El debate sobre Barcelona sigue abierto
Se ha cerrado la fase de una arquitectura ic¨®nica, con edificios peleados con su entorno Algunos arquitectos defienden una ciudad m¨¢s legible, clara.
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Hace poco m¨¢s de dos a?os (y parece una eternidad) la arquitecta iraqu¨ª Zaha Hadid y el entonces alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, colocaban la primera piedra de la Torre Espiral, que deb¨ªa ser el edificio s¨ªmbolo del campus del Bes¨°s, junto al F¨®rum. Se sumaba a la lista de edificios emblem¨¢ticos dise?ados por arquitectos estrella: desde la torre Agbar de Jean Nouvel, hasta el hotel ME de Dominique Perrault, pasando por el conjunto del F¨®rum, de los suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron, y el espa?ol Josep Llu¨ªs Mateo, por citar solo algunos. Entonces lleg¨® el gran apag¨®n. Todav¨ªa dio tiempo a inaugurar la torre Diagonal Zero, del taller de arquitectura EMBA de Enric Massip-Bosch, que deb¨ªa ser su vecina, y la nueva Filmoteca, tambi¨¦n de Mateo. Y a modo de met¨¢fora-corolario de una de las ¨¦pocas m¨¢s gloriosas de esta ciudad, falta poco para inaugurar el Disseny Hub Barcelona (Dhub), del hombre que hace tres d¨¦cadas puso en marcha la gran metamorfosis de Barcelona: Oriol Bohigas. Pero ni la Torre Espiral, ni el rascacielos de Frank Gehry para el tri¨¢ngulo ferroviario de la Sagrera, ni cualquier otro proyecto de este tipo podr¨¢ levantarse en un futuro previsible.
El caso de la Sagrera es paradigm¨¢tico. Vicente Guallart, el nuevo arquitecto en jefe del Ayuntamiento, recuerda que la estaci¨®n se pensaba pagar con la plusval¨ªa generada por la venta de los terrenos y viviendas que se construyeran a su alrededor. Este era el modelo hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria. Ahora hay que funcionar en sentido opuesto. ¡°Una gran estaci¨®n de trenes de alta velocidad con todo tipo de conexiones es en s¨ª misma un gran negocio, una empresa productiva capaz de generar el dinero necesario para financiar su propia construcci¨®n¡±, replica, ¡°solo hay que convencer al capital privado para que invierta en ello¡±. Guallart (Valencia, 1963) es la cabeza visible de una generaci¨®n de arquitectos que considera llegado el momento de tomar el relevo de la que, liderada por Bohigas, Manuel de Sol¨¤-Morales, Josep Acebillo o Joan Busquets, por citar solo algunos, ha creado la Barcelona actual, un modelo de ¨¦xito, de referencia internacional que podr¨ªa estar agot¨¢ndose.
La llegada de CiU al poder municipal tras d¨¦cadas de hegemon¨ªa socialista evidencia el final de ciclo, aunque algunos expertos, como Llu¨ªs Hortet, director de la Fundaci¨®n Mies van der Rohe, opina que ya se hab¨ªa cerrado con el mandato de Hereu. ¡°Supuso un cambio radical¡±, asegura, ¡°jubil¨® a Acebillo, trajo a Oriol Clos, una persona muy t¨¦cnica y poco movilizadora, y se enfang¨® en la Operaci¨®n Diagonal¡±. En cualquier caso fue solo un interregno, porque el alcalde Xavier Trias y el concejal Antoni Vives han apostado por el grupo nacido en torno al proyecto Metapolis y la editorial Actar, formado por Guallart, Manuel Gausa y Willy M¨¹ller, unos arquitectos que cuando la hegemon¨ªa de Bohigas era incontestada, plantaron sin complejos su bandera, lo que no les sali¨® gratis.
La izquierda denuncia que el modelo del nuevo equipo municipal se distancia del que ha dado fama a la ciudad, el de la Escuela de Barcelona, caracterizado por su relaci¨®n con el lugar y con el ¨¦nfasis en el espacio p¨²blico, cuya esencia define con precisi¨®n Eduard Bru, responsable, entre otros, del dise?o general del ¨¢rea del F¨®rum: ¡°Difuminamos la barrera entre arquitectura y urbanismo¡±. Para Josep Maria Montaner, la llegada de Guallart de la mano de CiU es ¡°un salto en el vac¨ªo¡± porque no le correspond¨ªa, ateni¨¦ndose a la tradici¨®n sobre los arquitectos municipales. ¡°CiU rompe el modelo¡±, asegura, ¡°Guallart es arquitecto, pero no urbanista; planificar no es lo suyo, le parece farragoso y poco vistoso. Vende ciudad inteligente, grandes operaciones, sostenibilidad y megaestructuras, pero se desentiende de los problemas de los vecinos¡±.
La ciudad de Barcelona, en cualquier caso, puede considerarse acabada, al menos en cuanto ya casi no queda territorio para planificar en el sentido cl¨¢sico. Otra cuesti¨®n es que hablar ahora de Barcelona es, como m¨ªnimo, hablar de las 34 ciudades del ¨¢rea metropolitana, si no m¨¢s. ¡°Ildefons Cerd¨¤ fue el ¨²ltimo en planificar, ahora solo es posible orientar los grandes vectores¡±, se?ala Manuel Gausa, catedr¨¢tico en G¨¦nova y director acad¨¦mico del Centro de Arquitectura Avanzada de Catalu?a (CAAC), think tank arquitect¨®nico. Como ciudad, admite, Barcelona est¨¢ b¨¢sicamente acabada. ¡°Ahora hay que redefinir, reinventar, reformular y hacerlo a nivel metropolitano¡±. ¡°Habr¨ªa que repetir, en el contexto metropolitano, la operaci¨®n realizada en 1985 por el urbanista Joan Busquets que defini¨® las llamadas ?reas de Nueva Centralidad¡±, apunta. El problema es c¨®mo se gestionar¨ªa pol¨ªticamente esta gran ¨¢rea urbana. ?Hablamos de la Catalu?a metropolitana del discurso nacionalista sobre el territorio o de la ciudad-estado definida por la distancia en tiempo de la periferia al centro? ¡°Una Catalu?a metropolitana no es lo mismo que la gran Barcelona metropolitana, que debiera tener una autoridad propia que pudiera negociar con los Ayuntamientos¡±, se?ala Montaner apuntando cu¨¢l ser¨ªa el poder pol¨ªtico que la controlar¨ªa.
Pero si bien es cierto que Barcelona ya no es urbanizable, no lo es tanto que est¨¦ ¡°acabada¡±. El arquitecto Eduard Bru piensa que hay que resolver la relaci¨®n de la ciudad con sus l¨ªmites: ¡°el mar, la monta?a, el Bes¨°s¡ el contacto con la naturaleza y el per¨ªmetro¡± y que quedan muchas cosas por hacer, como el enlace con L¡¯Hospitalet, trabado por la l¨ªnea f¨¦rrea; el engarce del F¨®rum con La Mina y Sant Adri¨¤; la entrada por la Meridiana, una v¨ªa que ¡°choca contra el parque de la Ciutadella, que no est¨¢ resuelto ni integrado¡± y la estaci¨®n de Francia, ¡°completamente desaprovechada¡±. Y sobre el embrollo de la plaza de las Gl¨°ries, recuerda lo que le dijo Sol¨¤-Morales una semana antes de morir: ¡°que sea una plaza peque?a, sobre todo peque?a, y que no tenga un edificio p¨²blico, porque los edificios p¨²blicos desertizan el espacio¡±. Jordi Mart¨ª, l¨ªder de la oposici¨®n socialista en el Ayuntamiento, considera que uno de los principales proyectos urbanos a abordar es el plan Bes¨°s, que define como ¡°el paseo de Gr¨¤cia del siglo XXI¡±. ¡°El Bes¨°s podr¨ªa articular una nueva centralidad¡±, explica, ¡°confluyen muchos municipios, puede tener la estructura de un paseo que sea simb¨®licamente potente, acaba en el mar y en un equipamiento que podr¨ªa convertirse en un s¨ªmbolo de la Barcelona de este siglo: la vieja central t¨¦rmica, cuya potencia todav¨ªa no percibimos y que parece que est¨¢ siendo desmantelada¡±.
En cuanto al modelo de arquitectura que se impondr¨¢ en el futuro, las opiniones var¨ªan enormemente. El concejal socialista es cr¨ªtico con los edificios emblem¨¢ticos ajenos al territorio que ejemplifican ¡°la soledad de la arquitectura¡±. ¡°La deriva de la arquitectura contempor¨¢nea, incluso de la que podemos considerar buena arquitectura, es la soledad. Parece como si el arquitecto hubiera renunciado a su encaje con el lugar¡±, se?ala, y recuerda la cr¨ªtica de Sol¨¤ -Morales a la torre Agbar, se?alando que su problema no era la forma, sino el hecho de que no est¨¢ bien asentada en el suelo. ¡°No se sabe por d¨®nde entrar, ni genera un espacio p¨²blico delante, para un edificio de esta magnificencia¡±.
Josep Llu¨ªs Mateo discrepa radicalmente. ¡°Las ciudades son ahora m¨¢s brutales¡±, asegura, ¡°y generando colisiones constituyen, o no, un lugar interesante. No soy buenista; este discurso entre arcaico e historicista, nunca ha sido de mi inter¨¦s¡±, zanja. ¡°El encaje no es como en el siglo XIX, como en el Par¨ªs de Haussman. En la ciudad contempor¨¢nea hay una algarab¨ªa m¨¢s o menos articulada, hay expresiones diversas, y me parece bien, frente a este modelo uniforme que acostumbra a surgir de sistemas predemocr¨¢ticos¡±.
Gausa cree que ser¨¢ ¡°m¨¢s abierta a los procesos, m¨¢s interactiva con el medio ambiente, m¨¢s relacional, emp¨¢tica y expresiva; un modelo de ciudad que ya no busca la dignidad sobria sino el goce¡±. Una de las esencias de la escuela de Barcelona, se?ala, era ¡°la sobriedad, la dignidad italianizante, la severidad milanesa¡±. Ahora, por el contrario, vendr¨ªa una ciudad m¨¢s placentera, con el peligro, reconoce, ¡°de que estando siempre al borde de lo superficial no caiga m¨¢s de una vez al otro lado¡±.
Guallart, por su parte, articula su discurso en torno a ¡°la autosuficiencia de las ciudades, de los barrios, de los edificios¡± y combina lo ecol¨®gico con una gran fe en la capacidad de embarcar a la iniciativa privada en el nuevo urbanismo. Buen cazador de tendencias, defiende la reindustrializaci¨®n. ¡°No se trata de volver a llenarlas de chimeneas¡±, matiza, ¡°sino de reinventar una econom¨ªa productiva a escala¡±. En una entrevista concedida poco despu¨¦s de su nombramiento, defin¨ªa la futura Barcelona como ¡°ese tipo de ciudad discontinua que las personas habitan gracias al transporte de alta velocidad y las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n¡±, al tiempo que reivindicaba ¡°barrios de baja velocidad, en los que se pueda vivir, trabajar y descansar¡± y descartaba el modelo de arquitectura ic¨®nica.
La paradoja es que, justo cuando la marca Barcelona se asocia internacionalmente a un modelo de ¨¦xito, sobre todas estas opiniones planea una melanc¨®lica reflexi¨®n sobre su agotamiento y tambi¨¦n serias dudas sobre su capacidad para adaptarse al mundo que emerger¨¢ de esta y futuras crisis. Ahora mismo, la ciudad est¨¢ entre las cinco primeras dream cities, una clasificaci¨®n que encabeza Par¨ªs y que no tiene necesariamente que ver con el n¨²mero de visitas. El problema, apunta Gausa, es que mientras que Par¨ªs, por ejemplo, tiene atractivos variados, que van desde la cultura al ocio o la propia experiencia de la ciudad, la notoriedad de Barcelona se centra, b¨¢sicamente, en la fiesta, en lo l¨²dico, un elemento vol¨¢til de f¨¢cil desgaste. Falta el referente cultural. Si en Par¨ªs se cita al Louvre, en Barcelona, el Camp Nou. ¡°Tiene que ser una ciudad legible, clara, como Par¨ªs. Ahora es solo una ciudad amable, gozosa, pero que no genera ni cultura ni conocimiento¡±, se?ala.
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