Un club para moteros gourmet
El Motoclub Compostela difunde desde hace casi 60 a?os las motos cl¨¢sicas
La idea de los motociclistas que rompen la tranquilidad de las calles haciendo todo el ruido posible con sus motos es justamente de la que tratan de huir los integrantes del Motoclub Compostela, el segundo m¨¢s antiguo de Espa?a. Fue creado en 1953 y sus socios (tiene 300 en la actualidad) se han distinguido a lo largo de los a?os por su inter¨¦s en difundir la pasi¨®n por las motos cl¨¢sicas. Los que poseen este tipo de motocicletas son conscientes de que lo m¨¢s importante no es la velocidad que pueden alcanzar con la moto, sino m¨¢s bien mostrar como veh¨ªculos con muchas d¨¦cadas de vida pueden mantenerse en buen uso y servir como estandarte de una forma de entender la vida.
¡°Me aficion¨¦ a las motos por mi abuelo y fui yo quien acab¨® introduciendo a mi padre en el mundillo de las motos cl¨¢sicas¡±, explica Agust¨ªn Abalde, actual presidente del Motoclub, quien prefiere que a los miembros del club les llamen ¡°motoristas¡± antes que ¡°moteros¡±, ya que su forma de vivir el mundo de la moto es muy distinta al de estos ¨²ltimos. El club tambi¨¦n es un lugar de encuentro para j¨®venes aficionados, como el propio Abalde, que ha recuperado la pasi¨®n por las motos de sus familiares y personas mayores que han conservado a lo largo de los a?os las motos que adquirieron hace d¨¦cadas. El presidente honor¨ªfico del motoclub es Segundo Hevia, que fue tambi¨¦n uno de sus fundadores.
Entre las actividades que realizan destacan las salidas durante los fines de semana, la organizaci¨®n de la Ruta Rosaliana, que se celebra cada 17 de mayo entre Santiago y Padr¨®n, y la puesta en marcha del Campeonato Gallego de Cl¨¢sicas.
¡°Empezamos con esta ¨²ltima iniciativa hace unos a?os¡±, explica Abalde, ¡°y la Federaci¨®n decidi¨® abrir la categor¨ªa de cl¨¢sicas. A diferencia de otro tipo de competiciones aqu¨ª lo m¨¢s importante no es ser el ganador sino el compa?erismo entre los competidores. Es impresionante como todos comparten los mismos talleres y se prestan las piezas entre s¨ª. No hay malos rollos ni el espiritu puramente competitivo que es la moneda com¨²n ves en otro tipo de carreras¡±. Se organizan anualmente dos pruebas de resistencia (seis horas) para vespas y lambrettas en el circuito de A Magdalena de Forcarei y otras cinco pruebas de competici¨®n en este mismo recinto y en el de Pastoriza (Lugo).
El compa?erismo tambi¨¦n es la se?a de identidad de la Ruta Rosaliana, la m¨¢s antigua de Galicia en cuanto a motos cl¨¢sicas, que re¨²ne a motoristas llegados de diversas partes de Espa?a y tambi¨¦n algunos del extranjero. La popularidad que ha ido tomando esta fecha se?alada del calendario motero gallego hace que para el a?o pr¨®ximo se planteen la organizaci¨®n de dos rutas en dos jornadas distintas para facilitar que puedan venir m¨¢s motoristas de otros puntos de Espa?a. Muchos no pueden hacerlo ahora al celebrarse en una fecha que solo es festivo en la comunidad gallega.
La celebraci¨®n de la Ruta Rosaliana es la disculpa perfecta para sacar a la carretera algunas de las joyas que poseen los socios del club. El propio Abalde presume de contar con una Harley Davidson del a?o 1933 de la que tan solo se fabricaron un centenar de unidades. ¡°Seguramente solo hay cuatro o cinco iguales en toda Espa?a¡±, indica. Otra pieza casi de museo que puede verse en este tipo de concentraciones es una Peugeot Movesa de los a?os 50 que us¨® durante d¨¦cadas uno de los heladeros ambulantes que trabajaban en Santiago.
Aparte de las reuniones que celebran peri¨®dicamente, los socios del motoclub colaboran habitualmente de forma desinteresada con la organizaci¨®n de eventos deportivos como pruebas ciclistas o carreras pedestres. Entre las an¨¦cdotas que cuentan los miembros del club destaca la ¡°haza?a¡± de conseguir situar una moto en el altar mayor de la catedral compostelana, con motivo de un acto celebrado en la misma.
Una de las iniciativas que ha despertado mayor inter¨¦s entre los miembros del club es el llamado Proyecto Trece, que consiste en reconstruir la moto Ossa monocasco de 250 cent¨ªmetros c¨²bicos con la que el m¨ªtico piloto madrile?o Santiago Herrero encontr¨® la muerte durante una carrera del campeonato del mundo en la isla de Man en 1970. En aquel momento Herrero era la gran promesa del motociclismo espa?ol y luchaba por la conquista del t¨ªtulo mundial. La idea es reconstruir la moto pieza a pieza (cuentan para ello con el permiso del due?o de la marca Ossa, hoy desaparecida) y competir con la moto en la prestigiosa prueba Tourist Trophy, que se celebra cada a?o en la misma isla. Este tipo de proyectos demuestran que la pasi¨®n por las motos va mucho m¨¢s all¨¢ de llamar la atenci¨®n por las carreteras y puede suponer tambi¨¦n un reto tecnol¨®gico.
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