Oportunidades perdidas
"No est¨¢ nada claro que el l¨ªder de Converg¨¨ncia sepa qu¨¦ hacer con el independentismo m¨¢s all¨¢ de la victoria electoral"
Los actos suelen tener consecuencias, tambi¨¦n en pol¨ªtica. Aquella recogida de firmas del PP en 2006 contra el nuevo Estatuto de Autonom¨ªa catal¨¢n, la agitaci¨®n oportunista del PP de Mariano Rajoy y su recurso ante el Tribunal Constitucional lo han dejado ahora casi sin herramientas para laminar el alud independentista que sacude Catalu?a y hace que se despeinen en Espa?a hasta los cabellos m¨¢s prudentes de la Casa Real. En efecto, pese a que la Constituci¨®n ¡°no conoce otra naci¨®n que la espa?ola¡±, como acab¨® estableciendo el alto tribunal, en las calles de Barcelona se agit¨® hace unos d¨ªas una multitud que se siente naci¨®n. Y que tiende a pensar que ya no tiene encaje en la Espa?a auton¨®mica porque esa v¨ªa se frustr¨® cuando el Estatut se estrell¨®.
Quienes entonces pusieron palos en las ruedas al voluntarismo de Pasqual Maragall sabr¨¢n a qu¨¦ jugaban, pero la perspectiva resulta fatal. Hasta el punto de que Artur Mas se prepara a envolverse en la senyera para buscar de manera inminente en las urnas una aclamaci¨®n que le exima de responsabilidades por el ¨¢spero corte neoliberal de los paliativos contra la crisis que viene administrando a su comunidad nacional. Cuidado si consigue salirse con la suya, porque no est¨¢ nada claro que el l¨ªder de Converg¨¨ncia sepa qu¨¦ hacer con el independentismo m¨¢s all¨¢ de la victoria electoral.
La derrota del Estatut de Catalunya, o de las aspiraciones que representaba, fue la derrota de quienes pensaban ¡ªy pensamos¡ª que la existencia de una Espa?a plurinacional no era un invento ni una elucubraci¨®n, que el modelo de Estado compuesto, esa f¨®rmula a medio camino del federalismo que caracteriza el r¨¦gimen de las autonom¨ªas, ten¨ªa recorrido; que pod¨ªa imponer su modernidad potencial a la so?olencia de la Espa?a oficial. Fue una oportunidad perdida y las consecuencias se hacen sentir.
Ocurri¨® algo parecido en 2005 cuando la izquierda que m¨¢s protesta hoy contra la incapacidad de Europa para funcionar, en medio de la tempestad, como una unidad pol¨ªtica digna de ese nombre aplaudi¨® el fracaso del Tratado Constitucional. ?Qu¨¦ dar¨ªamos hoy por disponer de una Constituci¨®n Europea? ?Qu¨¦ dar¨ªamos para que en Francia y Holanda hubiera ganado el s¨ª? Aquello tambi¨¦n fue una oportunidad. Y tambi¨¦n se perdi¨®.
El caso es que Europa aprieta a Rajoy para que se deje rescatar de una vez mientras empuja, ya no el independentismo que achac¨® con tanto ardor el PP al tripartito de izquierdas, sino el mucho m¨¢s descarado de unos socios con los que la derecha necesita contar. En ese panorama, alg¨²n papel le tocar¨¢ jugar a la parte valenciana de la cuesti¨®n. De momento, Alberto Fabra recita el mantra de la financiaci¨®n. Ximo Puig evoca la legitimidad de un socialismo que puso en marcha el pa¨ªs. Y Comprom¨ªs... da la impresi¨®n de que est¨¢ ocupado tomando el pulso de la sociedad.
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