Excelencia en movimiento

Suele afirmar Mar¨ªa Pag¨¦s que sus obras no est¨¢n completas hasta que no se presentan en Sevilla. En esta ocasi¨®n, Utop¨ªa cuenta con casi un a?o de vida, seguro que bastantes funciones y, conociendo la forma de trabajar de la artista, se puede aventurar que desde la primera de ellas, se trat¨® de un espect¨¢culo conceptualmente m¨¢s que perfilado y totalmente pulido desde el punto de vista formal. Porque as¨ª se presenta este trabajo inspirado en la obra del arquitecto brasile?o Oscar Niemeyer, en su querencia por las formas sinuosas, incorporadas al escenario de una forma sutil pero con mucho juego, y m¨¢s all¨¢ de ellas en su legado humanista que enlaza con el compromiso art¨ªstico y vital que acompa?a a todas las obras de Pag¨¦s. En esta, ha optado por mostrar su inconformismo con determinados tratamientos formales, pero ha a?adido tambi¨¦n un hermoso mensaje de solidaridad y de optimismo a un tiempo, y que se plasma principalmente en los diferentes di¨¢logos ¡ªlos del brasile?o Fred Martins con la compa?¨ªa son los m¨¢s elocuentes¡ª que se suceden a lo largo del espect¨¢culo. Todo ello con versos, no siempre bien vocalizados, de poetas como Neruda, Machado, Benedetti, Baudelaire¡­

Cabe plantearse, pues, d¨®nde se encuentra ese ultimo trazo que hace que la artista d¨¦ a la obra por completa. Todos los espect¨¢culos son entes vivos que mudan y evolucionan, y este no ser¨ªa una excepci¨®n. Sin embargo, se antoja que, junto al trabajo esc¨¦nico y de grupo, impecable como de costumbre, la bailaora hubiera a?adido un plus en sus participaciones personales, en las que por momentos se percibe un vibrante nervio y una aguda concentraci¨®n que dan a los bailes una factura y capacidad de transmisi¨®n renovadas. Es la excelencia ¡ªen movimiento¡ª de un discurso que toma diversas formas a trav¨¦s de unos estilos que la artista no ha debido de elegir al azar. As¨ª, la fuerza y el ¨ªmpetu rebelde de la farruca, que logra su equilibrio en el di¨¢logo entre chelo y guitarra. Con traje rojo de inmensa cola, Mar¨ªa fue un ¨¢rbol de tronco inm¨®vil y agitadas ramas con los primeros acordes de la grana¨ªna. Luego la misma seda que la ataba al suelo cobr¨® vida en una danza introspectiva y termin¨® cobrando la gracia necesaria para acompa?ar el aire abandolao. Continu¨® Pag¨¦s la b¨²squeda de su camino con los apropiados versos machadianos y la compa?¨ªa del taranto y el martinete. Todo ello dentro del ejercicio de una danza que personaliza la escuela a la que remite y es fiel.

En el grupo hab¨ªa residido m¨¢s el zapateado y la sobriedad dentro de unas coreograf¨ªas sencillas pero de pulcra ejecuci¨®n. Fue, por ejemplo, el tiempo de las soleares y de la revestida transici¨®n que compuso la compa?¨ªa para ilustrar el duelo por debla y martinete que protagonizan los cantaores sobre versos de Benedetti. Luego llegar¨ªa el mensaje casi final de optimismo, picard¨ªa y encuentro de culturas con el baile de la guajira primero, y la m¨²sica de Fred Martins, a la que se suma toda la compa?¨ªa en una fiesta por tangos. La bailaora hab¨ªa dejado para el final su baile por alegr¨ªas. El mensaje final. Los versos de Baudelaire hablan de una alondra y ella, antes de desarrollar el canon del estilo, quiso ser p¨¢jaro en imposibles escorzos, infinitos brazos.