La banda de todas las esdr¨²julas
Los brit¨¢nicos Muse solo contemplan la opci¨®n de exprimir hasta el ¨²ltimo miligramo de adrenalina entre sus adeptos
Seis discos y varios cientos de estadios despu¨¦s de su fundaci¨®n, a los tres chicos de Muse ya no les queda margen para el disimulo: quieren ser los m¨¢s grandes y van camino de conseguirlo. Puede que su nueva entrega, The 2nd law, que presentaban ante un abarrotad¨ªsimo Palacio de Deportes en su ¨²nica escala espa?ola, haya despertado reacciones m¨¢s encontradas y suspicaces que de costumbre. Da igual. Los brit¨¢nicos solo contemplan la opci¨®n de exprimir hasta el ¨²ltimo miligramo de adrenalina entre sus adeptos. Y anoche, m¨¢s de 15.000, fuimos testigos de una aut¨¦ntica riada.
Reconozcamos lo evidente: Muse son un espect¨¢culo. Colosal. Deslumbrante. Orgulloso de su grandilocuencia. Los de Devon nacieron como los ap¨®stoles del pathos y a la altura del espl¨¦ndido Absolution (2003) nos hab¨ªan persuadido de que el dolor pod¨ªa resultar extraordinariamente hermoso. Eran los a?os de Time is running out, que anoche provoc¨® una inolvidable catarsis de brincos y brazos al cielo. A partir de ah¨ª, solo les quedaba la opci¨®n de multiplicar los senderos hacia el melodrama. Hoy siguen siendo ag¨®nicos, enf¨¢ticos, oper¨ªsticos o apote¨®sicos, pero tambi¨¦n negroides (Undisclosed desires), so?adores (Explorers, la nana que no lleg¨® a escribir Freddie Mercury) o, ?sorpresa!, divertidos, como en Panic station y su desparpajo funky. Tan inesperado como el tropez¨®n que Matthew Bellamy sufri¨® mientras la interpretaba.
Bellamy figura entre los guitarristas may¨²sculos del momento y aporta a la ecuaci¨®n otra de las esdr¨²julas irrenunciables: mesi¨¢nico. No tanto con las palabras (no concede parlamentos, ni siquiera para salvar el Amazonas o a los ni?os de Biafra) como con los hechos. Hab¨ªa que verlo arrodill¨¢ndose ante los fieles durante Follow me, otra de sus incursiones en la m¨²sica bailable. O correteando por un escenario que parece el cr¨¢ter de un volc¨¢n, con las pantallas gigantes integradas en ¨¦l, un zigurat invertido que sube y baja del cielo y una pasarela superior en la que se luce y pavonea. Si con Wagner entraban ganas de invadir Polonia, la ol¨ªmpica Survival anima a levantar unas cuantas barricadas frente al Bundesbank.
La noche hab¨ªa comenzado con una de las nuevas composiciones, Unsustainable, que podr¨ªa evocar el aterrizaje de una nave espacial hasta que las guitarras nos sumergen en un apocalipsis sin trompetas. Supremacy ampl¨ªa las influencias del Bellamy compositor: despu¨¦s de tantos a?os a vueltas con Queen y U2, esta vez recala en Led Zeppelin y su Kashmir. Muse tampoco olvidan a sus queridos Radiohead en el repertorio de estreno (Animals), pero les honra su empe?o por mantener la llama de la sorpresa. Como en Madness, inaudita incursi¨®n en el dubstep, o la nueva introducci¨®n de Knights of Cydonia.
El bajista Chris Wolstenholme tambi¨¦n debuta como cantante muy aceptable en Liquid state, mientras su bajo es un delicioso zumbido distorsionado. Al final, la ¨¦pica completa el crucigrama de todas las esdr¨²julas. Era escuchar Starlight, tras cien minutos, y quedarse sin respiraci¨®n.
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