¡°Ofrezco mi trabajo por comida¡±

Siete bocas que alimentar con cero ingresos. Una de ellas, un beb¨¦ de nueve meses. Ciudadanos solidarios y un grito digital desesperado en las redes sociales: ¡°Necesitamos ayuda para una familia de Picassent¡±. Este es el mensaje lanzado en un grupo creado en Facebook con el que Vicente, de 37 a?os, ofrece su trabajo a cambio de comida. En poco m¨¢s de 48 horas ha conseguido levantar una abrumadora ola de solidaridad de ciudadanos que se identifican con ¨¦l. ?La clave? No acepta dinero. Solo comida.

Aunque el informe de su vida laboral muestra que Vicente ha trabajado sin parar desde 1991, hace tres a?os que no tiene ingresos. Alba?il, encofrador, agricultor, electricista, pintor, jardinero... Vicente ha hecho casi de todo. Durante la marcha de los parados a Madrid, el mes pasado, conoci¨® a Juan, un desempleado de 52 a?os que vive en Massanassa. Se hicieron amigos, pero Vicente no cont¨® su extrema situaci¨®n a Juan porque le dio reparo. Hasta que un d¨ªa una amiga com¨²n lo hizo. ¡°Estuve hablando por la noche con ella, luego habl¨¦ con ¨¦l e inmediatamente me puse manos a la obra¡±, explica Juan, uno de los promotores del grupo de Facebook donde se pide ayuda para la familia.

M¨¢s de 130 ciudadanos se han unido al grupo en solo dos d¨ªas

Comparti¨® la idea con sus amigos de las redes sociales en muchas ciudades y les anim¨® a que hicieran lo mismo. ?El fruto de su trabajo? Paquetes de pa?ales, leche en polvo para el beb¨¦, comida, juguetes y cari?o. Mucho. En las primeras 17 horas casi 100 personas estaban dentro del grupo. En 48 horas ya son m¨¢s de 130 los ciudadanos an¨®nimos que le han ofrecido enviar comida y productos de primera necesidad desde cualquier parte de la Pen¨ªnsula.

Como consecuencia de su situaci¨®n un d¨ªa tuvo un ataque de ansiedad y no ten¨ªa dinero ni para comprar las medicinas. ¡°Si en lugar de ser a m¨ª le da el ataque a mi hija yo no s¨¦ lo que hago...¡±, explica Vicente con las manos temblorosas entre las que sostiene el carn¨¦ del economato social de C¨¢ritas. Pero lo que Vicente quiere no es caridad, sino trabajar.

Juan le mira sentado en la misma mesa y le hierve la sangre. ¡°Yo me pongo en la situaci¨®n de Vicente con cinco ni?os y buscarte la vida es salir a la calle y ponerte a robar directamente. Nos est¨¢n poniendo en un brete de tener que reventar de una manera que no es racional¡±, explica.

Vicente viv¨ªa hasta ahora con su pareja, Aicha, y con el beb¨¦ que tienen en com¨²n, en una casa muy modesta que les ha prestado su suegra. Pero en este momento no hay solo tres bocas que alimentar, sino siete, porque los hijos de sus respectivas relaciones anteriores viven con ellos. Vicente ha pedido ayuda en todas partes y dice haber recibido siempre negativas. Ahora con la crisis, m¨¢s. ¡°La ¨²ltima vez que fui al Prop la misma chica que me atendi¨® me dijo, ¡®es que ya no hay ayudas¡±, relata resignado.

¡°Estaba totalmente desesperado pero esto ha sido para m¨ª una lecci¨®n de solidaridad y de humanidad. Y ahora yo voy a corresponder como la gente ha respondido conmigo¡±, dice Vicente emocionado. Y es que su caso es una demostraci¨®n de que en el mundo todav¨ªa quedan personas buenas. ¡°Tenemos que salvarnos a nosotros mismos¡±, concluye Juan.