La muchacha que presum¨ªa de feliz
Ayer se vio a una muchacha de talento enorme, una Regina Spektor que catalizaba piropos en castellano, ingl¨¦s o ruso hasta los l¨ªmites mismos del rubor
Hay discos que seducen desde su mismo enunciado. Por ejemplo, un ¨¢lbum titulado What we saw from the cheap seats (Lo que vimos desde los asientos baratos) jam¨¢s podr¨¢ estar mal del todo, por mucho que no nos guste rememorar experiencias a¨¦reas con compa?¨ªas de bajo coste. Sobre todo, si son irlandesas.
Las butacas del Circo Price no son exactamente baratas, y ni siquiera demasiado inc¨®modas para lo que se estila en la m¨²sica en directo por estos lares, pero desde ellas vimos ayer a una muchacha de talento enorme, una joven que catalizaba piropos en castellano, ingl¨¦s o ruso hasta los l¨ªmites mismos del rubor. Regina Spektor tiene motivos para sentirse radiante despu¨¦s de seducir a casi 2.000 almas, pero no para bajar la guardia. Porque sus excelencias, en ocasiones, se malbaratan por culpa de unos arreglos discutibles.
Spektor era anoche la estampa viva de la felicidad y no se tom¨® la molestia de disimularlo. Su marido, Jack Dishel, hab¨ªa ejercido de telonero bajo el sobrenombre de Only Son, el circo era un hervidero de v¨ªtores y Regina aprovech¨® bien los proleg¨®menos: visita a El Prado y avituallamiento generoso en el mercado de San Miguel, donde aprendi¨® a pronunciar ¡°tortilla de at¨²n¡±. Ella es dulce, sonriente y pizpireta como una Ver¨®nica Forqu¨¦ del pop internacional. Y su m¨²sica se contagia de ese esp¨ªritu: es ocasionalmente compleja y a menudo hermosa, pero con tendencia a ser palmeada y servir como banda sonora para la telefon¨ªa m¨®vil. Le sucedi¨® a Ingrid Michaelson con ¡®Be OK¡¯ y a ella tambi¨¦n le podr¨ªa reportar suculentos beneficios cuando alg¨²n publicista descubra ¡®Dance anthem¡¯ o ¡®Ne me quitte pas¡¯.
Sonriente y pizpireta como una Ver¨®nica Forqu¨¦ del pop internacional
Nacida en Mosc¨² de familia jud¨ªa y vecina del East Village neoyorquino desde los nueve a?os, Regina ha asimilado las ense?anzas de las mujeres que se sentaron al piano antes que ella. El influjo de Tori Amos es recurrente (All the rowboats, Small town moon), solo que Spektor rebaja el ¨ªndice de afectaci¨®n. Pero las cotas de Joni Mitchell quedan a¨²n lejos, pese a algunas preciosas inflexiones de voz (Better) y sagacidades r¨ªtmicas (Blue lips). Nuestra refulgente protagonista es capaz de arrancar con una exhibici¨®n de poder¨ªo, Ain¡¯t no cover, un blues que borda a capella. Pero no se entiende el pobre concurso de su bater¨ªa durante todo el concierto, un hombre que se limita (On the radio, The calculation) a un ritmo tan elemental como el de las orquestas que amenizan las convenciones hoteleras.
La at¨ªpica formaci¨®n de bater¨ªa, piano, teclados y violonchelo deja a veces desprotegida la parte grave del espectro sonoro. Incluso se termina agradeciendo el adusto formato de piano y cello que emerge en ¡®Ode to divorce¡¯, estupenda pieza sobre las rupturas postergadas (¡°Necesito tu dinero, eso ayudar¨¢ / Necesito tu coche y necesito tu amor¡±).
Spektor gana mucho en las distancias cortas, cuando aflora su rico ingenio: con la ir¨®nica Oh, Marcello, en la que adopta un descacharrante acento italiano e integra Don¡¯t let me be misunderstood (The Animals); o con el mal¨¦volo recadito a la clase dirigente (¡°Vas a probar el polvo realmente pronto¡±) que suministra Ballad of a politician. En cambio, bordea todas las l¨ªneas rojas cuando tira de melaza. How (¡°?C¨®mo puedo olvidar tu amor? / ?C¨®mo puedo no volver a verte?¡±) solo se salva por su exquisitez vocal, pero cualquier d¨ªa alg¨²n incauto se la mostrar¨¢ a Celine Dion, har¨¢ una versi¨®n con orquesta de c¨¢mara y mucho gorgorito y la digesti¨®n nos resultar¨¢ m¨¢s pesada que la de las tortillas de at¨²n.
Para los amantes del detalle quedan las exhibiciones con las notas agudas (dif¨ªcil superar Eet) o el homenaje (Molitva) a Bulat Okudzhava, el gran cantautor georgiano que se enamor¨® de la chanson francesa. Spektor abarca mucho, aunque su definici¨®n de que alterna ¡°Chopin y los Strokes¡± es m¨¢s period¨ªstica que real. Eso s¨ª: el d¨ªa que se busque un percusionista m¨¢s imaginativo, los piropos le llover¨¢n en avalancha.
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