Okupas protegidos, propietarios a la calle
El Ayuntamiento ha sido laxo con la degradaci¨®n y arbitrario con las licencias
El Cabanyal es un barrio sitiado por la degradaci¨®n, un barrio en el limbo. Conforme arreciaba el conflicto entre vecinos y Gobierno local a cuenta del pol¨¦mico plan que conecta la avenida de Blasco Ib¨¢?ez con el mar, este antiguo pueblo de pescadores de Valencia empeoraba sus condiciones de vida con la anuencia del Gobierno de Rita Barber¨¢.
El barrio est¨¢ cada vez m¨¢s despoblado y la lasitud de la pol¨ªtica del PP no ha hecho m¨¢s que acrecentarla. Las t¨ªpicas casas cabanyaleras se han vaciado poco a poco hasta quedar deshabitadas o a merced de la poblaci¨®n m¨¢s marginal. La venta de drogas, el trasiego de chatarra o la suciedad por doquier han convertido en irreconocible este barrio de pescadores.
¡°Ya no podemos m¨¢s. La ¨²nica forma de erradicar todo esto es cortar por lo sano¡±, denunciaba en 2010 un grupo de unos 20 o 30 vecinos que recog¨ªan firmas a favor de la prolongaci¨®n de la avenida. Pertenec¨ªan al colectivo S¨ª Volem, favorable a la prolongaci¨®n. Y cuando dec¨ªan ¡°todo esto¡± se refer¨ªan a la marginalidad y el estado de abandono de sus calles.
Contra toda l¨®gica, esa sensaci¨®n de barrio sin ley no se ha vuelto contra las Administraciones p¨²blicas. El PP es el partido m¨¢s votado y muchos de esos vecinos creen firmemente que si se derriba esta especie de zona cero ¡ªun ¨¢rea de 800 metros de largo por casi 100 de ancho¡ª, que el Ayuntamiento ha condenado al ostracismo, todos sus problemas se diluir¨¢n y el barrio resurgir¨¢ de sus cenizas y ser¨¢ m¨¢s pr¨®spero. Una tesis que ha dado ox¨ªgeno a Barber¨¢ en su negativa a reformar un plan fuera de las modernas corrientes arquitect¨®nicas e insostenible econ¨®micamente.
En su carrera por imponer la avenida por la v¨ªa de los hechos, ya que los tribunales no se lo han permitido, el Consistorio se ha cargado de propiedades municipales ¡ªcasas y solares¡ª que, seg¨²n los vecinos, son focos de marginaci¨®n en el barrio. De sus 500 propiedades en El Cabanyal, hay unas 50 casas ocupadas de forma ilegal, sobre las que el Ayuntamiento no ha ejercido el debido control. Una actitud que, seg¨²n Salvem y la Associaci¨® de Ve?ns del Cabanyal, roza el mobbing inmobiliario.
El barrio ha explotado al final por todas sus costuras. Desesperado por la pasividad de las autoridades, partidarios y detractores de la prolongaci¨®n se han unido y forzado al Consistorio a que garantice la limpieza, la seguridad y la convivencia pac¨ªfica entre sus residentes.
Una tolerancia con la degradaci¨®n que contrasta poderosamente con la ¡°arbitrariedad¡±, dicen los residentes, con que los servicios municipales ha interpretado la orden de protecci¨®n dictada en 2010 por la ministra socialista ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde.
Una interpretaci¨®n tan restrictiva que deniega, a los que resisten en sus casas, las licencias de actividad o de obra mayor con el argumento de que la orden proh¨ªbe tocar un solo ladrillo. De nada sirvi¨® el informe de la Abogac¨ªa del Estado, que advert¨ªa de que no era esa la interpretaci¨®n correcta de la pol¨¦mica orden. Aun as¨ª se han frenado de forma arbitraria esos permisos.
Para unas s¨ª y para otras no, critican los vecinos. A los comercios que han echado la persiana por la crisis se a?aden los que no abren por los obst¨¢culos jur¨ªdicos que pone el Ayuntamiento. Una combinaci¨®n peligrosa que hipoteca el futuro de uno de los barrios con m¨¢s historia y proyecci¨®n de la ciudad.
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