Los silencios de Fabra
"Fabra evita las respuestas, pero en sus sostenidos silencios no solo se manifiesta su verg¨¹enza por lo que hizo el PP aqu¨ª sino tambi¨¦n su responsabilidad en lo que est¨¢ haciendo ahora"
El presidente del Consell, Alberto Fabra, se parece cada d¨ªa m¨¢s a su predecesor. No por la causa que engull¨® a Francisco Camps y las derivadas que espolearon su descr¨¦dito. S¨ª por alguno de los efectos que hicieron m¨¢s pat¨¦tico su desmoronamiento: el p¨¢nico a la intemperie medi¨¢tica, la cobard¨ªa a la impertinencia del periodista al¨¦rgico al pesebre.
A Camps le sobraban los motivos para ello, pero ?de qu¨¦ huye Fabra? ?Por qu¨¦ la mayor¨ªa de actos de su agenda son solo para gr¨¢ficos y cuando no lo son se limita a ejecutar una proclama que siempre acaba sonando m¨¢s como una defensa que como una propuesta? ?Qu¨¦ trata de esquivar? ?De d¨®nde surge su sentimiento de culpabilidad?
?Fabra se comporta como si desde que Mariano Rajoy lo ungi¨® para ponerse al frente de la cat¨¢strofe del PP en la Comunidad Valenciana hubiese sido desterrado al T¨¢rtaro, es decir, la regi¨®n m¨¢s baja del inframundo griego, donde S¨ªsifo fue obligado por Zeus a llevar a la cima una pesada piedra que, en una suerte de d¨ªa de la marmota mitol¨®gico, siempre se le ca¨ªa y rodaba hasta el punto de partida.
El problema de Fabra, como S¨ªsifo, fue estar all¨ª: su posici¨®n acab¨® determinando su suerte
?Por qu¨¦ tuvo Rajoy que fijarse en Fabra, que hab¨ªa hallado su sitio en la apacible alcald¨ªa de Castell¨®n y nunca hab¨ªa dado se?ales de ambicionar lo dem¨¢s, ni siquiera condiciones para acometerlo? Tampoco Rajoy ten¨ªa m¨¢s opciones. Con Camps carbonizado, la c¨²pula del PP valenciano agusanada y las dos principales alcaldesas de la Comunidad Valenciana descartadas (una, desacreditada por encubrir a Camps y salpicada por G¨¹rtel y Emarsa; la otra, por Brugal), a Fabra, m¨¢s all¨¢ de si era o no id¨®neo para el cargo, le tocaba el boleto por eliminaci¨®n.
El problema de Fabra, como S¨ªsifo, fue estar all¨ª: su posici¨®n acab¨® determinando su suerte. S¨ªsifo vio algo que no deb¨ªa. Fabra fue lo primero que se ve¨ªa detr¨¢s del estercolero. No hizo nada para merecerlo, pero ahora tambi¨¦n ¨¦l transporta sobre sus lomos una terrible carga cuyo peso se va intensificando a medida que avanza hacia una cima que se aleja cada d¨ªa m¨¢s y cuya fatalidad es ser la penitencia de la bancarrota en la que los suyos sumieron a la Administraci¨®n valenciana bajo el delirio de fatuos liderazgos y despiadados saqueos.
Esa ineludible perspectiva, sin duda, arruina la sustantividad de su discurso y agarrota su expresividad. Fabra evita las respuestas, pero en sus sostenidos silencios no solo se manifiesta su verg¨¹enza por lo que hizo el PP aqu¨ª sino tambi¨¦n su responsabilidad en lo que est¨¢ haciendo ahora.
En ese mutismo se expresa la mayor escabechina laboral llevada a cabo en la Comunidad Valenciana desde los d¨ªas de Altos Hornos de Sagunto, RTVV, la demolici¨®n de la sanidad y la educaci¨®n p¨²blicas, el desguace de la investigaci¨®n cient¨ªfica, el estrangulamiento de los institutos tecnol¨®gicos o el drama de los concursos de acreedores de las empresas de proveedores que cierran por los impagos de la Generalitat.
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