Intervenidos
"La espiral ha acabado como era de prever, con un catacrak de proporciones ¨¦picas que la crisis de deuda ha acabado de catalizar"
Este curso pol¨ªtico m¨¢s o menos agonizante que no acaba de terminar y que sin duda se prolongar¨¢ con nuevos sobresaltos durante el mes de agosto s¨ª parece, en cambio, liquidado respecto de la comatosa actividad pol¨ªtica valenciana. Salvo cat¨¢strofe natural que se lo impida, los mandaos de Madrid que gobiernan la supuesta Comunidad Aut¨®noma Valenciana se aprestan a retirarse a descansar durante unas semanas con la satisfacci¨®n de haber proporcionado, como fin de fiesta, una charlotada m¨¢s de las suyas de esas que ridiculizan y degradan el autogobierno: la petici¨®n de ayuda y liquidez, pero no de intervenci¨®n, seg¨²n ellos (o lo que sea) que dicen que han hecho (o no, no se sabe) a la Hacienda del Reino para afrontar ciertos pagos.
El Pa¨ªs Valenciano tiene un hist¨®rico d¨¦ficit de financiaci¨®n que se puede medir de muchas maneras. La m¨¢s significativa es que aqu¨ª, si el Estado diera el mismo dinero por habitante para Sanidad y Educaci¨®n que el que recibe de media el resto de habitantes del Reino, tendr¨ªamos cada a?o entre 1.500 y 2.000 millones de euros m¨¢s para gestionar nuestros servicios p¨²blicos. Como este dinero siempre falta, la Generalitat ha recurrido hist¨®ricamente a endeudarse para cubrir la diferencia (y de paso para pagarse algunos chuches adicionales). La espiral ha acabado como era de prever, con un catacrak de proporciones ¨¦picas que la crisis de deuda ha acabado de catalizar. Adem¨¢s, la simp¨¢tica reforma constitucional hecha en 10 d¨ªas de agosto de 2011 sin debate y con mucho confeti para compensar, como ya avanzamos en esta columna, liquida las posibilidades de que esa diferencia se cubra con deuda. ?Cu¨¢l es el resultado? Pues que hay que recortar, salvajemente, en estos servicios mientras no se cubra el d¨¦ficit de financiaci¨®n. Ya lo estamos viendo y m¨¢s que lo veremos. Lamentablemente, ni siquiera as¨ª se puede cuadrar el presupuesto y como el mercado de deuda est¨¢ cerrado y legalmente vedado, ?qui¨¦n queda? Pues el Estado. La Hacienda del Reino al rescate.
El mecanismo de ayuda, vendido como una cosa t¨¦cnica sin importancia por el Consell con esa mezcla de ignorancia, incapacidad para comprender lo que est¨¢ pasando y desverg¨¹enza marca de la casa, establece en el Real Decreto-Ley 21/2012 un amplio abanico de consecuencias: control de las cuentas de la Generalitat, supervisi¨®n absoluta de sus gastos, petici¨®n de autorizaci¨®n para gastar¡ e incluso cosas como que el Reino de Espa?a puede reservarse el dinero correspondiente a la Generalitat para ir pagando deuda. Algo que abarca no solo a la ayuda extra sino tambi¨¦n a las transferencias ordinarias. Vamos, poca cosa, como puede verse. Estas medidas de liquidaci¨®n de la autonom¨ªa, adem¨¢s, una vez puestas en marcha, durar¨¢n, seg¨²n dice el propio Rel Decreto-Ley, hasta que la Hacienda del Reino lo entienda pertinente.
La intervenci¨®n, digan lo que digan desde el Consell, significa lo que significa. Para mayor escarnio pol¨ªtico, este dogal, que a saber si desaparece alg¨²n d¨ªa, es la contraprestaci¨®n que se exige a cambio de una parte del dinero que desde la Comunidad Valenciana, con un PIB per c¨¢pita a la media espa?ola, se aporta anualmente en concepto de gl¨°ries a Espanya. Nos rescatan con (parte de) nuestro dinero. Y se lo cobran con una liquidaci¨®n de la autonom¨ªa valenciana. Pues nada, a seguir pagando.
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