El ba?ador releva a la ¡®txapela¡¯
Vitoria cierra las fiestas de La Blanca bajo un achicharrante calor que llev¨® a los ciudadanos a buscar cobijo en las piscinas
Normalmente, los pase¨ªllos de blusas y neskas suponen un escaparate de los complementos m¨¢s histri¨®nicos que se puedan encontrar en el mercado. Pero ayer, los vendedores ambulantes se hicieron de oro con el producto que se convirti¨® en la estrella de la jornada: las pistolas de agua.
El agobiante calor fue el protagonista del cierre de unas fiestas de La Blanca que en la madrugada de hoy se desped¨ªan hasta el pr¨®ximo a?o. Atr¨¢s quedan horas y horas de conciertos, risas, teatro, m¨²sica en la calle y bailes de las cuadrillas de blusas y neskas, que ayer hicieron lo que pudieron bajo un sol de justicia. Si de entrada todos los 9 de agosto se caracterizan por una cierta nostalgia, unida al cansancio y a la concatenaci¨®n de resacas, ayer los 41 grados que lleg¨® a marcar alg¨²n term¨®metro del centro de la ciudad a mediod¨ªa hicieron que la jornada fuese m¨¢s t¨¦trica y silenciosa de lo que acostumbra.
Con las calles desiertas en buena parte de la jornada, fruto de un abrasador sol que hizo mella en el ¨¢nimo de quienes viven con intensidad las fiestas, las calles del centro pasaron a un segundo plano para dejar paso a las piscinas de la ciudad, que se presentaban repletas de ba?istas. Aunque siempre hay excepciones, como los gigantes y cabezudos, que recorrieron el centro de la ciudad y bailaron sin caerse pese al cansancio y el calor.
O como los vendedores de globos que permanecieron durante todo el mediod¨ªa a la espera de que alg¨²n despistado se le ocurriese pasar por la Virgen Blanca para adquirir uno.
Alg¨²n term¨®metro del centro de la capital alavesa lleg¨® a los 41¡ã
Pese a todo, la fiesta sigui¨® ayer, con un pase¨ªllo en el que muchos cambiaron los katxis de kalimotxo y cerveza por el de agua cargada de hielos, tanto por el calor como por los excesos de una intensa semana.
Koldo, un joven blusa que directamente meti¨® la cabeza debajo de una fuente antes de sumarse al pase¨ªllo, explicaba las serias dudas que hab¨ªa tenido para volver a recorrer la calle Dato saltando con semejante meteorolog¨ªa: ¡°Entre dormir y el pase¨ªllo, me hab¨ªa decidido al final por lo primero pero... las madres tienen una gran capacidad de persuasi¨®n, as¨ª que aqu¨ª estoy¡±, explicaba, ocultando con elegancia una peque?a bronca familiar.
Otros, como los m¨²sicos de las charangas, que no tienen margen para elegir, apostaron por plantar cara al tiempo con cort¨ªsimas faldas, tanto ellas como ellos, que atrajeron no pocas miradas que normalmente monopolizan los blusas, tanto por lo llamativo de sus estampados como por aquello que no tapaban.
Por la noche, cuando todav¨ªa apretaba el calor, cientos de vitorianos sacaron el pa?uelo para despedir al Celed¨®n, que subi¨® a la torre de la iglesia de San Miguel. Y hoy ya no habr¨¢ fiesta, pero seguir¨¢ el agobiante calor.
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