La banda de las mil desdichas
Un nuevo libro de Alfred Crespo retrata an¨¦cdota a an¨¦cdota la tormentosa peripecia de Burning El grupo proporcion¨® la primera mitolog¨ªa urbana al rock madrile?o
No es el primero de los libros publicados sobre el grupo Burning. Pero Burning-Madrid (66 rpm Edicions), de Alfred Crespo, lleva su aciaga historia hasta la actualidad, con contundencia y comprensi¨®n: urge recordar la importancia decisiva de Burning en el rock espa?ol. Ocurre que hay una fatalidad en la trayectoria del grupo de La Elipa que parece reducirlos a eternos perdedores a lo largo de casi cuatro d¨¦cadas.
Crespo recoge el ¨²ltimo traspi¨¦: el estreno en solitario de Johnny Cifuentes, actual cabecilla de Burning. Pretend¨ªa ser una colaboraci¨®n con Leiva, integrante de Pereza, un emparejamiento intergeneracional que despertaba la curiosidad de medios e industria. De principio, el proyecto levant¨® las suspicacias de los otros integrantes de Burning, que se sent¨ªan aparcados. Cuando ya estaba pr¨¢cticamente acabado, una discusi¨®n por la autor¨ªa de un tema desemboc¨® en una ruptura a cara de perro entre Leiva y Johnny. El disco ha quedado aparcado y ¡ªasumiendo la mala sombra de Burning¡ª cabe imaginar que se publicara cuando ya sea demasiado tarde.
Una frustraci¨®n m¨¢s en una descorazonadora cadena de desastres. Dado que Burning se modelaron en los Rolling Stones, intenten imaginar al grupo brit¨¢nico sin Mick Jagger ni Keith Richards. Eso pas¨® con Burning: las muertes prematuras de su vocalista inicial, To?o Mart¨ªn, y su muy querido guitarrista, Pepe Risi. Al frente de la baqueteada agrupaci¨®n ha quedado Johnny, el teclista pragm¨¢tico que tom¨® la precauci¨®n de hacerse con el nombre; el libro recoge incluso una pol¨¦mica en el Registro de la Propiedad Intelectual, por su similitud con la marca Bruning.
Ni el mismo Johnny est¨¢ muy orgulloso de su acci¨®n (¡°una aut¨¦ntica judiada¡±). Pero alguien ten¨ªa que tomar el tim¨®n de una banda despistada, que grab¨® sus primeros discos de larga duraci¨®n con la compa?¨ªa barcelonesa Belter, m¨¢s conocida por acoger a Manolo Escobar. As¨ª que no pudieron explotar cabalmente sus temas m¨¢s populares, como Mueve tus caderas, Qu¨¦ hace una chica como t¨² en un sitio como este o Es especial. Despu¨¦s, Burning ha publicado sus nuevas canciones con compa?¨ªas peque?as, lo que quiz¨¢s explique su poco acierto en portadas y las carencias en producci¨®n.
Nunca sincronizaron su motor interno con el calendario convencional. Se formaron y se definieron en los a?os setenta, cuando tocar rock en Espa?a ten¨ªa mucho de heroicidad. Ya en los ochenta, lleg¨® el hurac¨¢n de la movida, que les releg¨® autom¨¢ticamente a reliquias del pasado. Era una percepci¨®n injusta: afables y curiosos, ellos trataron socialmente a aquella tropa de colorines.
Quien busque an¨¦cdotas truculentas encontrar¨¢ toneladas en Burning-Madrid. Este es un grupo forjado en la adversidad, inicialmente en el llamado circuito de Toledo, discotecas de pueblo con p¨²blicos duros y propietarios desconfiados. Abundaban los desencuentros, que incluso adquieren car¨¢cter ¨¦pico con un concierto en Gij¨®n y su desenlace en una comisar¨ªa. Pero hay una pasi¨®n por tocar que da sentido a todas las cat¨¢strofes: conmueve esa imagen de un Risi deteriorado, al que sus compa?eros llevan en camilla a los conciertos.
La de Burning no es una historia rosa: van sucedi¨¦ndose los miembros y no siempre los relevos se producen entre buenas vibraciones. Puede ocurrir que Enrique P¨¦rez, fundador del grupo, desaparezca durante 30 a?os (Crespo est¨¢ de testigo cuando se reencuentra con Johnny). Los odios parecen profundos: To?o, vocalista original, intenta volver cuando Burning es convocado por ?Qu¨¦ noche la de aquel a?o!, el programa de TVE que presentaba Miguel R¨ªos; sus compa?eros se niegan a admitirle de nuevo.
El t¨ªtulo del libro de Crespo obedece a la identificaci¨®n entre Burning y Madrid. Hab¨ªa algo heroico en la idea de un grupo de origen proletario que adquiri¨® penosamente los instrumentos y el costoso equipo que requer¨ªa el rock. El apoyo de periodistas como Jes¨²s Ordov¨¢s fue esencial para que asumieran la necesidad de cantar en espa?ol, desarrollando un imaginario que solo intu¨ªamos por las alucinadas historietas de Ceesepe.
El cancionero de Burning combinaba una arrogancia machista con un romanticismo de muchos quilates. Ellos so?aron el estilo de vida del rock¡¯n¡¯roll y lo materializaron con una vida al l¨ªmite. Tambi¨¦n asumieron el coste de aquella opci¨®n vital en piezas ¨¢speras como Esto es un atraco o T¨² de azul y yo no. No hablaban de boquilla: sufrieron suicidios o asesinatos en su c¨ªrculo inmediato. La apuesta de Crespo est¨¢ en desvelar los mecanismos de una aventura tan ingrata, que parece condenarles a ¡°banda entra?able pero residual¡±. Ese esp¨ªritu que les hace remontar todas las miserias, con un repertorio indestructible y una tenacidad ¨²nica.
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