Mesmerizante
L¨¢stima que el boca-oreja funcionase solo en la comunidad paquistan¨ª porque val¨ªa la pena que mucha m¨¢s gente se hubiera enterado.
En los ¨²ltimos tiempos no es habitual que los escenarios barceloneses acojan eventos de m¨²sica no occidental de la magnitud del que el pasado domingo se present¨® en el Auditori. Por eso decepciona que la promoci¨®n fuese escasa y mal enfocada y que, al final, la asistencia fuese casi exclusivamente paquistan¨ª. El boca-oreja funcion¨® en esa comunidad pero no sali¨® de ella. L¨¢stima porque val¨ªa la pena que mucha m¨¢s gente se hubiera enterado.
Rahat Fateh Ali Khan no solo es el heredero de una dinast¨ªa de qawwals con m¨¢s de 600 a?os de historia, es tambi¨¦n una de las voces m¨¢s importantes de la actual m¨²sica indostan¨ª tanto en su vertiente m¨¢s cl¨¢sica y espiritual como en la m¨¢s profana y l¨²dica, del sufismo a Bollywood sin soluci¨®n de continuidad.
M¨²sica
Rahat Fateh Ali Khan
Auditori, 21 de octubre
El m¨²sicos paquistan¨ª hab¨ªa actuado ya en diversas ocasiones en Barcelona pero siempre a la sombra de su recordado t¨ªo, Nusrat Fateh Ali Khan, que tambi¨¦n fue su maestro. Hac¨ªa casi veinte a?os y aquel imberbe muchachito de voz aguda y penetrante es ahora un aut¨¦ntico maestro del melisma y de la comunicaci¨®n m¨¢s r¨ªtmica y directa.
Para hacer honor a esos seis siglos de historia familiar comenz¨® con uno de los temas cl¨¢sicos que popularizara su t¨ªo, Allah Hoo Allah Hoo, y siguiendo tambi¨¦n su estela no ofreci¨® una visi¨®n muse¨ªstica sino todo lo contario. El qawwali es una m¨²sica viva y ha ido transform¨¢ndose con el paso del tiempo, as¨ª ninguna sorpresa al ver a Rahat Fateh Ali Khan, tal como ya hiciera su mentor, acompa?ado por guitarras el¨¦ctricas, sintetizadores y bater¨ªa junto a los instrumentos tradicionales. En total catorce m¨²sicos y cantantes rodeando la voz profunda y cambiante del qawwal.
M¨¢s de dos horas y media de una soberbia muestra de fuerza r¨ªtmica que romp¨ªa fronteras y prejuicios. Un verdadero placer dejarse llevar por el mesmerizante poder de sus melismas, por su desgarros de puro cante jondo y sus ritmos tremendamente bailables. Y el p¨²blico bail¨®, poco porque el Auditori impone, pero bail¨®; en realidad era imposible no hacerlo aunque fuese sin abandonar la butaca. Rahat ha heredado la capacidad de hipnotizar al p¨²blico y sumirlo en un ¨¦xtasis que para unos puede ser m¨ªstico y para otros l¨²dico, dos cosas que en su propuesta musical conviven a la perfecci¨®n.
Un espect¨¢culo que deber¨ªa volver a Barcelona en otras circunstancias y con la posibilidad de llegar a un p¨²blico mucho m¨¢s amplio, no solo paquistan¨ª.
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