la v¨ªa del impacto, del shock num¨¦rico. Y habr¨ªa que esforzarse tambi¨¦n por hacer durar las noticias que recogen nuevas agresiones, por darles un seguimiento informativo de peso, para que al contacto con la sociedad puedan hundir su huella. Y un esfuerzo de recordatorio constante. Circula estos d¨ªas en Internet la imagen de un paquete de cigarrillos con este lema: ¡°El tabaco mata. Tambi¨¦n mata el machismo, pero no se dice¡±.
Pues hay que decirlo, recordarlo, sin cesar. En los paquetes de tabaco, ?por qu¨¦ no? Y en las latas de conserva. Y en los productos de droguer¨ªa. Y en las etiquetas de la ropa. Y en la prensa, los libros, los t¨ªtulos de cr¨¦dito de las pel¨ªculas¡ Poner en todas partes que el machismo destruye, que el machismo mata cada d¨ªa.
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