Con plomo en las alas
"Ha sido un debate de pol¨ªtica general sin apenas historia, m¨¢s all¨¢ del deb¨² del presidente Alberto Fabra como primer espada del lance parlamentario"
Ha sido, el desarrollado esta semana en las Cortes, un debate de pol¨ªtica general sin apenas historia, m¨¢s all¨¢ del deb¨² del presidente Alberto Fabra como primer espada del lance parlamentario. Poca cosa. Las aciagas circunstancias econ¨®micas y la escasa capacidad de maniobra del Gobierno, como de la oposici¨®n, determinaban unas resoluciones totalmente previsibles y distantes de la sensibilidad y angustias que laten en la calle.
La confrontaci¨®n dial¨¦ctica adopta as¨ª un tono menor y desva¨ªdo que acaso traduce la indiferencia y alejamiento entre el pueblo soberano ¡ªes un decir¡ª y sus representantes.
La ventaja del trance es que, en esta ocasi¨®n, nos hemos librado del discurso hiperb¨®lico y a menudo delirante con que nos apalizaba el nada a?orado y exmolt honorable Francisco Camps.
De entre los asuntos debatidos, la ¡ªp¨¦sima¡ª financiaci¨®n de la Comunidad ocup¨® de nuevo y merecidamente un puesto estelar con el habitual resultado deprimente. Esta es una lacra de nuestra gestaci¨®n auton¨®mica y se ha prolongado con uno y otro partido gobernante.
El PP lleva 17 a?os en el pescante
El PP lleva 17 a?os en el pescante de la Generalitat y no ha resuelto el problema, a pesar de su sinton¨ªa con Madrid. Ahora, con el rescate de Espa?a en vilo, es el momento menos propicio para plantear la reivindicaci¨®n o agravio.
Adem¨¢s, ni hay voluntad ni peso pol¨ªtico para ser escuchados. Lo grave ser¨¢ que cuando madure la oportunidad de financiarnos como nos corresponde y siga gobernando el PP ¡ªque bien puede acontecer¡ª corremos el riesgo de que el despilfarro alcance cotas escandalosas, o m¨¢s escandalosas de las que hemos padecido.
La sanidad, la ense?anza, los dependientes y similares es una parcela en la que gobierno y oposici¨®n chocan como dos trenes que proclaman ofrecer las mismas ventajas, solo que uno mediante la privatizaci¨®n o ¡°gesti¨®n compartida¡± ¡ªcomo la disfraza el PP¡ª y los otros salvando el car¨¢cter p¨²blico del servicio.
En esta disyuntiva son los usuarios, los electores, en suma, quienes tienen la palabra, pues de su opci¨®n depende la f¨®rmula que prospere. La constante degradaci¨®n y encogimiento sufrido a lo largo de estos a?os por estas prestaciones sociales habr¨ªan de alertar a la sociedad acerca de lo que han sido costosas e irrenunciables conquistas.
Esto lo tiene claro la izquierda y as¨ª se pronunci¨® en el debate que glosamos. Los hooligans votantes de la derecha ya empiezan tambi¨¦n a comprobar en sus carnes y patrimonio qu¨¦ les supone asolar el Estado de bienestar. No admitir el perjuicio es un ejercicio de masoquismo.
Alent¨¢bamos la ilusi¨®n de que el presidente, ligero de equipaje y de penosos compromisos como al parecer ven¨ªa, no sacase a relucir en el hemiciclo el esperpento del catalanismo. Pero por lo visto no ha querido abstenerse de hacerle un gui?o de complicidad a ese sector social af¨ªn de patriotas acr¨ªticos y fascistoides del que bien podr¨ªa prescindir, tanto por higiene democr¨¢tica como por las sobradas mayor¨ªas que su partido moviliza.
Pero en este como en otros cap¨ªtulos sigue condicionado por las anacr¨®nicas inercias. Esta derecha ind¨ªgena, p¨ªa y a menudo analfabeta, se resiste al menor cambio. Lo cual concierta con la ¡ªmala¡ª imagen de la Comunidad que preocupa al jefe del Consell, como lo explicit¨® desde la tribuna. Pues que reflexione sobre este fen¨®meno y busque su ra¨ªz. Lo hallar¨¢ entre sus gentes, sus desmanes, sus conflictos judiciales y su arrogancia. En fin, en todo ese plomo que lastra sus propias alas.
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