La historia de un cambio
Una muestra ilustra el nacimiento del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Sevilla
V¨ªctor P¨¦rez Escolano, Jos¨¦ Ram¨®n Sierra, Francisco Molina y Gerardo Delgado son los arquitectos y artistas que en 1970 pusieron los cimientos del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Sevilla, un experimento que el r¨¦gimen franquista no se atrevi¨® a hacer en Madrid y que persegu¨ªa ¡°compaginar la modernidad con los valores m¨¢s tradicionales¡±, en palabras de Delgado, o ¡°poner sus huevos en la cesta de la democracia¡±, en boca de P¨¦rez Escolano. La aventura comenz¨® tal d¨ªa como ayer de hace 42 a?os con la publicaci¨®n del decreto de creaci¨®n del museo y el nombramiento de su director, V¨ªctor P¨¦rez Escolano, entonces un estudiante de Arquitectura de 24 a?os que se met¨ªa ¡°demasiado¡± en pol¨ªtica. El nuevo museo, la segunda instituci¨®n p¨²blica espa?ola dedicada al arte contempor¨¢neo despu¨¦s del Nacional de Madrid, comenz¨® su andadura pocos meses despu¨¦s, en octubre de 1970, con la colecci¨®n Mattioli en la antigua iglesia de San Hermenegildo, el mismo edificio que en 1985 fue la primera sede del Parlamento andaluz.
La muestra Abstracci¨®n y movimiento, que puede verse en el Centro Andaluz de Arte Contempor¨¢neo (CAAC) hasta el 11 de noviembre, parte precisamente de las primeras adquisiciones que realiz¨® el museo y las contextualiza con obras, tambi¨¦n de los a?os sesenta y setenta, de otros artistas nacionales e internacionales. Son 280 obras de 36 artistas entre ellos los andaluces Equipo 57, Jos¨¦ Guerrero o Barbadillo y los internacionales Motherwell, Anthony McCall o Wolfgang Tillmans. Tres de sus protagonistas, todos salidos de la Escuela de Arquitectura de Sevilla, V¨ªctor P¨¦rez Escolano (Valencia, 1945), Jos¨¦ Ram¨®n Sierra (Olivares, Sevilla, 1945) y Juan Su¨¢rez (El Puerto de Santa Mar¨ªa, C¨¢diz, 1946) pasearon ayer con este peri¨®dico por La Cartuja ¡ªsede de la muestra y cuya rehabilitaci¨®n realiz¨® Sierra para la Expo 92¡ª y por los senderos de su memoria.
¡°Aquellos a?os fueron brotes verdes de una renovaci¨®n que no cuaj¨® del todo en la sociedad sevillana¡±, sentencia P¨¦rez Escolano, el ¨²nico del grupo a quien sus ¡°devaneos¡± con la pintura solo le duraron un a?o.
V¨ªctor P¨¦rez Escolano, Jos¨¦ Ram¨®n Sierra, Juan Su¨¢rez y Francisco Molina abrieron la puerta a la modernidad
¡°Nosotros ¨¦ramos todav¨ªa estudiantes cuando nos llam¨® Manzano, uno de nuestros profesores, para decirnos que el director general de Bellas Artes del Ministerio de Educaci¨®n, Florentino P¨¦rez-Embid, quer¨ªa cenar en Sevilla con Sierra, con Delgado y conmigo. Entonces no exist¨ªa el Ministerio de Cultura y P¨¦rez-Embid se ocupaba de todo lo relacionado con el sector¡±, recuerda P¨¦rez-Escolano, quien a lo largo de su carrera ha ocupado importantes cargos en la Administraci¨®n andaluza. ¡°Yo estaba castigado, me expulsaron de la facultad de Sevilla por rojo y tuve que terminar la carrera en Madrid¡±, aclara Sierra, que no asisti¨® a esa cena.
¡°P¨¦rez-Embid, andaluz, de Aracena (Huelva), y del Opus, apost¨® por una cierta renovaci¨®n en las artes y supongo que comenz¨® con Sevilla porque no se atrev¨ªa con Madrid. Primero nombr¨® a Antonio Bonet Correa director del Museo de Bellas Artes, pero la experiencia fue desastrosa, hubo muchas tensiones y Bonet dimiti¨®. Tras ese fracaso se centr¨® en la creaci¨®n del Museo de Arte Contempor¨¢neo, que, al principio, disfrut¨® de una cierta libertad¡±, comenta Gerardo Delgado (Olivares, Sevilla, 1942) cuyas obras de aquellos a?os forman parte de la muestra ¡ªla mayor en extensi¨®n de cuantas ha organizado el CAAC¡ª en una sala junto a una potente instalaci¨®n de Sierra (Nueve paisajes de tormenta, 1974) y seis obras de Juan Su¨¢rez. Todas estas piezas pasar¨¢n a engrosar la colecci¨®n permanente del CAAC a trav¨¦s de donaciones o cesiones. Adem¨¢s de unos 200 dibujos de Delgado ¡ªquien no pudo acudir al encuentro¡ª sobre el an¨¢lisis de estructuras superpuestas en los azulejos hispanomusulmanes.
¡°El decreto dec¨ªa que el museo nac¨ªa con los fondos contempor¨¢neos del Bellas Artes, es decir, con todos los acad¨¦micos, y que ocupar¨ªa la primera planta del pabell¨®n Mud¨¦jar. El proyecto ya naci¨® con posturas enfrentadas porque nosotros nos negamos a recibir los fondos del Bellas Artes y pedimos que nos cedieran San Hermenegildo¡±, comenta P¨¦rez Escolano.
¡°Procur¨¢bamos hacer las cosas lo mejor posible y todo se desarrollaba en un ambiente muy creativo, aunque no ¨¦ramos conscientes de nada¡±, asegura Sierra. ¡°Nosotros nunca tuvimos la sensaci¨®n de estar haciendo algo trascendente, est¨¢bamos m¨¢s pendientes de romper con lo anterior que de trascender¡±, aclara Su¨¢rez. Pero lo consiguieron, en 1971 el reci¨¦n estrenado museo alberg¨® la primera exposici¨®n sobre el c¨®mic que se organiz¨® en Espa?a en una instituci¨®n p¨²blica. La montaron, entre otros Francisco Molina ¡ªquien hab¨ªa trabajado en las escenograf¨ªas de la pel¨ªcula 55 d¨ªas en Pek¨ªn¡ª y el dise?ador Santiago Miranda, pero el gobernador civil orden¨® cerrarla ante el erotismo de algunos de los dibujos. ¡°Incluso nos metieron una Cruz de Mayo en la sala para santificarla despu¨¦s del suceso¡±, comenta P¨¦rez Escolano, quien dimiti¨® en 1973 cuando el museo ten¨ªa ya obras de Gordillo, Yturralde o Millares, las mismas que pueden verse ahora en La Cartuja. En julio de 1972 el museo se instal¨® en la cilla de Santo Tom¨¢s, donde estuvo hasta 1997, cuando esa colecci¨®n que empezaba a ser un buen reflejo del panorama contempor¨¢neo espa?ol se mud¨® a La Cartuja.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.