Y Fukushima remat¨® a Garo?a
El sector de la energ¨ªa nuclear vive de negar el peligro
La larga sombra del accidente nuclear de Fukushima ha terminado con Garo?a, pese a los intentos de la industria nuclear espa?ola de seguir como si no nada hubiera pasado.
El informe oficial del Parlamento japon¨¦s publicado el pasado julio ha sido dur¨ªsimo con la industria nuclear, porque ha dejado en evidencia la negligencia e ineficacia de los sistemas de control que tienen las empresas explotadoras y de las autoridades. Para los expertos que informaron al Parlamento japon¨¦s, el accidente de Fukushima no fue consecuencia de una cat¨¢strofe natural, como defiende la industria nuclear, sino que fue causado por el hombre, dado que la empresa y las autoridades conoc¨ªan la posibilidad de esos sucesos naturales y prefirieron no hacer nada para prevenirlos, debido al coste econ¨®mico de las medidas correctoras. Seg¨²n ese informe del Parlamento, ¡°las autoridades desprecian el peligro p¨²blico¡± asociado a las centrales nucleares.
El informe daba un espaldarazo definitivo a quienes exigen cambios profundos en la regulaci¨®n de la energ¨ªa nuclear, un sector que vive de negar el peligro y de inhibirse de las consecuencias econ¨®micas y humanas de los accidentes. Como se sabe, el coste de las indemnizaciones por accidente, m¨¢s de 50.000 millones de euros en el caso japon¨¦s, recae sobre el Estado. Como reconoce el propio presidente de la ASN francesa, organismo encargado de la seguridad nuclear, es muy dif¨ªcil encontrar alg¨²n miembro de los ¨®rganos reguladores de la energ¨ªa at¨®mica que no provengan de las propias empresas el¨¦ctricas que tienen que vigilar, lo que provoca conflictos de intereses muy potentes, que se resuelven sistem¨¢ticamente a favor de las empresas.
En Francia, que es el pa¨ªs m¨¢s pronuclear que existe, las autoridades tuvieron que asumir que ¡°algo habr¨ªa que hacer¡± y, por ejemplo, han puesto en marcha una ¡°fuerza de intervenci¨®n nuclear r¨¢pida¡±, que pueda acudir a auxiliar a una central en crisis, porque en Fukushima se vio que los propios medios de la central eran inservibles. Igualmente, han exigido a cada reactor que se dote de un ¡°n¨²cleo duro¡± consistente en una especie de b¨²nker donde puedan subsistir en caso de accidente los gestores de la planta, donde haya un sistema de agua de refrigeraci¨®n de emergencia adicional e independiente del exterior y donde haya un sistema de di¨¦sel adicional de emergencia tambi¨¦n independiente del exterior, mecanismos todos ellos que fracasaron estrepitosamente en Fukushima El conjunto de las medidas est¨¢ valorado en 50.000 millones de euros para un total de 58 reactores.
Pero en Espa?a la situaci¨®n era muy diferente. Debido a la falta de transparencia democr¨¢tica y al enorme peso del lobby nuclear, aqu¨ª se defend¨ªa sin rubor alguno que con una inversi¨®n total de 500 millones de euros ya se pod¨ªa hacer frente a las ense?anzas de Fukushima. Es decir, se pretend¨ªa solventar el problema con una inversi¨®n por reactor 10 veces menor que los franceses. Como me dec¨ªa un experto del asunto, parece ser que a nuestras autoridades les parec¨ªa suficiente con colocar un gran botijo con agua fresquita al lado de cada vasija en vez de los costosos sistemas franceses.
Y es que la tradici¨®n tolerante de nuestras autoridades es proverbial. Ya en el a?o 2009 le hab¨ªan perdonado a la central de Garo?a el tener que abordar costosas actuaciones para sustituir el sistema el¨¦ctrico y para combatir el acelerado proceso de corrosi¨®n del reactor, una antigualla de los a?os sesenta del siglo pasado. Cuando el accidente de Fukushima estaba en pleno apogeo y el primer ministro japon¨¦s tuvo que optar entre evacuar o no evacuar Tokio, lo que depend¨ªa de la direcci¨®n del viento en las horas del accidente, a nuestro pusil¨¢nime Gobierno no se le ocurri¨® otra gracia que prolongar, con nocturnidad, por 10 a?os m¨¢s la vida ¨²til de la central de Cofrentes, otra antigualla del sistema. Y todos conoc¨ªamos la propaganda del actual Gobierno para prolongar por otros 10 a?os la vida de Garo?a, anulando el decreto que la obligaba a cerrar en el a?o 2013.
Pero, afortunadamente, este desparpajo pronuclear de nuestras autoridades no ha podido eludir la realidad de los hechos, que se pueden resumir en tres: Por un lado, las autoridades comunitarias est¨¢n presionando para que todas las centrales de la Uni¨®n Europea tengan determinadas inversiones de mejora, y eso afectaba duramente a Garo?a, que se ver¨ªa obligada no solo a realizar las inversiones perdonadas en el a?o 2009, sino muchas y costosas inversiones derivadas de Fukushima. Por otro lado, en el pasado agosto se detectaron en la central belga de Doel 3 unas peligrosas fisuras en la vasija, que se deb¨ªan a fallos estructurales en el procedimiento de fabricaci¨®n y que son imposibles de reparar. Lo grave del caso es que parece ser que las fisuras estaban all¨ª desde el primer d¨ªa que el reactor se puso en marcha, pero no se hab¨ªan detectado hasta ahora por los escasos medios de detecci¨®n empleados (???). Y se da la circunstancia de que ese mismo fabricante holand¨¦s que no sab¨ªa hacer vasijas sin fisuras era el mismo fabricante de las vasijas de Garo?a y Cofrentes¡
Por ¨²ltimo, la crisis econ¨®mica obliga al Estado a dejar de subvencionar a las centrales nucleares de la forma tan evidente como se ven¨ªa haciendo hasta ahora. Y por ello se hab¨ªa filtrado que el Gobierno estaba pensando en obligar a las centrales nucleares a pagar ¨ªntegramente el coste de la gesti¨®n de los residuos y del desmantelamiento (algo que hasta ahora no hacen), as¨ª como a ponerles un nuevo impuesto que compense el privilegio que tienen de producir todo lo que son capaces con la garant¨ªa de un precio de venta igual al m¨¢s caro de las centrales que hayan actuado ese mismo d¨ªa. Algo que ser¨ªa imposible en un mercado libre.
Esas tres realidades parecen haber supuesto el fin de Garo?a, incapaz de vivir en una atm¨®sfera que no est¨¦ sobreprotegida por el Estado, y, para sorpresa de algunos, sus propietarios han decidido tirar la toalla porque no les sal¨ªan los n¨²meros. Un alivio.
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