Cuando la tierra huele a muerte
El silencio de los montes quemados es absoluto en torno al pueblo de Andilla La poblaci¨®n cierra filas en defensa del acusado de provocar el siniestro
Cuando uno se interna en lo que antes era un bosque y ahora tierra quemada, lo primero que le sorprende es el silencio y el ¡°olor a muerte¡±. Lo dice el alcalde de Andilla, Jes¨²s Ruiz, que ha visto mucha tierra quemada, unas 10.000 hect¨¢reas de las 14.000 que forman su municipio monta?oso: ¡°Entras y respiras la muerte. Notas el calor que sube de la tierra, el silencio total. Porque los bosques suenan con los ruidos de la vida, de p¨¢jaros, de ramas que se mueven por el viento...¡±.
Ayer Andilla parec¨ªa un pueblo espectral. Nadie se ba?aba en su piscina. Nadie sofocaba el intenso calor tom¨¢ndose una cerveza en la terraza frente a la espl¨¦ndida iglesia del siglo XV, que guarda pinturas de Ribalta. Sus habitantes hab¨ªan sido desalojados el pasado viernes. Solo los gatos paseaban por las calles serpenteantes de lo que fue una baron¨ªa.
Entre el n¨²cleo de Andilla, sus dos aldeas y una masada no llegan a un centenar de vecinos en el nevado invierno. En verano alcanzan casi los 500. Muchos de ellos volvieron ayer a sus casas solo por unas horas a recoger ropas y enseres. M¨¢s tarde describ¨ªan su impresi¨®n. Primero, desolaci¨®n. El camino a Andilla es impactante y m¨¢s para los que estaban acostumbrados a ver un denso tapiz verde de ¨¢rboles y ahora descubren ¡°cosas que antes no se ve¨ªan¡±, apunta Rub¨¦n. Es devastador seguir el dibujo discontinuo de monta?as quemadas y oasis boscosos. La segunda reacci¨®n de los vecinos fue de alivio, porque comprobaron que sus casas y las aldeas se hab¨ªan salvado del fuego. La que peor parte se llev¨® fue la aldea de Osset, cercada por el fuego.
¡°La ¨²nica palabra que me sale es la de dolor¡±, comenta el alcalde
El desastre es may¨²sculo, en cualquier caso. Se han carbonizado bosque de pinos, de sabinas, de carrascas, de tejeda, de quejigos. ¡°La ¨²nica palabra que me sale es la de dolor¡±, comenta el alcalde. ¡°Y eso que a¨²n hemos tenido suerte, porque si el fuego se extiende por la cordillera de Javalambre y por los Montes Universales, llega hasta Guadalajara¡±.
El camino a Andilla evidencia que los campos cultivados contribuyen a detener el fuego, que los barrancos son como regueros de p¨®lvora y las cunetas de las carreteras como mechas.
Todos hablan de que el abandono del interior, de los campos, de la limpieza de los bosques, de la prevenci¨®n, es terrible para la monta?a.
Como terrible es el calvario que est¨¢ pasando el vecino de Andilla imputado por imprudencia grave por haber provocado presuntamente el fuego al quemar unos rastrojos, seg¨²n los vecinos. Una docena de ellos, reunidos para comer, realizaron una defensa a ultraza del hombre de 57 a?os acusado y que trabaj¨® de brigada a?os atr¨¢s. ¡°?C¨®mo un hombre que es ecologista, va en bici y a caballo y cuida la tierra ha podido hacer eso?¡±, se pregunta una mujer. Un joven incide que el hombre, del que no quieren dar el nombre para protegerle, estaba durmiendo la siesta cuando se produjo el fuego y avis¨® a los vecinos cuando lo oli¨®. ¡°Su mujer abri¨® la piscina de Andilla para extinguir el fuego¡±, dice otra. El alcalde conf¨ªa en que la investigaci¨®n acabe con el infierno que est¨¢ viviendo. Ecologistas en Acci¨®n mostr¨® ayer su solidaridad con el imputado acusando a las autoridades de buscar un ¡°cabeza de turco¡± para ocultar la ineficacia en la extinci¨®n de los incendios valencianos.
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