Ejerciendo de leyenda
Manuel Molina es una estrella desde los ya lejanos tiempos de Smash, lo sabe y se le ve feliz
Manuel Molina es una leyenda. Lo es desde los ya lejanos tiempos de Smash, por no hablar de Lole y Manuel. ?l lo sabe, se le ve feliz en su papel y, en todo momento, ejerce como tal.
El jueves en la sala Apolo, m¨¢s que a un concierto de flamenco, asistimos a un aut¨¦ntico ascenso a los altares. Una vez tras otra Manuel Molina levit¨® sobre el escenario aupado por docenas de feligreses que no paraban de jalearle. Girando su vista al cielo, extendiendo los brazos en cruz y olvid¨¢ndose hasta de la guitarra, Manuel (para los de toda la vida sigue siendo solo Manuel) se rasg¨® de arriba abajo demostrando, por si fuera necesario, que el sentimiento va m¨¢s all¨¢ de la pureza de la voz o de la habilidad con la guitarra. Un desparrame de sentimiento que alzaba una vez tras otra al p¨²blico de su asiento.
Una noche memorable marcada m¨¢s que por la buena m¨²sica por la total comuni¨®n entre el escenario y las sillas de la pista.
La sala Apolo pr¨¢cticamente se llen¨® y el ambiente era c¨¢lido a pesar de la llovizna exterior. A la entrada una pareja de sesentones recordaban el Canet Rock. Sobre el escenario dos micr¨®fonos y dos sillas, no hac¨ªa falta nada m¨¢s.
Abri¨® la velada Alba Molina pase¨¢ndose por un pu?ado de boleros y bossas cantados con sentimiento pero sin llegar a profundizar en lo jondo a pesar de que alegr¨ªas y buler¨ªas se colaron entre Consuelito V¨¢zquez y Antonio Carlos Jobim. Ricardo Moreno acompa?¨® a la cantaora con un estilo un tanto disperso pero personal caracterizado por la peculiaridad de realizar muchas de las falsetas con p¨²a. Molina no se alarg¨® y cedi¨® el protagonismo a su padre, que era de lo que realmente se trataba. Compartieron un tema inicial y Manuel ya se qued¨® a solas con su guitarra sosteni¨¦ndola erecta en esa pose que es ya un icono.
A partir de ah¨ª la l¨®gica hizo aguas, el poeta de la cercan¨ªa desbord¨® al cantaor y el genial guitarrista hasta se olvid¨® de tocar la guitarra. Como un predicador de la verdad de lo cotidiano reparti¨® sentimiento a manos llenas volando muy alto pero regresando constantemente a la buler¨ªa. Hubo destellos impagables de guitarra y constantes viajes al pasado, desde su Mariposa blanca hasta una soberbia versi¨®n de Dime (corr¨ªa 1976 cuando la grab¨® con Lole) cantada por su hija. Alba se crece en el papel de su madre, lo demostr¨®, espoleada por Manuel, en un par de temas m¨¢s que coronaron una gran noche.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.