¡°Al Gai¨¢s no viene ni el Tato¡±
Los turistas admiten que visitan la Cidade da Cultura por simple ¡°curiosidad¡± arquitect¨®nica mientras vecinos y trabajadores perciben muy poco p¨²blico
La Cidade da Cultura es la construcci¨®n en obras m¨¢s grande de Santiago y posiblemente la ¨²nica que no cuenta con un jubilado haciendo de capataz. El complejo que parec¨ªa que le iba a disputar el inter¨¦s tur¨ªstico a la Catedral se asemeja a un desierto este mes de agosto. Los obreros tienen que conformarse con la compa?¨ªa de los motores que de cuando en vez resuenan por la Avenida Manuel Fraga. El camino que conecta al Gai¨¢s con la civilizaci¨®n es para muchos el mejor homenaje al mecenas de la obra de arte esculpida por el arquitecto Peter Eisenman.
?A las 12 del mediod¨ªa, una treintena de coches est¨¢n aparcados a las puertas del gigante, muchos menos que en cualquier hipermercado. La ciudadan¨ªa no es ajena a una pol¨¦mica que acompa?a a la Cidade da Cultura desde que fue ideada y que sigue creciendo. Unos trabajadores que transportan material bromean sobre c¨®mo se tom¨® la decisi¨®n de llevar adelante el proyecto: ¡°Hab¨ªa que darle un premio al que le tom¨® el pelo a Fraga con esto¡±. A los turistas que suben a curiosear el edificio les invaden las dudas, como un explorador que descubre el Machu Picchu. Ninguno sabe muy bien qu¨¦ es lo que hay ah¨ª ni por qu¨¦ se hizo.
¡°Si hace buen d¨ªa la gente prefiere
Estos d¨ªas uno puede reflexionar y deleitarse con la pintura de Eugenio Granell, gozando de la mayor tranquilidad. Las piezas del artista republicano est¨¢n expuestas en un Arquivo de Galicia que rara vez cuenta con m¨¢s de cuatro visitantes al mismo tiempo. Un v¨ªdeo que ilustra la vida y obra de este militante del Partido Obrero de Unificaci¨®n Marxista (POUM) se repite infinidad de veces en una sala de paredes negras siempre vac¨ªa. El ¨²nico p¨²blico son algunos cuadros del propio Granell o el impasible soldado del cartel propagand¨ªstico de Arturo Ballester con la leyenda ¡°Salud, heroico combatiente de la libertad. CNT¡±.
Sobre unas vallas verdes de obra se superpone el r¨®tulo Gallaecia Petrea anunciando la entrada a la exposici¨®n m¨¢s publicitada esta temporada en el Gai¨¢s. Aunque cuenta con mucho m¨¢s p¨²blico que Granell, el propio guardia de seguridad reconoce que no viene mucha gente. ¡°Hoy tuvimos dos visitas muy numerosas, de 40 personas cada una. La tra¨ªa el Imserso. Pero los que vienen a curiosear por su cuenta suelen ser turistas¡±. No todo son curiosos. Tambi¨¦n hay qui¨¦n va espec¨ªficamente a ver el Gai¨¢s, como un matrimonio vasco que veranea en Carnota y se acerc¨® a Santiago solo por la exposici¨®n.
Un v¨ªdeo sobre Granell se repite
La cafeter¨ªa es casi siempre el espacio m¨¢s animado de la Cidade da Cultura, pero siguen sobrando los dedos de las manos para contar a los que se refrescan bajo las sombrillas, al menos durante la ma?ana. ¡°Por la tarde hay m¨¢s personas, aunque si hace buen d¨ªa [COMO HOY]la gente prefiere ir a la playa¡±, comenta un camarero. Hacia las siete de la tarde el sol deja de cocer las piedras del golem del Gai¨¢s. Una vecina de la zona que suele ir habitualmente a ver obras de arte protesta por la falta de prevenci¨®n ante las inclemencias clim¨¢ticas: ¡°Aqu¨ª no hay ni un ¨¢rbol para taparse del sol, durante el d¨ªa no se puede venir si no quieres morir de calor. El mejor momento es la puesta de sol, pero dura poco. A partir de las nueve y pico empieza a hacer un fr¨ªo terrible. Para ver los conciertos de los Atardeceres no Gai¨¢s hay que traer ropa de abrigo si uno no quiere congelarse¡±.
La biblioteca es un excelente lugar para la lectura. La ausencia de gente y el silencio ayudan al lector a concentrarse. La ¨²nica interrupci¨®n es el eco, que se forma f¨¢cilmente en esta gran sala. Unos c¨®modos sillones invitan a uno a quedarse todo el d¨ªa acompa?ado por libros. A diferencia de cualquier otra biblioteca, apenas hay mesas para estudiar, pero no supone un problema ya que pocos escolares cuentan con un medio para ir al Gai¨¢s y optan por las bibliotecas de la universidad.
Los visitantes locales suelen usar su coche particular para hacer la visita, ya que ir dando un paseo desde el centro de Santiago lleva no menos de 40 minutos. Los turistas, en general, prefieren el autob¨²s urbano que parte cada hora desde el centro. Algunos de estos veh¨ªculos viajan con solo dos pasajeros. Su conductor afirma que es lo habitual. Otros van m¨¢s llenos y alguno completanente vac¨ªo.
La mayor¨ªa de los visitantes reconoce que va para ver el continente y que no sabe cu¨¢l es el contenido. Aunque todo ayuda. Una pareja madrile?a que est¨¢ de vacaciones por Santiago comenta durante el trayecto de autob¨²s que van hacia el final de la tarde para ver la actuaci¨®n musical. Se refieren al concierto del Colectivo Oruga, uno del ciclo Atardecer no Gai¨¢s, que presenta nuevas bandas varias noches a partir de las nueve. Unas cien personas acurrucadas en pufs asisten al espect¨¢culo. ¡°Son gente de aqu¨ª, de Santiago o de Galicia, que ya conocen al grupo. Tambi¨¦n se queda siempre alg¨²n turista que estaba viendo los edificos y la m¨²sica le pilla por sorpresa¡±. La trabajadora que cuenta esto confirma que el p¨²blico de los atardeceres suele rondar siempre en torno a las 100 o 150 personas.
¡°Lo ¨²nico que hay aqu¨ª a partir de las ocho es el viento y la Santa Compa?a¡±
¡°Aqu¨ª no viene ni Dios¡±. Una se?ora que se toma una ca?a en la cafeter¨ªa se queja de lo que ella considera un agujero de dinero p¨²blico. ¡°Solo hay visitas de ancianos. Los turistas vienen a Santiago para ver la Catedral y la Zona Vieja. Quitas eso y a la Cidade da Cultura no viene ni el Tato¡±, ironiza. Aunque le gusta disfrutar de los conciertos, reconoce estar en contra del proyecto: ¡°Esto es un mausoleo fara¨®nico que lo hizo quien lo hizo. Vienen aqu¨ª como qui¨¦n va a ver una pir¨¢mide¡±.
Cuando la luz se va yendo tambi¨¦n desaparece la gente que pudiera quedar. Un ilustre personaje de la cultura gallega, que prefiere guardar el anonimato, echa mano de la retranca para definir el escenario: ¡°A partir de las ocho de la tarde lo ¨²nico que hay aqu¨ª es el viento y las almas que vienen en Santa Compa?a¡±. A la salida, una joven pareja de arquitectos franceses termina la visita con una pregunta en la boca: ¡°?Cu¨¢ndo va a estar terminado esto?¡±.
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