?Rivera sigue en activo?
El diestro es un privilegiado en el mundo de los toros, que lleg¨® a los ruedos con la impronta de los grandes, y pronto se desinfl¨® para vivir de las rentas de la popularidad
"?Pero este chico, Rivera, sigue en activo?", pregunta con cara de asombrada sorpresa un anciano aficionado, vecino de localidad. ¡°Pero si yo cre¨ªa que hac¨ªa tiempo que¡ Madre m¨ªa, c¨®mo est¨¢ esto¡¡±
Mientras el interlocutor se devanaba los sesos ante su descubrimiento, el nuevo Paquirri capoteaba con vulgaridad a su primero, bonito de hechuras, como toda la corrida, y moribundo, tambi¨¦n, como toda ella. Y la pregunta sigue ah¨ª: ?continua en activo Rivera? Que nadie pretenda colegir una inquina personal contra el torero. Respeto siempre y profunda admiraci¨®n para quien tiene la osad¨ªa de vestir el traje de luces. No se trata m¨¢s que de buscar la verdad y, sobre todo, de defender con la necesaria pasi¨®n la injusta situaci¨®n de quienes demuestran condiciones e ilusiones y se encuentran, incomprensiblemente, con las puertas cerradas de los contratos, mientras otros, este es el caso de Rivera Ord¨®?ez, torean tarde tras tarde sin justificaci¨®n alguna.
Misterios del taurinismo andante; merengues sabrosos para quien no los merece y el silencio m¨¢s duro para quienes esperan con desesperaci¨®n una nueva corrida que les abra las puertas de la gloria.
Inv¨¢lida, mansa y descastada corrida de la ganader¨ªa de El Torero
Rivera es un privilegiado en el mundo de los toros; hijo de sus circunstancias personales, como todos, que lleg¨® a los ruedos con la impronta de los grandes, y pronto se desinfl¨® para vivir de las rentas de la popularidad. Y ah¨ª sigue, temporada tras temporada, entre los primeros del escalaf¨®n, sin motivo aparente que lo justifique.
El domingo, un d¨ªa m¨¢s, volvi¨® a demostrar que es quien es por m¨¦ritos propios. Su lote no vali¨® nada, manso, descastado y moribundo, como todos los toros que saltaron al ruedo, pero el torero fue una sombra de aquel que hace a?os deslumbr¨® en la fiesta. Puso banderillas con m¨¢s voluntad que acierto y calidad; capote¨® de manera insulsa, y con la muleta en las manos dio pases ayunos de mando, prestancia y temple. Ni siquiera se justific¨® con decoro en el quinto, que aguant¨® algunas embestidas en el tercio final. En fin, que no; que tiene raz¨®n el vecino, que parece que est¨¢ retirado. Y lo que es peor: que no se le espera.
Padilla cort¨® una ben¨¦vola oreja fruto del cari?o del p¨²blico
Padilla y El Fandi son otra historia. No son exquisitos, claro est¨¢, pero nadie duda de que est¨¢n en activo. Este domingo, sin embargo, y a pesar de la gentileza del muy generosos p¨²blico malague?o, no aportaron un grano de grandeza a su carrera. Una vez m¨¢s, y van ya demasiadas, a causa de un encierro impropio de una fiesta llamada del toro. Moribundos los seis, lastimosamente inv¨¢lidos, amuermados y tullidos, enfermos o enfermados, que todo podr¨ªa ser, y, adem¨¢s, mansos de solemnidad y muy descastados. Es decir, un fraude en toda regla, pues se anunciaron seis toros y salieron seis birrias imposibles.
No resulta dif¨ªcil adivinar lo que ocurri¨®. Padilla fue recibido con cari?o, como le ocurre por cada plaza que pisa, y devolvi¨® af¨¢n y deseos de triunfo. Tambi¨¦n banderille¨® a su lote y lo hizo bien, con soltura e inter¨¦s por hacer la suerte como se debe. Capote¨® con buen aire por ver¨®nicas y chicuelinas, y se esforz¨® con la muleta, aunque le pudieran las precauciones ante su primero, siempre al hilo del pit¨®n, y, entre desplantes y simpat¨ªa, le cort¨® una ben¨¦vola oreja al cuarto, que lleg¨® a desplomarse en la arena durante la faena. Entre gritos de ¡°torero, torero¡±, el presidente sac¨® el pa?uelo y el hombre dio la vuelta al ruedo entre el clamor de los malague?os. Anda que si llega a torear¡
Y no triunf¨® El Fandi, lo que es noticia importante, con lo facil¨®n que estaba el tribunal de los tendidos. Lo aclamaron con las banderillas, aunque sigue clavando a toro pasado, asunto que a la gente le da igual. Y no encontr¨® oponente para sus formas toreras: el primero era un muerto en vida, tocado y hundido desde que sali¨® por chiqueros, y el sobrero sexto, que fue el ¨²nico que se mantuvo en pie, le plante¨® dificultades y el torero no se confi¨® en ning¨²n momento. Es dif¨ªcil dar un pase si el torero se quita con descaro despu¨¦s de cada cite. Adem¨¢s, mat¨® mal, y toda la euforia de las banderillas se diluy¨®.
El vecino se despide con un gesto expl¨ªcito: se lleva las manos a la cabeza, y su mirada lo dice todo: ¡°Madre m¨ªa, c¨®mo est¨¢ esto¡¡±
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