Lo que est¨¢ en juego
As¨ª no se puede permanecer mucho tiempo. Las estructuras pol¨ªticas no pueden sostenerse sin la adhesi¨®n ciudadana
Casi sin darnos cuenta nos estamos deslizando hacia un momento constituyente, que puede acabar no siendo democr¨¢tico. Hasta el momento ¨²nicamente en el Pa¨ªs Vasco se hab¨ªa formulado una propuesta constituyente, el llamado Plan Ibarretxe, que pudo ser rechazada de plano, entre otras razones porque naci¨® contaminada, porque fue aprobada en el Parlamento vasco con los votos de Batasuna. En ninguna otra nacionalidad o regi¨®n se hab¨ªa llegado a contemplar siquiera que el dogma de la unidad pol¨ªtica del Estado como presupuesto y l¨ªmite del ejercicio del derecho a la autonom¨ªa de las nacionalidades y regiones que integran Espa?a pod¨ªa ser puesto en cuesti¨®n. Nada hac¨ªa presagiar hace apenas unos a?os, no m¨¢s de dos o tres, que nuestro modelo territorial pod¨ªa hacer aguas y que de ser considerado la mejor aportaci¨®n de la transici¨®n espa?ola al constitucionalismo comparado, iba a pasar a convertirse en el origen de todos los males que nos aquejan como consecuencia de la crisis econ¨®mica.
Pero esto es lo que est¨¢ ocurriendo. Por un lado, se est¨¢n abriendo camino los proyectos de desguace del Estado auton¨®mico por quienes nunca lo han considerado su forma de Estado. Ah¨ª est¨¢n los Gobiernos de Castilla-La Mancha y Madrid con apoyo de medios de comunicaci¨®n muy poderosos como botones de muestra. Por el otro, est¨¢n emergiendo discursos independentistas, que hasta el momento hab¨ªan sido muy minoritarios y que est¨¢n adquiriendo una fortaleza extraordinaria, como la manifestaci¨®n en Catalu?a del pasado martes ha puesto de manifiesto.
Entre los proyectos recentralizadores y los independentistas el discurso auton¨®mico est¨¢ perdiendo aceptaci¨®n en la sociedad espa?ola a pasos agigantados. Hay una estructura del Estado que permanece de pie, pero no hay pr¨¢cticamente nadie que la defienda como proyecto de futuro. A lo m¨¢s que se llega es a considerar que no ha prestado un mal servicio durante la transici¨®n, pero que ha dejado de ser la estructura de Estado que necesita la sociedad espa?ola en este siglo.
As¨ª no se puede permanecer mucho tiempo. Las estructuras pol¨ªticas no pueden sostenerse sin la adhesi¨®n ciudadana. Las estructuras no democr¨¢ticas pueden sostenerse durante un tiempo relativamente prolongado. De ello hay abundantes ejemplos en la historia. Pero las estructuras democr¨¢ticas no pueden. El apoyo ciudadano para ellas resulta indispensable en el corto plazo.
No se si la sociedad espa?ola es consciente del problema con el que tiene que enfrentarse. El ejercicio del derecho a la autonom¨ªa es la forma espec¨ªfica de expresi¨®n de la democracia en Espa?a. El Estado unitario ha sido la expresi¨®n del autoritarismo, que acababa haciendo imposible la supervivencia del r¨¦gimen constitucional. Ah¨ª tenemos las dos dictaduras espa?olas del siglo XX, la de Primo de Rivera y la del general Franco. ?nicamente a trav¨¦s del ejercicio del derecho a la autonom¨ªa la sociedad espa?ola ha podido constituirse democr¨¢ticamente. As¨ª ocurri¨® en la Segunda Rep¨²blica. Y as¨ª ha vuelto a ocurrir con la transici¨®n tras la muerte del general Franco.
Democracia y ejercicio del derecho a la autonom¨ªa han ido juntas en nuestra historia y, en mi opini¨®n, ¨²nicamente podr¨¢n pervivir si siguen yendo juntas. Pero para eso es preciso que el discurso auton¨®mico, el discurso que considera que ¨²nicamente a trav¨¦s del ejercicio del derecho a la autonom¨ªa se puede alcanzar una unidad pol¨ªtica del Estado de contenido democr¨¢tico, sea aceptado de manera muy mayoritaria en la sociedad espa?ola. Es lo que ha ocurrido en las ¨²ltimas d¨¦cadas y es lo que tengo la impresi¨®n de que est¨¢ empezando a dejar de ser as¨ª. No es la autonom¨ªa lo que est¨¢ en juego, sino la democracia.
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