La ¨®pera maldita vuelve al Liceo
¡®La forza del destino¡¯, de Verdi, ¨ªntegra y ausente 30 a?os, abre la temporada

El del teatro es un mundo lleno de supersticiones donde algunas obras ni se nombran ¡ªse las alude con circunloquios¡ª porque trae mala suerte. En la ¨®pera, que es teatro musical, si hay una obra que lleva el estigma de la maldici¨®n es La forza del destino (1862), de Verdi, basada en Don ?lvaro o la fuerza del sino(1835), de ?ngel Saavedra, duque de Rivas, con la que el Teatro del Liceo de Barcelona inaugura oficialmente ma?ana su temporada ofreciendo por primera vez la versi¨®n ¨ªntegra. La obra llega tras el suculento aperitivo proporcionado por el paso por el coliseo l¨ªrico barcelon¨¦s en septiembre de la compa?¨ªa del Festival de Bayreuth.
La ¨®pera de Verdi regresa al Liceo casi tres d¨¦cadas despu¨¦s de las ¨²ltimas representaciones, en febrero de 1983 ¡ªlas funciones de junio de 1996 en el teatro Victoria tuvieron lugar mientras se reconstru¨ªa el coliseo¡ª. Su retorno ha coincidido con la desconvocatoria de la huelga que pesaba sobre las 14 representaciones programadas, pero con la disminuci¨®n de la aportaci¨®n del Ministerio de Cultura al teatro de 3,4 millones de euros, ayuda que queda ahora en solo 6,8 millones de euros.
Conjuremos las desgracias asociadas a La forza del destino (incendios de teatros y muertes, la m¨¢s c¨¦lebre la del bar¨ªtono Leonard Warren en el Metropolitan de Nueva York al terminar de cantar el aria del tercer acto que empieza: ¡°Morir, tremenda cosa¡±¡ª y sumerj¨¢monos en una de las grandes obras de Verdi, de argumento m¨¢s incomprensible a la vez que dif¨ªcil de llevar a escena por la ruptura de la unidades de acci¨®n, espacio y tiempo, y su mezcla de tragedia, comicidad y costumbrismo. ¡°Un manifiesto del romanticismo contra todo lo que se hab¨ªa hecho antes¡±, la define el director art¨ªstico del Liceo, Joan Matabosch.
La obra narra la historia tr¨¢gica de dos amantes de mundos diferentes, una noble espa?ola y un mestizo hijo de una princesa inca, cuyo intento de fuga precipita la muerte accidental del padre de ella, lo que desencadena la venganza del hermano, aunque deba esperar m¨¢s de un lustro y entablar amistad, sin saberlo, con quien mat¨® a su padre. Una obra en cuya primera versi¨®n, estrenada en el Teatro Imperial de San Petersburgo en 1862, no quedaba ni el apuntador y que en su revisi¨®n, estrenada en la Scala de Mil¨¢n en 1869, Verdi escribi¨® a su libretista: ¡°Debemos buscar la forma de evitar tantas muertes¡±.
El Liceo presenta la obra en una nueva producci¨®n con la ?pera de Par¨ªs que cuenta con un triple reparto encabezado por el tenor Marcello Giordano, la soprano Violeta Urmana, la mezzosoprano Marianne Cornetti, los bar¨ªtonos Ludovic T¨¦zier y Bruno de Simone, y el bajo Vitalij Kowaljow, y con direcci¨®n musical de Ranto Palumbo y esc¨¦nica de Jean-Claude Auvray. El montaje, estrenado en Par¨ªs el a?o pasado, tuvo tibias cr¨ªticas y basa su fuerza en la espectacularidad de los cuadros en un escenario que economiza en decorados, pero con vestuario cuidado. Auvray traslada un siglo la acci¨®n, de mediados del XVIII a mediados del XIX, cuando Verdi compuso la obra, y transforma la guerra de sucesi¨®n austriaca (1740-1748), en la que Espa?a figuraba entre los 13 pa¨ªses beligerantes, en las guerras de independencia que culminaron con la unificaci¨®n italiana, donde Espa?a no intervino.
La novedad de la versi¨®n del Liceo viene m¨¢s por la parte musical que por la esc¨¦nica, ya que la partitura, la estrenada en la Scala, se interpretar¨¢ ¨ªntegra, sin los cortes habituales que se llevan 15 minutos de m¨²sica. Adem¨¢s, el Liceo y Palumbo se alinean con la tesis del desaparecido director griego Dimitri Mitropoulos de emplazar la obertura, la m¨¢s famosa de toda la producci¨®n de Verdi, entre el primer y segundo acto.
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