Zorionak Vicky
Hoy en estas l¨ªneas no voy a poder evitar hablar del centenario de mi ni?a bonita, el Teatro Victoria Eugenia. Para m¨ª siempre ha sido una bella donostiarra, un poco pija; te hace sentir como si fueras el ¨²nico del Universo, que no existe nadie m¨¢s y su abrazo es tan solo para ti.
Mi relaci¨®n con ella empez¨® hace mucho tiempo. S¨¦ que no fui el primero al que am¨®, cien a?os dan para mucho y muchos somos los pretendientes. Hoy es su cumplea?os, un cumplea?os especial, no todos los d¨ªas uno llega a poner cien velas en la tarta, ni puede presumir uno de tener una lista de amantes tan larga y variada.
En todo este tiempo, actores, directores teatrales, m¨²sicos y un largu¨ªsimo etc, han querido expresarse dentro de ella, bailar en su escenario, llenar de sonidos su interior, mover su tel¨®n con miedo e infinita ansia de curiosidad para ver c¨®mo respira su patio de butacas. Yo tuve la suerte de bailar con ella una vez. Fue en septiembre, durante mi Semana Grande particular, y no lo olvidar¨¦ nunca. Una vez concertada la cita, despu¨¦s de cortejar a sus padres, que son varios y todos de diferente pelaje, cuando ya sab¨ªa que ese d¨ªa y a esas horas ella solo estar¨ªa conmigo para m¨ª, ayud¨¢ndome a expresar mi trabajo de la mejor manera posible, desde ese momento, un nerviosismo permanente, un cosquilleo, se apoder¨® de m¨ª. Los d¨ªas ya pasaban entre una mezcla de r¨¢pido y lento, muy extra?a, que debido a la intensidad del goce, ahora en el recuerdo, siempre fue poco el tiempo juntos, el baile dur¨® lo que ten¨ªa que durar. A pesar de que a m¨ª me parecieran segundos, el recuerdo de una pel¨ªcula que te cuenta un buen amigo, el d¨ªa D en mi historia particular empez¨® muy pronto. Victoria y yo hab¨ªamos quedado para compartir con los invitados al atardecer, cerca de la hora bruja, mi ropa estaba planchada y las se?ales eran propicias. Los ¨²ltimos preparativos casi hicieron que por un instante olvidara ese cosquilleo incesante, que hacia sudar mis manos. Algunos pensar¨ªan a lo largo del d¨ªa que era un gesto m¨ªo, personal, no era as¨ª, como le ocurri¨® a Will Kane.
La hora hab¨ªa llegado y no estaba solo pero lo parec¨ªa, consegu¨ª darme la ducha m¨¢s r¨¢pida de mi vida, me puse mi traje negro y en ese instante, empez¨® la borrachera. Lo que sent¨ªa se parec¨ªa mucho al estado et¨ªlico. Alguien que tambi¨¦n llevaba traje azul me cogi¨® del brazo, fuertemente, tirando sutilmente hacia delante, consiguiendo que desde ese momento, lo que tantas veces hab¨ªa imaginado en mi cabeza, pasara ante mi como una pel¨ªcula en IMAX. Parece que est¨¢s all¨ª y no es as¨ª.
La noche paso r¨¢pido y mientras pasaban personas saludando y apretando manos, en muchos momentos yo solo ten¨ªa ojos para ella, mi mirada escapaba fugazmente a sus balcones, paseaba por sus paredes, recortando sus formas, distray¨¦ndome de las atenciones que me requer¨ªan. As¨ª transcurri¨® la noche, nuestra noche, fugaz, intensa, pintada de recuerdos vestidos por la niebla, dej¨¢ndome a la orilla, solo deseando volver.
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