Santiago Carrillo y el Estatuto
La sociedad debe mucho a quienes dieron lo mejor de s¨ª mismos para que la voluntad popular fuese el ¨²nico fundamento de la democracia
Santiago Carrillo Solares fue, junto a tantos otros militantes del PCE y del PSUC, el s¨ªmbolo de la lucha de los comunistas por la recuperaci¨®n de las libertades y la democracia. Lucha que se llev¨® a cabo en condiciones especialmente duras impuestas por la dictadura de Franco, en la que muchos pagaron con el exilio, la tortura o la muerte. La sociedad democr¨¢tica actual debe tener presente que las libertades p¨²blicas, de las que tras la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n de 1978 ahora gozamos, deben mucho a aquellas personas que dieron lo mejor de s¨ª mismas para que la voluntad popular fuese el ¨²nico fundamento de la democracia.
La ciudadan¨ªa no puede olvidar la memoria democr¨¢tica que con todo el orgullo c¨ªvico tambi¨¦n representaron comunistas como Jorge Sempr¨²n, Miguel N¨²?ez, Tomasa Cuevas, Sebasti¨¤ Piera, Gregorio L¨®pez Raimundo o los abogados asesinados de la calle de Atocha de Madrid, entre tantos y tantos otros.
Pol¨ªticamente, Carrillo se inici¨® durante la II Rep¨²blica, aquella esperanza frustrada de modernizar un pa¨ªs atrasado, subyugado por una monarqu¨ªa corrupta y unos militares chusqueros, deseosos de tutelar la vida pol¨ªtica. La defensa de la rep¨²blica ser¨¢ el santo y se?a de un partido que tras la guerra pasa a la clandestinidad en unas condiciones que lo har¨¢n el blanco principal de la represi¨®n. El pacto de M¨²nich de 1938, por el que Francia y la Gran Breta?a ofrecieron en bandeja la cabeza de Checoslovaquia a Hitler, fue la antesala del abandono al que fue abocada la Rep¨²blica Espa?ola por las democracias occidentales a partir de 1945. Un abandono que consolid¨® en el poder a Franco en su condici¨®n de adalid de la guerra fr¨ªa. La reivindicaci¨®n de la rep¨²blica como la forma de gobierno m¨¢s democr¨¢tica fue una de las se?as de identidad de los comunistas y de Carrillo durante la dictadura.
Pero la transici¨®n a la democracia a trav¨¦s de lo que ¨¦l mismo denomin¨® la ruptura pactada fue un proceso en el que las fuerzas de la oposici¨®n democr¨¢tica nunca tuvieron una posici¨®n hegem¨®nica que les permitiese dirigir la configuraci¨®n del nuevo r¨¦gimen. El control del proceso reformista estaba en manos de personal pol¨ªtico procedente del franquismo, que ya estaba decidido, con el apoyo del aparato del Estado franquista, a jugar otra carta pol¨ªtica. Que esta fuese democr¨¢tica estaba por ver, pero el resultado de las elecciones del 15 de junio de 1977 y la importante presencia de la izquierda y de los nacionalistas perif¨¦ricos allanaron el camino para la elaboraci¨®n de una Constituci¨®n que garantizase las libertades y la separaci¨®n de poderes.
En ese contexto, el papel de PCE/PSUC, y espec¨ªficamente el de Santiago Carrillo, con la colaboraci¨®n t¨¦cnica de Jordi Sol¨¦ Tura, fue decisivo. Sus argumentos de entonces no pueden tampoco ser olvidados: la l¨ªnea divisoria que defin¨ªa el proceso pol¨ªtico no pasaba ¡ªpor duro que para Santiago y los comunistas resultase¡ª por el dilema rep¨²blica o monarqu¨ªa, sino por un binomio m¨¢s esencial: democracia o dictadura. As¨ª era, en una sociedad como la espa?ola de 1975 sin tradici¨®n democr¨¢tica, salida de una larga dictadura que ¡ªcon la corta excepci¨®n republicana¡ª fue la continuaci¨®n de otras formas de gobierno dictatoriales y autoritarias habituales en la formaci¨®n del Estado espa?ol contempor¨¢neo.
En esa configuraci¨®n del r¨¦gimen democr¨¢tico, la cuesti¨®n de la inserci¨®n de Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco en el nuevo Estado democr¨¢tico era esencial. Cuesti¨®n que sigue pendiente de resolver, especialmente con relaci¨®n a Catalu?a. Un ejemplo: la sentencia del Tribunal Constitucional que jur¨ªdicamente desactiv¨® el Estatuto de 2006 nunca ten¨ªa que haber sido como fue, pues hab¨ªa argumentos suficientes para desestimar el recurso planteado. Y aqu¨ª, Santiago, un pol¨ªtico serio y de fuste, vio claro que para Catalu?a el Estatuto significaba un nuevo pacto democr¨¢tico con Espa?a que no pod¨ªa ser rechazado. Su presencia en Madrid en el inicio del debate junto a la representaci¨®n catalana tampoco puede ser olvidada.
Marc Carrillo es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la Universidad Pompeu Fabra.
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