Entre copas a trav¨¦s de la historia

"Aqu¨ª la muerte no sorprende a nadie", escribe en Aldea el poeta requenense Juan Vicente Piqueras, entre cuyos premios figura el Antonio Machado. Y sigue: ¡°Todos saben que un d¨ªa volver¨¢n a la tierra/ que son y que jam¨¢s, ni un solo d¨ªa,/ han dejado de ser, de ver y de sentir". Los versos aluden a la aldea donde naci¨® el autor, Los Duques, lugar de profundas ra¨ªces cerca del cual se encuentran Las Pilillas, unas almazaras y lagares de la ¨¦poca ib¨¦rica, probablemente del siglo VI a. C. donde podemos imaginar c¨®mo sus antepasados ya pisaban la uva sobre la piedra. Ahora que la ruta del vino en la zona Requena-Utiel se consolida como oferta enotur¨ªstica, a trav¨¦s de numerosas, variadas y cuidadas bodegas donde se trata de conjugar la tradici¨®n y el progreso, las excavaciones arqueol¨®gicas nos recuerdan que la ruta enol¨®gica empez¨® en Iberia.

Las Pilillas se encuentra actualmente en pleno trasiego arqueol¨®gico y recibe visitas muy contadas porque a¨²n no est¨¢ para recibir. Pero ¡°es el plato fuerte¡± del territorio bobal que los bodegueros de la zona tratan de asentar como marca propia apoy¨¢ndose en la variedad de uva m¨¢s espec¨ªfica de esta tierra, que se llama as¨ª. Ese es el parecer de Jose ?ngel Jes¨²s-Mar¨ªa, gestor cultural en el Ayuntamiento de Requena, aunque matiza que para formar parte del recorrido enof¨ªlico habr¨¢ de convertirse previamente en museo al aire libre.

A poco m¨¢s de 20 kil¨®metros en direcci¨®n a Madrid, en la loma de los Villares de Caudete de las Fuentes, emerge otro poblado anterior a nuestra era de simp¨¢tico nombre, donde se encontraron semillas de uva, adem¨¢s de lo que parece la casa de un comerciante de vinos y aceites que invitan a suponer una cultura del vino de arraigo antiguo. ¡°Se cree que Las Pilillas es anterior¡±, puntualiza Jes¨²s-Mar¨ªa, aunque Kelin, un poblado donde se acu?aba moneda y desde el que se divisa a la perfecci¨®n el paso del AVE en paralelo a la autopista, puede observarse de cerca concertando visita previa en el Ayuntamiento de Caudete, en cuyas dependencias hay una peque?a colecci¨®n de objetos hallados en las excavaciones.

Y aunque no fuera entonces la principal fuente de riqueza de la comarca, ordenanzas del vino hay desde la misma Carta Puebla y bajo casas del casco hist¨®rico de Requena puede recorrerse un sugerente laberinto de cuevas que guardaban la uva y el vino. Puede verse tambi¨¦n en su Museo del Vino una cueva con sus tinajas o un jaraiz, que era la primitiva y elemental bodega de una casa y trullos documentados desde el siglo XVI, porque ya pagaban impuestos.

Pero la tradici¨®n vitivin¨ªcola moderna tiene de partera a la filoxera, esa enfermedad que arrambl¨® con los vi?edos europeos pero fue leve en esta zona gracias a la resistencia de la uva aut¨®ctona, la bobal. El nuevo impulso de la producci¨®n fue animado a¨²n m¨¢s con el tren Utiel-Valencia, que gener¨® bodegas en torno a las estaciones y alrededor del puerto de Valencia, donde actualmente s¨®lo queda la de Valsangiacomo.

Ahora en Valencia s¨®lo queda una gran bodega, mientras en el territorio bobal hay 36 embotelladoras y numerosas cooperativas que fabrican ¨²nicamente caldos. Tal vez la m¨¢s llamativa en un entorno de creciente competencia sea la casa palacio modernista de Torre Oria, encargada al arquitecto Jos¨¦ Donderis por la familia gallega Oria de Rueda, que lleg¨® a finales del XIX a Requena atraida por la industria de la seda que all¨ª floreci¨®.

Un siglo despu¨¦s, y tras haber cambiado de manos y haber osado fabricar el primer cava valenciano, es un bien protegido que se puede visitar en su integridad junto a los ¨¢rboles centenarios que le rodean. Son tambi¨¦n de corte modernista los edificios de M¨¢s de Baz¨¢n o Emilio Clemente y no menos antiguo es el inmueble de Dominio de la Vega, mientras otros, como Hoya de Cadenas, venden numerosos servicios complementarios y tambi¨¦n modernidad, en un museo de Arte en Barrica alimentado con obras de Mariscal, Miquel Navarro o Carmen Calvo, entre otros conocidos artistas, que los pobladores de Las Pilillas y Los Villares jam¨¢s hubiesen imaginado.