Apaga y v¨¢monos

Ninguno de los cuatro toros titulares de La Quinta, ni los dos remiendos de Lagunajanda, ofrendaron gloria a la caba?a brava. Todo lo contrario. Lamentables los seis, cada uno a su nivel, pero todos de puntuaci¨®n cero. Cuesta buscar un resquicio ante tama?o desastre: la noble y desesperante soser¨ªa del primero y, si acaso, el buen fondo inicial del quinto hasta que se le agot¨® la gasolina, muy gastada por el excesivo castigo recibido en varas. El que abri¨® la corrida se emple¨® a cabezazos en el caballo y acab¨® dando encefalograma plano. El segundo, tullido animal apenas picado, cambiado solo con dos pares y convertido en zombie en la muleta, no soport¨® tres pases seguidos. El tercero, la prenda de la familia: una ratilla de pitonazos chalequeros, que busc¨® el bulto con aviesas intenciones. La segunda parte del festejo sigui¨® la l¨ªnea marcada de inicio. Como cuarto salt¨® otro torillo, protestado de salida, apenas picado, como el anterior, y que ya declar¨® de entrada que no pasaba por la muleta. El quinto fue el primero de los dos de Lagunajanda que remendaron la corrida. Un casta?o de mayor volumen, al que le sirvieron bien en un primer puyazo y lo dejaron listo para los restos. Pareci¨® tener un buen fondo, pero con las fuerzas muy justas acab¨® por venirse a menos. Y el sexto. El m¨¢s toro de tan pobre corrida. Se dej¨® en varas, se defendi¨® en la muleta y m¨¢s que embestir lo que hizo fue topar rebrincado.

Un dato: los seis, titulares y suplentes, cinque?os cumplidos, excepto el segundo al que le faltaban dos meses. Detalle convertido en pura an¨¦cdota visto lo visto.

La terna anunciaba buscaba una oportunidad. Adi¨®s oportunidad, adi¨®s. Para d¨ªa tan se?alado no era, desde luego, la oferta m¨¢s atractiva. Pero en fin. V¨ªctor Manuel Bl¨¢zquez acus¨® el paro al que viene sometido desde hace a?os. Le falt¨® sitio al banderillear al primero y renunci¨® con el cuarto. Puso voluntad, pero le faltaron recursos y seguridad. Jos¨¦ Calvo esboz¨® alg¨²n muletazo, pero hubo siempre m¨¢s pantalla que realidad. Se le anotan dos buenos naturales en el quinto, que acab¨® con media embestida. A favor de ambiente, perdi¨® una oreja paisana por demorarse con el descabello. Y mala suerte para David Esteve, que sorte¨® lo peor de cada familia. El canalla tercero, de La Quinta, quiso rebanarlo en cada pasada. Esteve, h¨¢bil, no perdi¨® el norte. El sexto, de Lagunajanda, fue un ejemplo del antitoro. Top¨®n, se tumb¨® en la arena sin permiso de nadie. Esteve se lo quit¨® de encima. No merec¨ªa m¨¢s.