Sin pol¨ªtica no hay pa¨ªs
Se trata de protagonizar una rebeli¨®n democr¨¢tica donde los ciudadanos elijamos si nuestro futuro debe estar sometido a la l¨®gica de los mercados o a la justicia social
El futuro est¨¢ llamando con la voz de la gente. Lo vi escrito en una pancarta casera el pasado 19 de julio cuando, junto a los sindicatos y movimientos sociales, reclamamos en las calles el derecho a hablar de libertad constituyente. Siete d¨ªas despu¨¦s, la Encuesta de Poblaci¨®n Activa nos dec¨ªa que 1.737.600 hogares espa?oles tienen a todos sus miembros en el paro y que 5.693.100 hombres y mujeres de este pa¨ªs siguen viendo su destino anudado al desempleo y la desesperanza.
?Es la declaraci¨®n de guerra de un pensamiento totalitario, suicida en sus m¨¦todos, que aboga por un crecimiento incesante, que desregula capitales sin ning¨²n control financiero, que privatiza el sector p¨²blico, que elimina gasto social y encorseta presupuestos estatales hasta la asfixia.
Un pensamiento que, bajo los principios de la saturaci¨®n, la urgencia y la simplificaci¨®n, basado en ideas simples, nos pretende explicar que no hay m¨¢s salida que la fractura social. ¡°No hay dinero y por tanto no hay pol¨ªtica¡±, parecen querer decirnos quienes han provocado esta crisis. Y, al no haber dinero, no hay pol¨ªtica, ni tampoco mandato representativo, ni hay por qu¨¦ cumplir los programas electorales, ni por qu¨¦ responder del fraude bancario.
Esta involuci¨®n planificada, esta reforma ideol¨®gica que solo persigue que creamos que la democracia es un sistema caro se plasma en un ataque indiscriminado a las comunidades aut¨®nomas que pretende una recentralizaci¨®n del Estado. Esta semana en el Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera, el ministro de Hacienda y Administraciones P¨²blicas recortaba en 2.700 millones el endeudamiento andaluz para 2013, limitando a Andaluc¨ªa su endeudamiento al 13,2%, mientras que a comunidades aut¨®nomas con mayor deuda que Andaluc¨ªa se les da m¨¢s margen en un acto donde la doble vara de medir compite con el cinismo pol¨ªtico. Hace bien Andaluc¨ªa en ser dique de los derechos sociales del pueblo andaluz y, por ende, de todos los pueblos de Espa?a.
Ahora, abocadas las econom¨ªas nacionales al desastre de unos intereses impagables, la ofensiva parece concentrarse en la creaci¨®n de una Europa que coloque muros de contenci¨®n en los Pirineos y en los Alpes para crear, por la v¨ªa de los hechos, una Europa del Norte que exporta en divisas y una Europa del Sur que acumula deudas inasumibles con sus nuevos prestamistas. Porque es ah¨ª donde est¨¢ el conflicto, en la gran desigualdad entre personas y territorios que se est¨¢ conformando en la zona euro, y sobre este conflicto es sobre el que tenemos que actuar.
Pero ante la crisis-estafa, frente al paro cr¨®nico, el incremento de la pobreza y la desigualdad, la grave crisis ambiental y la profunda recesi¨®n, se yergue una protesta clara y l¨²cida, que reacciona, que se hace plaza, que se organiza afirmando que hay una forma no capitalista de entender la vida, que las cosas deben girar en torno a las necesidades de la gente y no sobre los intereses de los acreedores y, desde luego, nunca sobre los plazos que tengan que ver con citas electorales, como las elecciones alemanas de octubre de 2013.
Una sociedad andaluza que sale al paso en defensa de los valores democr¨¢ticos, que apuesta por una cultura comunitaria de solidaridad y cooperaci¨®n, de creatividad liberadora y de paz. Una sociedad andaluza que reclama una econom¨ªa que satisfaga las necesidades de las personas y comunidades y que se base en un modelo productivo que atienda necesidades reales como la alimentaci¨®n, la vivienda, la educaci¨®n, la atenci¨®n a nuestros mayores y el cuidado de la salud. Una econom¨ªa que se desarrolle y se aplique con la participaci¨®n de todos, porque es asunto de todos.
Apostamos, pues, por econom¨ªas de producci¨®n cooperativa, por un comercio justo, por el consumo responsable, la ¨¦tica en las finanzas y la gesti¨®n de bienes comunes sobre la base de una econom¨ªa organizada democr¨¢ticamente.
Si creemos que existe una manera distinta de ser y una manera distinta de repartir, nos toca poner los medios para que nuestras ideas caminen apoyadas en un amplio movimiento ciudadano, donde el discurso alternativo que proponemos cobre valor, no con respuestas aisladas y desunidas, sino sobre la m¨¢xima unidad ciudadana, la suma de alianzas y el ahondamiento en el proceso de acumulaci¨®n de fuerzas en torno a un bloque social y alternativo.
Se trata de protagonizar una rebeli¨®n democr¨¢tica donde los ciudadanos elijamos si nuestro futuro debe estar sometido a la l¨®gica contable del salvajismo ortodoxo de los mercados o a la justicia social; donde decidamos si, llegado el momento, debemos ser consultados como pueblo para que, m¨¢s all¨¢ de los techos de d¨¦ficit, podamos pronunciarnos sobre si Andaluc¨ªa quiere o no dejar de ser justa consigo misma. Sobre nuestro futuro decidimos todos. Y el futuro, ese que llama con la voz de la gente, es un asunto que no puede no ser tratado democr¨¢ticamente. Porque sin pol¨ªtica no hay pa¨ªs, y sin ciudadanos que luchen, no hay pol¨ªtica.
Diego Valderas Sosa es vicepresidente y consejero de Administraci¨®n Local de la Junta de Andaluc¨ªa
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