Una maravilla ¡®vora mar¡¯
Asombroso: 15 kil¨®metros de costa sin mamotretos, con pinos vencidos por el viento, calas y bancales
El paisaje que brinda la naturaleza es tal que hasta un urbanita indolente lo sabe apreciar. Sobre todo si se observa desde el volante del coche. Puede darse el caso incluso de que llegue a sentir curiosidad y decida entrar en las monta?as que lleva a?os mirando de soslayo cuando circula por la AP-7 y no se deja cegar por el campanario valenciano m¨¢s alto del mundo, que anticipa la poblaci¨®n de Alcal¨¤ de Xivert.
Esa rata de ciudad se ha fijado en la armon¨ªa de sus formas y ha imaginado que el encuentro por el otro lado de esas monta?as con el mar debe ser espectacular, pero hay algo m¨¢s. Su repentino inter¨¦s por abjurar de su condici¨®n y vencer su indolencia obedece a la atracci¨®n que siempre suscita resolver un misterio con ¨ªnfulas de milagro: ?Es verdad que esas monta?as conforman 15 kil¨®metros de frente mar¨ªtimo virgen, sin apenas mazacotes, en pleno Mediterr¨¢neo, junto a las atestadas playas de Pe?¨ªscola y a la creciente densidad de Alcossebre? ?Hay una l¨ªnea paralela al mar que se puede recorrer por sendas maravillosas que serpentean por rocas calc¨¢reas, esquivan pinos abatidos por el viento y el sol, penetran por calas blancas de cantos rodados, atraviesan bosques de palmitos y enebros, bordean matorrales de dimensiones inusuales?
Pistas
Para llegar. La entrada al parque es muy sencilla ya que se encuentra en las proximidades de la autopista AP-7 y la carretera nacional N-340, pudiendo escoger las salidas de Alcossebre, Santa Magdalena de Pulpis, Alcal¨¤ de Xivert o Pe?¨ªscola.
Para caminar. Es un para¨ªso para el caminante. Hay numerosas propuestas de rutas, entre la monta?a y el mar. Sierrairta.com, por ejemplo, ofrece tres: Panor¨¢mica, de dificultad baja, y una hora y media de duraci¨®n; El mar a vista de ¨¢guila, de dificultad muy alta y dos horas y media; y Ruta de los castillos, media / alta, poco m¨¢s de dos horas.
Para recordar al Papa Luna 'siguiendo en sus trece'. El parque es rico en patrimonio art¨ªstico, destacando los castillos templarios de Alcal¨¢ de Chivert y Santa Magdalena de Pulpis. Pero para castillos, el de Pe?¨ªscola, que dio cobijo a Benedicto XIII, tras huir de Avignon, el llamado Papa Luna, quien en su empe?o de mantener su papado inspir¨® el dicho popular "sigui¨® en sus trece". Construido por los templarios entre 1294 y 1307 sobre un pe?¨®n, es una estampa tur¨ªstica tan ic¨®nica como impresionante. Adem¨¢s, dentro del parque hay una interesante red de torres de vig¨ªa, como la torre de Ebr¨ª y la torre Badum, de origen musulm¨¢n.
Para comer y dormir. Dentro del parque natural la oferta es muy limitada. El Camping Ribamar (www.campingribamar.com), por ejemplo, est¨¢ pegado al mar. Fuera, la oferta es casi ilimitada por la cercan¨ªa de la muy tur¨ªstica Pe?¨ªscola y la m¨¢s recogida Alcossebre. En esta localidad gana enteros entre los gourmets el restaurante Can Roig (www.canroig.es).
Por incre¨ªble que parezca, esa franja litoral existe y se llama Serra d'Irta. Desde 2002 es parque natural, pero muchos a?os atr¨¢s pudo haber sido otra cosa muy diferente. Lo cual cuadra m¨¢s. Seg¨²n cuentan, se baraj¨® como posible emplazamiento de una central nuclear que, finalmente, se instal¨® en la tarraconense Vandell¨®s. Sin embargo, hoy, en palabras del ge¨®grafo y escritor Jos¨¦ Manuel Aymerich, "es la ¨²ltima franja que queda libre de edificaciones desde Francia hasta Andaluc¨ªa, la ¨²ltima oportunidad que tuvimos los valencianos de mantener intacta la costa igual que cuando llegaron, hace m¨¢s de tres mil a?os, los primeros fenicios". En fin, un milagro.
Hirta, un antiguo poblado musulm¨¢n, podr¨ªa dar nombre a la sierra. Aunque, tal vez, su origen proceda del vasco di Iratz, que significa abundantes helechos. Muchos pueblos han pasado por aqu¨ª. La mano del hombre es evidente en la torre de Badum, en los dos castillos templarios, en los restos de corrales, aljibes, pozos, norias, casas abandonadas de carabineros o ermitas. La humanizaci¨®n del paisaje alcanza su mayor expresi¨®n est¨¦tica en la recolonizaci¨®n por la vegetaci¨®n natural de los bancales de piedra seca que descienden desde las monta?as hasta el mar recubiertos de coscoja, ese arbusto que aguanta las epis¨®dicas avenidas de agua y rebrota tras los end¨¦micos fuegos.
Sapos y culebras, lagartijas y musara?as, cormoranes y cern¨ªcalos, se prodigan por la sierra, a la que se puede acceder f¨¢cilmente tanto por la parte costera de Pe?¨ªscola y Alcal¨¢ de Xivert (Alcossebre) como por el interior de Santa Magdalena de Pulpi. Hay pistas del parque natural que se pueden recorrer en coche. Otras a caballo, en bici o andando.
El sendero que discurre vora mar se va elevando conforme se avanza en direcci¨®n a Pe?¨ªscola hasta subir por impresionantes acantilados, desde donde se atisba la difusa silueta de las islas Columbretes y se disfruta de una magn¨ªfica vista del castillo del Papa Luna.
Por muy embriagado que el caminante se encuentre por los aromas de las hierbas naturales de la Serra d'Irta, es dif¨ªcil no visitar la mole fortificada que se mete en el mar y que compone una de las estampas m¨¢s emblem¨¢ticas de la costa valenciana, el castillo de Pe?¨ªscola. Sobre todo si las murallas, los recovecos, las empedradas plazas y casas blancas del n¨²cleo hist¨®rico impiden la visi¨®n del zarpazo urban¨ªstico de la costa que va de Pe?¨ªscola a Benicarl¨®, una vez acaba la sierra. Pasear por el refugio del Papa Luna, rodeado del mar, resulta siempre atractivo, hasta para el urbanita recalcitrante y a pesar de acompa?arle el soniquete inmisericordioso de unas ni?as s¨®lo interesadas en saber donde viv¨ªa la ¡°Mama Luna¡±. Pero ese es otro cantar.
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