Daniel Br¨¹hl se reconcilia con Barcelona
El actor hispano-alem¨¢n debuta como escritor contando su ciudad ¡°amada¡±
Dice Daniel Br¨¹hl que su relaci¨®n con la ciudad donde naci¨® en 1978 es ¡°una historia de amor con una mujer muy hermosa¡±. Tiene altibajos. La prenda de su ardiente reconciliaci¨®n es Ein Tag in Barcelona (Un d¨ªa en Barcelona), 192 p¨¢ginas que cuentan un largo paseo fant¨¢stico por las calles de la ciudad. El mi¨¦rcoles, el protagonista de Good bye, Lenin tuvo ocasi¨®n de entonar su pasi¨®n barcelonesa en su propio bar de tapas en el barrio berlin¨¦s de Kreuzberg, adecuadamente bautizado Bar Raval. A unos metros de la cocina, en la que pende una bufanda del Bar?a, Br¨¹hl ley¨® a la concurrencia el cap¨ªtulo que narra su Primer d¨ªa en el Camp Nou. Octavos de final de la Copa de la UEFA contra el Bayer Uerdingen, en 1986. Br¨¹hl era cul¨¦ ya cuando, a los ocho a?os, vio a Rojo endosarle dos goles a un equipo alem¨¢n.
El de su primer partido del Bar?a es uno de los cap¨ªtulos retrospectivos de una historia narrada en presente. La de ¡°un d¨ªa imposible¡±, seg¨²n reconoce. Combina recuerdos con algo de ficci¨®n. ¡°Pero no dir¨¦ qu¨¦ porque a veces lo ficticio es lo m¨¢s conmovedor¡±. Explica que mientras le¨ªa las p¨¢ginas sobre el Camp Nou en su bar abarrotado, la gente se emocionaba con detalles y aspectos ¡°que ser¨¢ mejor no destripar si son verdaderos o no¡±. Cada cap¨ªtulo, eso s¨ª, ¡°parte de un suceso verdadero¡±. Todas las personas que aparecen son aut¨¦nticas. Ha tratado con cada una de ellas y solo ¡°algunas constelaciones son forzadas¡±. El libro de Br¨¹hl, actor y gastr¨®nomo, contiene ¡°m¨¢s de dos tercios de verdad documental, mucha mezcla y alg¨²n que otro aderezo¡±. Siguiendo los consejos del periodista Javier C¨¢ceres, que le ha asesorado en los tres a?os y medio de escritura, Br¨¹hl se impuso ¡°la prioridad de que fueran historias muy personales¡±.
Barcelona es la ciudad de su madre. Su abuelo era de M¨¢laga; su abuela, leridana. Br¨¹hl naci¨® en Gr¨¤cia, pero creci¨® en Colonia, donde su padre trabajaba de director de televisi¨®n. As¨ª que el amor por Barcelona naci¨® del modo m¨¢s propicio: a mucha distancia y excitado por el anhelo. Barcelona era ¡°un oasis¡±, el escenario de ¡°las mejores semanas del a?o¡±, donde los Br¨¹hl Gonz¨¢lez pasaban las vacaciones. Los alemanes tienen una palabra para esas ganas tan caracter¨ªsticas de estar en otra parte: fernweh. Si quer¨ªan ofenderle, los chavales catalanes le llamaban ¡°el forster¡±, o ¡°todav¨ªa peor: el guiri¡±. Le molestaba enormemente, porque ¨¦l se sent¨ªa ¡°medio de all¨ª¡±. Con 26 a?os pudo al fin sentar plaza en Barcelona, donde residi¨® para el rodaje de Salvador. ¡°Estaba feliz¡±. Pero con la intimidad, ?ay!, se revelan los defectos.
Por el libro desfilan
Cuenta que el libro le ha servido para percatarse de este desarrollo. La escritura ¡°te permite evocar situaciones y sucesos con una nitidez asombrosa: olores, colores, formas o palabras¡±. As¨ª ha visto la ¡°enorme influencia de Barcelona¡± en su vida. Una epifan¨ªa que quiz¨¢ coincidi¨® con el momento de ponerse a escribir el ¨²ltimo cap¨ªtulo, que es un aut¨¦ntico himno a la ciudad: ¡°No te dejes hacer demasiada cirug¨ªa est¨¦tica (¡), no vayas a parecerte a una diva llena de Botox¡±. Hay un punto tras cada crisis amorosa, recuerda riendo, en el que se acaban las discusiones y se renueva el amor¡ pero un amor maduro, claro¡±.
Por el libro desfilan personajes c¨¦lebres como el futbolista Piqu¨¦, pero sobre todo amigos y familiares del actor. A ¨¦l le parece que el t¨ªtulo ya es un reclamo para los alemanes, a quienes ¡°les gusta mucho Espa?a, desde hace d¨¦cadas¡±. Basta con observar la continua avalancha de turistas para constatar que ¡°Barcelona es una ciudad muy apreciada¡±. Por eso, sus amigos alemanes le preguntaban ¡°si estaba escribiendo una gu¨ªa tur¨ªstica¡±.
En cuanto a sus aspiraciones literarias, Br¨¹hl se r¨ªe de buena gana: ¡°Empec¨¦ a escribir encantado, dici¨¦ndole a todo el mundo que ahora soy escritor, una cosa muy distiguida¡±. Antes de que escribiera una l¨ªnea ya le hab¨ªan pagado el adelanto, y ¡°a fin de cuentas, eso confirmaba mi profesionalidad¡±, dice. El problema lleg¨® cuando ¡°toc¨® ponerse a escribir¡ que es algo bastante dif¨ªcil¡±. Confiesa que flaque¨® de vez en cuando, pero persever¨® por el apoyo de la editora y por ¡°las temibles coacciones de Javier C¨¢ceres¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.