Consideraciones de una payaso

Alba Sarraute podr¨ªa ser uno de aquellos payasos comentaristas que el joven Bertolt Brecht maquinaba introducir en los intermedios del teatro serio. Con gafas de soldador, un casco azul abollado (como las buenas intenciones de la ONU) y una escultura (¡°rechazada en todos los museos de arte contempor¨¢neo¡±, dice) que lleva, cual mascota, arrastrando de una cuerda, parece una versi¨®n contempor¨¢nea de las antiguas m¨¢scaras de la commedia dell¡¯arte o un femenil trasunto de Javier Gurruchaga, que se hubiera desprendido de la Orquesta Mondrag¨®n tras los ¨²ltimos recortes presupuestarios.

Sarraute empez¨® a actuar con seis a?itos, y se nota. En escena est¨¢ como Pedro por su casa, aunque, si le dan a elegir, prefiere la calle y el espectador de paso al p¨²blico cultivado. Cuando se suelta, es una fuerza de la naturaleza: toca bien el saxof¨®n, canta a¨²n mejor, se pega unos mortales de cuidado, hace acrobacias mientras canta (sin fallar una nota) y toma prestadas palabras de Miguel Hern¨¢ndez, Calder¨®n y Saint-Exup¨¦ry para taladrar esa cuarta pared que tan poco le gusta.

En Mirando a Yukali, espect¨¢culo que cierra el ciclo de circo del Teatro Pradillo, Sarraute mezcla la humorada con el cabar¨¦ literario, el concierto con el payaso tr¨¢gico, lo pat¨¦tico con lo l¨ªrico, sin acabar de tomar una direcci¨®n decidida. Como int¨¦rprete, es una fuera de serie. Como dramaturga, deber¨ªa de echar mano de alguien que jerarquice, limpie y saque punta a sus ideas, y le ayude a presentarlas de manera m¨¢s eficaz. Por dif¨ªcil que sea, en estos espect¨¢culos unipersonales, establecer una colaboraci¨®n fluida entre la int¨¦rprete creadora y el autor asociado, la mirada dramat¨²rgica c¨®mplice de este podr¨ªa sacarle partido mayor al trabajo de aquella, y sin duda le ahorrar¨ªa el error garrafal de atribuir a Brecht la autor¨ªa de Yukali, tango de Kurt Weill con letra de Roger Frenay del que hace una bonita versi¨®n.