Entre monjes mundanos
Los cistercienses combinaban la contemplaci¨®n con el disfrute vital y callaban traiciones y secretos
Perutxo era un fraile discreto y diligente. Se encargaba de cobrar impuestos, cocinar y limpiar con esmero el monasterio de Santa Mar¨ªa de La Valldigna. Su condici¨®n de lego, aquel que carece de ¨®rdenes sagradas, le degradaban a un segundo escalaf¨®n, aunque ¨¦l se cre¨ªa imprescindible por ser pitancero, que es como se llamaba al religioso que custodiaba el armario de la carne. Una ma?ana del siglo XVI el fraile dej¨® de servir filetes y salchichas a sus voraces comensales, trece monjes cistercienses. Y se le ech¨® de menos en el refrectorio (comedor). Ya era tarde. Su cad¨¢ver degollado flotaba en la Font Gran de Simat de la Valldigna.
El abad, m¨¢xima autoridad religiosa y se?or feudal encargado de impartir justicia, culp¨® del asesinado a dos musulmanes de la vecina mezquita de la Xara, a quienes el Perutxo prest¨® 800 sueldos para comprar carneros en Alzira. Cr¨ªmenes, envenenamientos y traiciones. La vida en La Valldigna esboza la misi¨®n de unos monjes encomendados por igual a la contemplaci¨®n y al disfrute terrenal. As¨ª lo cuenta en sus visitas a este impresionante monasterio de cuidados jardines su equipo de gu¨ªas.
El asesinato por impago revela el influjo del omnipresente templo y su complicada relaci¨®n con los s¨²bditos de La Safor. Desde su fundaci¨®n por Jaume II el Just, en el siglo XIII, Santa Maria de la Valldigna ha proyectado su estela como un centro de poder cat¨®lico hasta devenir en un emblema de la Comunidad Valenciana, recogido en la ¨²ltima reforma del Estatut.
Los cistercienses combinaban la contemplaci¨®n con el disfrute vital y callaban traiciones y secretos
La Generalitat del socialista Joan Lerma adquiri¨® el conjunto en 1991 por 1,5 millones de euros a una familia de origen madrile?o, que lo compr¨® tras la desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal, en 1835. Como mandaban las malas costumbres, los antiguos propietarios asolaron con impunidad la construcci¨®n y desarmaron sus piezas para convertirlo en una explotaci¨®n agr¨ªcola. "Tiraron el claustro para plantar peras y ajos", apunta indignada Silvia Prades, responsable del equipo de gu¨ªas del Monastir, que se ha levantado en un 70% con elementos nuevos.
Son las 12.00 de la ma?ana y Santa Mar¨ªa es un lugar sereno y tamizado generosamente por el sol. La fuente de los tritones, del siglo XVII, da la bienvenida e introduce al impresionante refrectorio. Fue entre las paredes de este silencioso edificio del siglo XV, que albergaba la degustaci¨®n compulsiva de manjares, mistela y vino dulce, donde probablemente se envenen¨® poco a poco y con ars¨¦nico al obeso secretario del emisario de la Casa Real Fray Tom¨¢s G¨®mez.
El desgraciado era una especie de inspector ¨¢ulico que recal¨® en Santa Mar¨ªa para vigilar la propensi¨®n de los monjes del C¨ªster a tontear con las mozas de Simat. Y tomo decisiones arriesgadas, como destituir al abad y al prior, que despertaron la ira monacal. La qu¨ªmica letal impidi¨® al detective concluir sus pesquisas, seg¨²n relata la gu¨ªa. La sala capitular, que hoy ser¨ªa el equivalente a la planta noble que ampara las cuchilladas de los consejeros delegados de una multinacional, tambi¨¦n debe callar lo suyo. Bajo su b¨®veda de crucer¨ªa, se reun¨ªan los monjes para despachar con el abad Rodrigo de Borja, el setabense que se convirti¨® en Papa (Alejandro VI) tirando de astucia y nepotismo.
Recorrer Santa Mar¨ªa es una sugestiva experiencia para reencontrarse con los cimientos hist¨®ricos valencianos y adentrarse en el modus operandi de una Iglesia que, ya en el siglo XIII, miraba con la misma intensidad al cielo y al bolsillo. La entrada en el complejo es gratuita pero se recomienda la contrataci¨®n de una de las cuatro visitas guiadas. Sus precios oscilan desde los dos euros de una panor¨¢mica de media hora hasta los siete de un itinerario teatralizado de 90 minutos.
El cenit de afluencia se alcanza los domingos, donde se pueden juntar hasta 120 turistas, seg¨²n su directora adjunta, Mariam Aparici. Durante el verano, se programan sendas sesiones de Monasterios bajo las estrellas, que combina la visita al complejo cisterciense con el de Santa Jeroni de Cotalba, en Alfauir (Valencia), e incluye los d¨ªas 10 y 17 una cena con concierto por 45 euros. Las noches estrelladas, el vino y los placeres mundanos a buen seguro seducir¨ªan a los factotums de la familia Borja.
Pistas
Para llegar. El trayecto entre Valencia y Simat de la Valldigna dura una hora. El itinerario m¨¢s sencillo pasa por la autopista AP-7 en direcci¨®n Alicante y en coger el desv¨ªo de Tavernes, desde donde se indica c¨®mo llegar a Simat. El Monasterio de Santa Mar¨ªa se encuentra junto a la poblaci¨®n. No tiene p¨¦rdida.
Para comer paella con mandonguillas. Ni tiene nombre ni sus platos figuran en las encorsetadas gu¨ªas gastron¨®micas. Sin embargo, la paella de Pizzeria Santi, frente al Monasterio de Simat de la Valldigna, podr¨ªa resucitar hasta al desgraciado Fray Perutxo, seg¨²n los vecinos. Carmen Mansan¨¦, la madre de la criatura, es una se?ora afable que confiesa que el secreto de su arroz reside en el cari?o. Y "su paella", como defiende, se presenta inmutable con los ingredientes "de toda la vida", que en esta zona de La Safor no son otros que el pollo, el conejo y las mandonguilles (alb¨®ndigas) caseras de cerdo y ternera. Presume de arroz al horno, a banda y fideu¨¢. Y sus men¨²s no superan los ocho euros de lunes a s¨¢bado y los catorce el domingo, cuando se puede comer a la carta. Cocina de toda la vida, sin tonter¨ªas, y apta para bolsillos espoleados. Pizzer¨ªa Santi: C/ Convent. Tel: 96 281 09 17.
Para visitar el monasterio sin contratiempos. Monestir de Santa Mar¨ªa de la Valldigna. Pla?a. de l'Abadia, s/n ~ 46750 ~ Simat de la Valldigna (Val¨¨ncia). Horario (verano): De 9.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00 horas. Informaci¨®n y reservas: 96 281 16 36 / 654 60 31 63. Tourist info de Simat de la Valldigna: 96 281 09 20.
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