La voz que todo lo eclipsa
De entrada, unos minutos desconcertantes. El recital de Jill Scott se demoraba anoche sin motivo aparente en el Circo Price y los m¨²sicos parec¨ªan perdidos en la oscuridad. Pero en cuanto la cantante de Filadelfia asumi¨® el centro del escenario, se hizo la luz: en sentido figurado y literal. No solo porque sus tacones rosas o ese ce?id¨ªsimo vestido a rayas naranjas ensombreciera al resto de la banda, sino porque Scott posee una de esas voces tan privilegiadas que cuesta contar las octavas de su tesitura. Y la saca a relucir desde el primer instante, con orgullo y jactancia, sabedora de la abrumadora energ¨ªa que transmite.
Volvi¨® a ser jornada de aforo discreto en estos Veranos, con apenas 800 personas, pero la temperatura no tard¨® ni dos minutos en caldearse con soul efervescente y callejero. Scott dispone a su derecha a tres vocalistas masculinos que nos acercan ¡ªbailones, sandungueros, chuletas¡ª a las aceras de los barrios. Un trompetista y un saxofonista (el ¨²nico blanco de los nueve m¨²sicos) elevan desde la derecha el ¨ªndice de abrasividad. Y ella se encarga de todo lo dem¨¢s; tambi¨¦n del humor y la picard¨ªa. Scott es animal de escenario, tiene madera de actriz y se marc¨® un par de mon¨®logos tronchantes: el anuncio de Ball Fresh, un spray ¡°con el que las pelotas de los t¨ªos oler¨¢n frescas como un melocot¨®n, y el discurso de una doctora africana que ilustraba sobre las diferencias entre ¡°hacer el amor y un buen polvo¡±.
Durante hora y media se desplegaron todas las claves estil¨ªsticas de Scott: los pasajes recitados (Cross my mind), el aterciopelado philly soul de Is it the way, los estallidos el¨¦ctricos (Real thing) y, en general, la voluptuosidad (Slowly surely), la femineidad y el amor propio (Hate on me). La voz que todo lo eclipsa arras¨® en Madrid como un hurac¨¢n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.