Seis cuerdas para el esp¨ªritu

Lleg¨® a Barajas de madrugada. Ya instalado en su hotel madrile?o, Luis Salinas (Buenos Aires, 1957) sali¨® a pasear por Sol, Preciados, Gran V¨ªa. ¡°Me gustan las calles vac¨ªas, limpias, silenciosas. Adem¨¢s, he venido con mi hijo, Juan, que tambi¨¦n toca guitarra, y quer¨ªa que ¨¦l compartiera mi emoci¨®n. La primera vez que actu¨¦ en Espa?a estaba intimidado. ?El pa¨ªs de Andr¨¦s Segovia y Paco de Luc¨ªa! Hasta que surgi¨® una voz grave que dijo ¡®ol¨¦¡¯, en un tono seco pero muy sentido, y ya me pude relajar¡±.

Salinas es visitante regular de los escenarios europeos. En esta gira cuenta con el pianista Jos¨¦ Reinoso, el baterista Jos¨¦ San Mart¨ªn y el bajista Daniel Mart¨ªnez. Se presentan en el Berl¨ªn Caf¨¦, un lugar c¨®modo para Luis: ¡°Podr¨ªa ser el equivalente del boliche donde yo me form¨¦ musicalmente, el Oliverio. Un lugar para m¨²sicos trasnochadores, donde no faltaban los voluntarios para las zapadas¡±.

Est¨¢ acostumbrado a presentarse en teatros argentinos: ¡°Uno o dos conciertos al a?o, para no cansar, pero sin olvidar las ciudades del interior¡±. Recuerda Luis que ¡°la Rep¨²blica es muy grande, hay una cantidad inmensa de folcloristas que est¨¢n haciendo cosas muy grandes y nadie se entera en Buenos Aires¡±.

El nacionalismo de los Kirchner deber¨ªa facilitar la comunicaci¨®n entre centro y periferia, insiste. Pero, avisa, evitando la contaminaci¨®n pol¨ªtica: ¡°Me llevaron a tocar al Sal¨®n Dorado, en la Casa Rosada. Una serie de conciertos que luego emiten por televisi¨®n. All¨ª me trataban como si fuera un peronista, ¡®el compa?ero Salinas¡¯ y todo eso. Mire, no. Yo vengo de Monte Grande, un barrio obrero, pero no estoy con el oficialismo, estoy con la m¨²sica¡±.

Hubo etapas en que Salinas rechazaba incluso la etiqueta de jazzman. ¡°Desde luego que me puedo entender con los m¨²sicos de jazz. Me pones frente a George Benson, que es un buen amigo, y a los tres minutos hay fuego. Pero me falta ese fondo que ellos comparten, ese conocimiento de los standards. Estoy marcado por el tango, la milonga, la zamba argentina. Es un estrato diferente, una m¨²sica que tambi¨¦n tiene elementos africanos. Y eso me conecta con el flamenco. Cuando toqu¨¦ con los gitanos intim¨¦ inmediatamente. Las mejores tocadas de aquella gira ocurrieron en los hoteles, sin focos ni amplificaci¨®n. Mantengo la relaci¨®n con Tomatito o Diego Amador, ellos participan en mi ¨²ltimo disco¡±.

Habla de Sin tiempo, un triple CD editado en 2010. ?Triple! ?No ha llegado la crisis discogr¨¢fica a Argentina? ¡°Claro que s¨ª. Pero si t¨² mismo te editas los discos, no puedes autolimitarte. Es bueno que las disqueras hayan perdido su omnipotencia, los m¨²sicos nos sentimos ahora m¨¢s libres. En Sin tiempo, pude grabar un tema con uno de mis ¨ªdolos, Luis Alberto Spinetta, que en paz descanse, y nadie se interpuso para plantear c¨®mo comercializarlo¡±.

Salinas exhibe un toque suave y concentrado. ¡°Me lo explicaba B.B. King: igual que hablas m¨¢s pausado seg¨²n te haces mayor, tambi¨¦n tocas lo justo y nada m¨¢s. Es cosa de juventud el querer meter todos los acordes. Ahora prefiero pensar en la comunicaci¨®n y en respetar el palo que toco. Si pasas de un bolero a un candombe, primero tienes que establecer el clima. Luego, te lanzas sobre la melod¨ªa como si fuera la ¨²nica canci¨®n del mundo. Es una experiencia m¨¢s all¨¢ de las palabras, es algo espiritual¡±.