Sheinbaum y hasta ahora un efectivo regreso al ritual nacionalista
Frente a la amenaza de imposiciones, la presidenta recurre con puntualidad al discurso hist¨®rico. De manera serena, y sin excederse en firmeza, ella apela a la buena relaci¨®n y al di¨¢logo
Redacto esto al filo del mediod¨ªa de un s¨¢bado especial. Arranca febrero con una amenaza de Estados Unidos a M¨¦xico. Son horas en las que se teme el mazazo de unos aranceles tan groseros en su falaz argumentaci¨®n, como econ¨®micamente perjudiciales.
Hace unas horas, la presidenta public¨® un mensaje en sus redes sociales. Se dio tiempo este s¨¢bado para recibir, fuera de la agenda oficial repartida el viernes, a empresarias y empresarios. Ella, su equipo e invitados ponen buena cara: estamos unidos, es el mensaje.
Claudia Sheinbaum gana otra vez unas cuantas yardas, para decirlo en t¨¦rminos deportivos ahora que se acerca el Super Bowl. Al menos por unas horas m¨¢s, la mandataria vuelve a fijar los t¨¦rminos de su estrategia frente a Trump: resistimos sin afligirnos, podr¨ªa resumirse.
La semana ha sido una guerra de nervios. Al acercarse el 1 de febrero, el equipo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue a¨²n m¨¢s contradictorio sobre la imposici¨®n de aranceles a M¨¦xico (y a otras naciones). Su ca¨®tica comunicaci¨®n es un m¨¦todo para estrujar.
En respuesta, Sheinbaum hace gala de templanza. No ha de alimentar en vano el fuego del patrioterismo, como tampoco ha de consentir ning¨²n agravio real. Hist¨®ricamente, el nacionalismo mexicano frente a Estados Unidos es un ¡°ritual controlado¡± por la Presidencia (Alan Riding dixit).
Muy temprano en su sexenio, apenas al rebasarse sus 100 d¨ªas, Sheinbaum se inaugura en el dif¨ªcil arte de lidiar con su vecino del norte; para las y los mexicanos, una relaci¨®n pol¨ªtica de dos siglos llena de traumas y sinsabores a la que ahora llega el cap¨ªtulo Trump.
Apenas sentarse en el Despacho Oval de la Casa Blanca, Trump fij¨® al primer d¨ªa de febrero como el plazo para imponer aranceles de 25 por ciento a productos mexicanos. Del anuncio solo sorprendi¨® la fecha. Todo lo dem¨¢s ha sido, hasta el momento, sorda especulaci¨®n.
Trump trata de forzar as¨ª ventajosos t¨¦rminos de un acatamiento a sus demandas: que M¨¦xico sea, simult¨¢neamente, su muro y su patio contra la migraci¨®n indocumentada; y sin que se hayan revelado detalles, ¨¦l pretende sancionar la pol¨ªtica mexicana de seguridad.
Y, desde luego, con los aranceles quiere echar abajo, por la v¨ªa de los hechos, al tratado de libre comercio de Norteam¨¦rica establecido en 1994, y cuya ¨²ltima versi¨®n ¨¦l mismo negoci¨® en 2018 con quien entonces estaba por asumir la presidencia de M¨¦xico.
El presidente de la naci¨®n m¨¢s poderosa imita a no pocos de sus antecesores. La Casa Blanca de Donald Trump toma la senda de la pendenciera tentaci¨®n de aprovecharse del desbalance de poder con respecto a su vecino del sur para arrancar beneficios.
Trump es todo menos original.
Gast¨®n Garc¨ªa Cant¨², en Las invasiones norteamericanas en M¨¦xico (Era, 1991), alertaba: ¡°A medida que las tierras, las minas, los bosques, las costas y los mares han sido objeto de explotaci¨®n, all¨ª han avanzado los j¨®venes norteamericanos fusil en mano¡±.
?Qui¨¦n puede entonces sorprenderse de que ahora Trump pretenda adue?arse de Groenlandia o romper el compromiso de Estados Unidos para arrebatar a Panam¨¢ el canal? El nuevo presidente parece un elemento novedoso solo a fuerza de olvidar estas l¨ªneas de Garc¨ªa Cant¨²:
¡°El capitalismo tiene en los Estados Unidos su obra m¨¢s acabada. Ha forjado al pa¨ªs; la competencia, la voluntad colectiva; el lucro, el esp¨ªritu de la naci¨®n. Los fines de la ganancia han dictado, en toda la historia norteamericana, los medios para lograrla. La violencia ¡ªrequisito del capitalismo¡ª es por ello su forma de vida. En lo interno, la lucha implacable; en el exterior, la guerra. As¨ª han hecho de la mentira su verdad incontrovertible; del enga?o su sagacidad; del cinismo, la audacia que los envanece¡±.
¡°Del enga?o su sagacidad¡¡± La elecci¨®n de un Donald Trump suena menos descabellada.
Frente a ello, la sociedad mexicana ha reaccionado con algo del nacionalismo que es al mismo tiempo autoafirmaci¨®n identitaria y catarsis. No es cierto que todo lo malo viene de fuera, o de Estados Unidos, pero es verdad que varias tragedias le fueron impuestas a M¨¦xico.
Si las palabras de Garc¨ªa Cant¨² sonaran trasnochadas al par de generaciones que han crecido al amparo de una realidad que se fue construyendo a partir del TLC, y de ese mundo globalizado en el que M¨¦xico aprendi¨® a competir y a distinguirse con orgullo, Trump es el nativista que sacude el polvo al libro de Garc¨ªa Cant¨².
Igualmente, si una de las organizaciones pol¨ªticas de M¨¦xico parec¨ªa predestinada a retomar el viejo nacionalismo como una forma de atajar el injerencismo reloaded de Washington, ¨¦sa es Morena, cuya ret¨®rica es un eco que para nada desafina con la nueva Casa Blanca.
La cuerda nacionalista de M¨¦xico ha venido siendo tensada desde 2018. Y no solo son palabras, desde luego. Como su antecesor, la presidenta destina ingentes recursos, legales y monetarios, a tratar de revivir el estatismo producto del r¨¦gimen de la Revoluci¨®n.
Ahora Sheinbaum tendr¨¢ que reinterpretar el ritual nacionalista. La diferencia obvia sobre el tiempo en que Riding apunt¨® eso (su libro Vecinos Distantes es de 1985), es precisamente que en estas cuatro d¨¦cadas, forzado en parte por Estados Unidos, M¨¦xico se abri¨® al mundo.
Y, parad¨®jicamente, se forj¨® una interdependencia m¨¢s profunda entre las dos naciones. La vecindad deriv¨® en sociedad. Y hoy la parte m¨¢s poderosa de ese acuerdo reniega del mismo. As¨ª sea solo para, t¨ªpico del estilo trumpista de negociar, hacerse de mucho m¨¢s por mucho menos.
La intenci¨®n abusiva es tan burda como transparente. Hasta The Wall Street Journal, of all people, critica en un editorial la idea de los aranceles, la pretensi¨®n de hacer pasar eso como una gran idea para Estados Unidos, cuando podr¨ªa acarrear enormes costos a los propios estadounidenses.
Frente a la amenaza de imposiciones, Sheinbaum recurre con puntualidad al discurso hist¨®rico: la dignidad del pa¨ªs no se negocia, y el respeto se demanda sin cortapisas. De manera serena, y sin excederse en firmeza, ella apela a la buena relaci¨®n y al di¨¢logo.
Desde la elecci¨®n misma del hoy presidente Trump, Claudia ha sabido pasar de la respuesta inmediata a dejar que los mensajes del intempestivo personaje se difuminen en su propia verborrea. Ha aprendido, en efecto, que el tono cuenta, como tambi¨¦n el timing.
Ya M¨¦xico dijo, en voz de la presidenta en una ma?anera, que a una imposici¨®n de aranceles se responder¨¢ con la misma moneda. Y es meritorio que no haya sido necesario repetirlo.
En las pr¨®ximas horas, o d¨ªas, porque parte del abuso es pretender estrujar con el manejo del tiempo, Claudia Sheinbaum y su equipo habr¨¢n de responder puntualmente a lo que Trump saque de la chistera.
Al mediod¨ªa de este s¨¢bado la presidenta visita (qu¨¦ dicen de que no existen en pol¨ªtica las casualidades) el mexiquense Valle de Chalco, ese municipio identificado con Carlos Salinas de Gortari, el arquitecto del original TLC, cuyo segunda versi¨®n podr¨ªa desaparecer.
Es el uno-dos de la presidenta este s¨¢bado. Refuerza sus ligas con las bases que le han premiado con una alta aprobaci¨®n al arranque de su gobierno, luego de que minutos antes recibiera el respaldo de empresarias y empresarios.
Al cierre de esta columna trascend¨ªa la noticia de una supuesta notificaci¨®n de Estados Unidos a Canad¨¢ de que a partir del martes le impondr¨¢ aranceles. M¨¦xico parece destinado a un nuevo remez¨®n.
Si el peor pron¨®stico se confirma, es de esperar que con una mano la presidenta de la Rep¨²blica sabr¨¢ desfogar la v¨¢lvula del nacionalismo que tendr¨¢ nuevos motivos de resentimiento, mientras con la otra busca aminora costos del inveterado injerencismo de Estados Unidos.
Hasta el mediod¨ªa de este s¨¢bado, ah¨ª la lleva la presidenta en el manejo de esa dif¨ªcil rienda.
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